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28 de abril de 2024

La librera y editora Sylvia Beach y James Joyce en el interior de Shakespeare & Company, la librería parisina de la primera

Sylvia Beach y James Joyce en el interior de Shakespeare & Company, la librería parisina de la primeraGTRES

¿Por qué todos los libros valen lo mismo con independencia de su calidad?

No todos los zapatos, por ejemplo, tienen el mismo precio, ni la mayoría de los objetos. Un libro no es, desde luego, un zapato, sin embargo, el proceso de creación, edición, distribución y venta lo convierten en algo parecido

No es lo mismo comprar unos zapatos de una marca conocida que comprar unos zapatos en unos grandes almacenes. El precio de aquellos suele ser mucho mayor que el de estos. Puede que el coste de fabricación sea el mismo en uno y otro caso, pero la marca se paga. No sucede lo mismo con los libros donde la marca, el nombre del escritor, no se paga. Es más, vale menos un ejemplar de nueva edición de Ulises de James Joyce, por ejemplo, que cualquier nuevo libro de Paulo Coelho, seguramente para gozo del superventas portugués.
El precio final de un libro depende del rendimiento económico que proporciona a todos los intervinientes en el proceso de creación, edición, distribución y venta. Según Domingo Saura Zorilla, de la Casa del Libro de Cartagena, «el escandallo editorial sondea el coste de publicación de un libro y a partir de ahí, establece un P.V.P. (Precio de Venta al Público) que resulte rentable para todas las partes involucradas en el proceso de comercialización. Los porcentajes de retribución varían según donde miremos, pero hay que tener en cuenta que editores, distribuidores y vendedores se comen casi toda la tarta (más del 90% del P.V.P.), mientras que el autor recibe una pequeña parte».

El 10 % de Cervantes

Se trata, en realidad, de contentar a todos... menos al autor del libro. El asunto no ha cambiado mucho (o nada) desde el principio o desde hace siglos. Miguel de Cervantes solo obtuvo el 10 % de las ganancias de la impresión de El Quijote, exactamente igual que ahora o con pequeñas variaciones. El editor Francisco de Robles compró las aventuras del hidalgo de La Mancha por 1.400 maravedíes. Pero los intermediarios ya estaban ahí. La historia no ha cambiado y entonces también Cervantes y Lope o Calderón se quejaban del desproporcionado negocio que suponía para ellos la publicación de sus obras respecto a los beneficios exagerados de sus editores.
En realidad la calidad de un libro no se valora al principio, sino en todo caso al final. Nada tiene que ver el talento y o la maestría de un autor en el precio de un libro. El precio de un libro no va a variar. La calidad, siempre subjetiva, de un libro la decide siempre el editor. La calidad no tiene por qué ser ni siquiera uno de los motivos de decisión de la editorial para publicar, donde pueden primar, y priman, las posibilidades de ventas mayormente. Es sabido que no se suele confiar en los libros «buenos», salvo excepciones. Es sabido también que grandes obras universales de la literatura, apenas obtuvieron reconocimiento y difusión en el momento de su publicación, mayormente realizada por editoriales pequeñas y en tiradas reducidas.

La calidad desconocida

Un ejemplo es el mismo de Ulises, apenas unos miles de ejemplares en origen hasta su explosión de fama después, o la más reciente tímida aparición de Harry Potter hasta su reconocimiento y éxito masivo posterior. Precisamente una novela de Harry Potter, con todo su éxito, vale lo mismo que cualquier otra (excepto las subastas de ediciones antiguas, pero esta es otra historia) como por ejemplo la novela inédita, este mismo miércoles publicada, de Gabriel García Márquez, un acontecimiento extraordinario de la literatura por el hallazgo, que sin embargo se puede adquirir por menos de 20 euros: lo habitual.
La calidad no determina el precio del libro porque, entre otras cosas, la calidad puede tardar décadas en descubrirse. Lo que determina el precio del libro es el porcentaje de la librería, el de la imprenta (tinta, papel, maquinaria...), el del autor y el de la editorial (correctores, maquetadores y los gastos y los riesgos que asume), donde la calidad es incierta, desconocida, a veces ni siquiera buscada, por lo que, en este caso los libros, incluido el Ulises y el Quijote, con el mismo valor inicial que un libro de Paulo Coelho, son también lo mismo que un zapato... de grandes almacenes.
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