
Andrés Amorós durante la entrevista
Andrés Amorós: «Por Juan Belmonte estaban locos desde el Rey hasta un limpiabotas»
Entrevista a Andrés Amorós, catedrático de Literatura y crítico taurino autor del prólogo de Juan Belmonte, matador de toros, de Manuel Chaves Nogales
De las calles de Triana donde aprendió lo que es la vida a la gloria de los ruedos, Juan Belmonte es la quintaesencia del torero, cuyo legado se palpa aún en las plazas de toda España.
El gran escritor y periodista Manuel Chaves Nogales le dedicó la biografía novelada Juan Belmonte, matador de toros, probablemente la obra literaria más sobresaliente del mundo de la tauromaquia y el libro más destacado del también autor de A sangre y fuego.
La editorial Almuzara ha reeditado esta obra central de la literatura española con un fascinante prólogo firmado por el maestro Andrés Amorós, catedrático de Literatura y crítico taurino de El Debate.
Esta nueva edición de Juan Belmonte, matador de toros es un verdadero tesoro literario. Editado en tapa dura, con los dibujos originales de la primera edición, cuenta, sin embargo, como gran aportación el prólogo de 40 páginas de Amorós, donde no solo analiza la obra de Chaves Nogales, sino que contribuye con interesantes apuntes sobre la trayectoria del torero tras la publicación de la biografía hasta su trágica muerte.
–¿Por qué es importante hoy la figura del torero Juan Belmonte?
–Este es libro un libro extraordinario porque se juntan dos personajes asombrosos. Chaves Nogales es uno de los periodistas más importantes que ha tenido España. Todos los libros que he leído de Chaves Nogales son buenos, escribe de maravilla. A sangre y fuego es fantástico.
Belmonte es una figura, dentro del mundo de los toros, absolutamente extraordinaria. Se llama la Edad de Oro del toreo cuando coincidieron Joselito y Belmonte.
Cubierta de 'Juan Belmonte, matador de toros'
Cuando me preguntan qué torero prefiero siempre digo que Joselito y Belmonte. Son como Platón y Aristóteles, Santo Tomás y San Agustín. Son las dos vertientes máximas del toreo, las de mayor altura. Opuestas, pero complementarias.
Joselito significaba la técnica, la razón, el dominio, poder a todos los toros, dominar todas las suertes. Belmonte significaba la pasión, el arte, la estética, romper las reglas. Es como si dices el arte clásico y la revolución de vanguardias.
¿Quiénes prefieren a Belmonte? Escritores, artistas, músicas, pintores…
Ahora se ve, cada vez más, que Belmonte coincide con las vanguardias de los años 20, y se relaciona lo que hace Belmonte, en cierta medida, en la tauromaquia, con lo que hace Picasso en la pintura o Stravinsky en la música.
Cada uno elige y prefiere a uno u otro, pero lo curioso es ver a qué tipo de gente le gusta más Joselito y a qué tipo de gente le gusta más Belmonte, porque eso también te define.
Joselito les gusta más a los profesionales del toreo. Todos los toreros, apoderados, matadores…, los que saben de técnica consideran que Joselito fue la cumbre absoluta en esa línea.
¿Quiénes prefieren a Belmonte? Escritores, artistas, músicas, pintores…, porque es otra vertiente, la vertiente estética. Con Belmonte el toreo alcanza una dimensión estética muy importante.
–Pero entre ellos había más amistad que rivalidad…
–Los dos eran muy amigos. España se dividió entre partidarios de Joselito y de Belmonte, pero los dos eran íntimos amigos, porque no tenían nada uno contra el otro. Viajaban en el mismo tren, pero al llegar a la estación de tren se separaban para que no los vieran juntos sus partidarios.
Juan Belmonte sabía muy bien que Joselito era el mejor para todo lo del mundo del toreo. Belmonte era el mejor para otras cosas. Joselito, como persona, fuera de los toros, no tenía casi personalidad interesante, no tenía curiosidades, intereses. Para él, desde niño, los toros lo eran todo.
Belmonte hubiera sido un genio en cualquier cosa que hubiera hecho
En cambio, Belmonte hubiera sido un genio en cualquier cosa que hubiera hecho. Era hijo de un quincallero, no había estudiado nada, pero tenía una inteligencia natural extraordinaria… Como les ha pasado a otros toreros: Domingo Ortega, Luis Miguel Dominguín…
Se hizo íntimo amigo de Valle Inclán, de Pérez de Ayala, de Sebastián Miranda, de Jiménez Díaz, de Julio Camba, de Ortega… Porque tenía una inteligencia natural extraordinaria y una inquietud muy grande.
Antes los toreros llevaban el esportón (una maleta con los objetos de torear). Belmonte llevaba en el esportón libros, porque leía continuamente, era un gran lector y con un gran gusto: Stefan Zweig, los franceses…
Una tarde, estaba en el hotel antes de torear, y llega el maestro de espadas: «Maestro, ya es hora de vestirse». Y Juan Belmonte le dice: «No, diles que estoy enfermo, porque estoy leyendo una novela y no la quiero dejar». Y se quedó leyendo la novela. Tenía una cabeza fuera de lo común.
–Chaves Nogales no era particularmente taurino, y sin embargo escribió la biografía (o biografía novelada) de referencia en la literatura taurina.
