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05 de mayo de 2024

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun y la candidata a lehendakari por Sumar, Alba García

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun y la candidata a lendakari por Sumar, Alba GarcíaEFE

Urtasun se vuelca con las lenguas minoritarias: la creación del indigenismo español como reflejo del americano

Hay un paralelismo indudable en el proceder del ministro con las lenguas minoritarias de España respecto a otros procederes con las lenguas indígenas en países de América, donde el revisionismo forma parte de las políticas oficiales y de las instituciones

Dicen los próceres del indigenismo y el revisionismo que la protección de las lenguas indígenas es también reparación. Esto lo podría decir el ministro español de Cultura, Ernest Urtasun, al hablar mismamente y como tantas veces, del catalán o del aranés, por ejemplo, con cuyos académicos se reunió el pasado viernes.
Hay un paralelismo indudable en el proceder del ministro con las lenguas minoritarias de España respecto a otros procederes en otros países de América, donde el revisionismo forma parte de las políticas oficiales y de las instituciones.

«Sala de Reconocimiento de la Verdad»

En Colombia, por ejemplo, existe una jurisdicción Especial para la Paz (JEP) donde una «Sala de Reconocimiento de la Verdad» hace, entre otras cosas, «diligencias de construcción dialógica de la verdad, coordinación interjurisdiccional y de diálogo intercultural con autoridades indígenas y comunidades Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras».
Esto es en la Colombia de Petro, aunque parezca el mundo feliz de Huxley. Una Magistrada de dicha «Sala de Reconocimiento de la Verdad» en Bogotá, asegura que existen 65 lenguas indígenas en Colombia y que estas son Patrimonio de la Humanidad porque (y aquí empieza otra vez el lenguaje en clave revisionista e ininteligible característico) «las lenguas indígenas constituyen un elemento estructural en la identidad colectiva».
Dice también la Magistrada de la «Sala de Reconocimiento de la Verdad», al más puro estilo de, digamos Tomakin, el Director del Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres en la obra distópica anteriormente referida, que con las lenguas indígenas «se mantiene la vida del pueblo con su sabiduría territorializada».
No se puede saber muy bien qué significa esto y muy probablemente sea el objetivo perseguido. Urtasun dijo no hace mucho que era «urgente» proteger el aragonés y el asturiano, «lenguas que no son cooficiales pero que están reconocidas por sus estatutos de autonomía y deben ser protegidas», del mismo modo que hace solo unos días se felicitaba por el honor de ser el primer ministro de Cultura que se reunía con la academia aranesa.
También se felicitaba por haber propuesto El Día Europeo de las Lenguas (el «Dia Europeu De Les Lengües») el próximo 26 de septiembre, además de felicitarse porque el catalán será una de las lenguas de la Conferencia Mundial de Políticas Culturales de la UNESCO. De hecho, Urtasun aseguró que no iba a permitir una «regresión lingüística» de las lenguas minoritarias.
«La pluralidad lingüística es uno de nuestros grandes patrimonios compartidos, no una amenaza. Impulsaremos una estrategia de apoyo, difusión y proyección de la diversidad cultural y lingüística en España», fueron sus palabras durante la última campaña electoral en Galicia. También quiere el ministro que el Instituto Cervantes, la institución pública española que promueve «la enseñanza, el aprendizaje y el uso del español», refuerce el catalán en el exterior.
Por supuesto, quiere que el catalán se enseñe en todo el país, mientras el español no se enseña en Cataluña: cosas del sectarismo en bruto que destila el gobernante creador de cosas tales como la Bienal de Cultura de Futuro Climático o el Observatorio de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres (en cuya última sesión plenaria se contaron 15 mujeres y 4 hombres).
No puede quedar mucho (en realidad los caminos semejantes son perfectamente reconocibles) desde aquí a la existencia de unas futuras «diligencias de construcción dialógica de la verdad, coordinación interjurisdiccional y de diálogo intercultural con autoridades catalanas, vascas, gallegas, asturianas, aragonesas y aranesas» a la manera de la «Sala del Reconocimiento de la Verdad» no del mundo feliz de Huxley sino de la Colombia de Petro en la España de Sánchez.
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