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04 de mayo de 2024

Mario de las Heras
Mario de las Heras

Serrat, el cantautor mítico de una España pasada que ahora se pasea junto a Pedro Sánchez

El artista de Barcelona ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2024

Madrid Actualizada 04:30

Serrat durante un concierto en Madrid en 1976

Serrat durante un concierto en Madrid en 1976GTRES

Españoles todavía jóvenes recuerdan con un sentimiento de permanencia en el pasado, con nostalgia incluida, los tiempos en que sonaba Españolito en los hogares con paredes de gotelé. No era la época de Cuéntame, sino la de después (que también apareció en Cuéntame). Joan Manuel Serrat era un cantante famoso y querido, catalán y español, y mítico en aquellos recuerdos infantiles que traían a Miguel Hernández sin ideologías y, sobre todo, a Antonio Machado. Esos ecos eran España. Una nueva España, la de la Transición, construida musicalmente por «el noi del poble sec» sobre los cimientos de los poetas que vivieron la antigua.

«Antiserratismo»

Ese ejemplar elevarse sobre los pilares que fue la llegada de la democracia dejando atrás los rencores y los horrores, como si esas melodías taparan sin tapar el significado de los sentimientos de un hombre que murió torturado por unos desalmados y de otro que se marchó para no volver por culpa de otros tantos desalmados, de uno y de otro bando. Hubo miserables en las dos partes, pero hoy se enseña que solo los hubo en un lado en una suerte de «antiserratismo» al que tristemente, para aquellos niños que escuchan al Serrat machadiano en su corazón, el mismo Serrat se abraza.
Serrat, el Serrat que hizo y hace llorar al instante cuando se escuchan los primeros golpes de su saeta, camina extrañamente de la mano de Pedro Sánchez, el impulsor y responsable de la Ley de Memoria Democrática, una ley tan contraria a España como contraria a aquel Serrat que hoy recibe el Premio Princesa de Asturias de las Artes por todo aquello por lo que las generaciones de la España antigua le recuerdan. La época del consenso poético y político musical que parece acabado y sin embargo está más vivo que nunca.

De antifranquista a sanchista

Del mismo modo que en los 80 se escuchaba Cantares con la emoción del recuerdo de un tiempo malo, se escucha también ahora con la emoción del recuerdo bueno de cuando se escuchó la primera vez, que ya no existe. Aquel Serrat emocionante existe sin existir como sus canciones taparon sin tapar la España de la guerra y del franquismo. Es como si Serrat hubiera pasado de antifranquista a sanchista, que es casi como dar la vuelta completa, renunciando a todo aquello que le conformó. Porque nada puede haber más contrario al rencor y al revanchismo y a la antipoética de Sánchez que el Serrat que le puso música a los poetas con una delicadeza serena, perfecta y lejana.
Demasiado lejano todo aquello en los recuerdos sin embargo vivos, imborrables, y en el hombre, merecido Premio Princesa de Asturias, que hace poco dijo: «Hace falta justicia, pero no la de los jueces», parafraseando espantosamente a aquel. Como pisotear tantas oraciones laicas clavadas en el alma de generaciones: «Españolito que vienes al mundo te guarde Dios».
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