–Absolutamente. La coincidencia de Manuel Chaves Nogales y Belmonte en esta novela es muy curiosa, porque a Chaves Nogales no le gustaban los toros.
A Chaves Nogales le interesaba mucho Belmonte como personaje extraordinario. Chaves Nogales no hubiera podido hacer la biografía de Joselito, porque fuera de los toros Joselito no tenía gracia espacial.
Bergamín (el escritor José Bergamín) decía que Belmonte tenía mucha percha literaria. Que se prestaba mucho a escribir sobre él. ¿Por qué le interesa Belmonte a Chaves Nogales? Chaves Nogales había hecho una encuesta sobre cómo se recordaba la España de su tiempo. Y responde la encuesta mucha gente popular.
Dice Chaves Nogales que en ese momento en España no hay un personaje más extraordinario que Juan Belmonte
Entre las contestaciones, se da cuenta de que la más inteligente la ha hecho un torero llamado Juan Belmonte. Lo conoce, se hacen amigos y se llevan muy bien.
La hija de Belmonte me contó una cosa, y es que, en ese momento, Chaves Nogales vivía un momento difícil económicamente. Juan Belmonte hizo este libro con él para ayudarle económicamente.
Dice Chaves Nogales que en ese momento en España no hay un personaje más extraordinario que Juan Belmonte, por encima de las clases sociales. Estaban locos por Juan Belmonte desde el Rey hasta un limpiabotas. Eso es lo que le interesa a Chaves Nogales.
A alguien que no es taurino, que no sabe de toros, pero que quiere aproximarse al mundo de la tauromaquia, yo siempre recomiendo el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de Federico García Lorca, los Sonetos de Miguel Hernández y esta biografía.
–Belmonte tenía ese carácter de intelectual, de aventurero, y en ese sentido se parecía a la personalidad de Sánchez Mejías. Personajes que parece que hoy no existe.
–Sí, hoy casi no existen. En esa época, que es la de la Generación del 27, es cuando se da esa unión entre el mundo de los toros y el mundo de la cultura al máximo. Ignacio Sánchez Mejías era un personaje extraordinario., Juan Belmonte, también.
Después de ellos, ¿qué personajes ha habido que fuera del ruedo fueran tan extraordinarios? Yo he conocido a dos: Domingo Ortega y Luis Miguel Dominguín, que tenían una personalidad fuera de lo común.
Todos ellos, ninguno había estudiado nada. Habían estado toreando desde chicos, pero tenían esa inteligencia natural, esa curiosidad. A Ignacio Sánchez Mejías le interesaba todo, y a Belmonte, también.
–El libro de Chaves Nogales contiene numerosas anécdotas y aspectos de la vida de Belmonte, pero también incluye interesantes aspectos técnicos…
–En el libro encontramos una parte, taurinamente, anecdótica y una parte más teórica. De la parte anecdótica, lo que se ha hecho más famoso –que se han hecho incluso películas– es cuando él cuenta cómo empieza a torear.
Juan Belmonte representa a Triana, la pasión desgarrada. De joven, con sus amigos, cruzaban el río nadando e iban a enfrente, a lo que era Tabalada, que hoy es un campo de aviación, pero donde entonces había toros sueltos, y ellos toreaban desnudos, a la luz de la luna, casi sin ver. Iban con cuidado, porque si los veía la Guardia Civil los detenía. O si los veía el mayoral de la ganadería…, o pasaban unas chicas que volvían de una romería y se reían de ellos…
Es una escena tan llamativa, tan emocionante, que se han hecho películas. Son escenas tan novelescas, tan llamativas que, te gusten o no los toros, es fascinante.
En cuanto a la parte teórica, hay aquí una nueva teoría de la tauromaquia. Una nueva forma de entenderla. Belmonte trae unas novedades revolucionarias que siguen hoy en la tauromaquia.
Lo primero es que no hay terrenos del toro. Tradicionalmente se decía que el toro tenía su terreno y el torero el suyo, y si tú te metes en su terreno, o te quitas o te mata. Dice Juan Belmonte, con esa gracia suya: «Yo no soy registrador de la propiedad. Todos los terrenos son del torero, si es capaz de meterse». Por lo tanto, ya no existen terrenos del toro.
Segundo: antes se toreaba sobre los pies, moviéndose mucho, Juan lo que hace es torear quieto y sobre las manos. Es una revolución absoluta.
Belmonte y Joselito, como eran amigos, se gastaban bromas, y un día le dice Belmonte a Joselito: «Yo soy capaz de hacer una faena mejor que tú». Y Joselito le dijo: «Sí, pero yo soy mejor torero». Y claro, ambos tenían razón.
Joselito podía con más toros, Juan era más desigual, más irregular, pero, cuando tenía la inspiración, era una cosa arrebatadora.
–De los toreros de hoy, ¿quién merecería una biografía de la categoría de la que Chaves Nogales le dedica a Belmonte?
–Morante, sin duda. Porque Morante es un gran artista, pero también es una personalidad compleja, como era Belmonte. Belmonte era un personaje complicado. Morante ha confesado que tiene una enfermedad mental desde hace años y tiene sus contradicciones. Morante lo mercería. Lo que pasa es que eso requiere de un gran torero y de un gran escritor, que se pongan de acuerdo, que sean amigos y que se lleven bien. Y eso no es tan fácil de encontrar.