Fernando Adrián sale a hombros en Santander
Nobles toros de Juan Pedro, faenas largas y fallos la espada
Fernando Adrián, tras cruzar la Puerta Grande de la Plaza de Toros de Santander
Después de una novillada y un festejo de rejones, una corrida de toros abre la Feria de Santiago de Santander. Con buena entrada, los toros de Juan Pedro Domecq son nobles, manejables; destacan segundo, tercero y cuarto. El quinto, sobrero de El Pilar, transmite emoción. Fernando Adrián corta dos orejas y sale a hombros. Por la suerte suprema, pierden trofeos Fortes y Borja Jiménez. Una corrida agradable pero demasiado larga (más de dos horas y media), con faenas larguísimas y fallos con la espada (cuatro avisos).
Santander vive un momento de auténtica euforia taurina. Los datos son indiscutibles: este año, se anuncian nada menos que siete festejos que incluyen cinco corridas de toros. Antes del comienzo de la Feria, se ha colocado ya el ansiado cartel de «No hay billetes» para tres de ellos. Las combinaciones de toros y toreros son atractivas, con primeras figuras y con jóvenes diestros. Aunque sea una Plaza torerista, se van a lidiar también corridas de Miura y de Victorino.
El buen trabajo de la empresa Lances de Futuro (José María Jardón) y el apoyo decidido de la alcaldesa, Gema Igual, han conseguido que esta Feria aspire a convertirse en «la joya taurina del Norte», compitiendo con Gijón: las dos van claramente hacia arriba. No es el caso, por desgracia, de Ferias tan tradicionales como las de San Sebastián y Bilbao. Hoy en día, la Feria Taurina de Santiago es uno más de los muchos atractivos turísticos que tiene Santander, esa preciosa ciudad.
En su nueva etapa, Fortes (así se anuncia ahora) está siendo una de las agradables sorpresas de la temporada: se le ve más seguro, no sufre tantos percances como antes, intenta torear con gusto. Recibe con lances suaves al primero, al que sólo le dan un leve picotazo: hasta este bondadoso público protesta. Fortes se muestra firme, luce su toreo vertical, aunque el toro protesta y acaba rajándose. Le saca algún buen natural pero recurre a los muletazos cambiados y dos veces está al borde del percance. Mata a la segunda.
Fortes ligó buenos derechazos de rodillas al segundo de su lote
El cuarto protesta en el caballo, se duele en banderillas pero va a más. De rodillas, en el centro, Fortes liga buenos derechazos. De pie, corre bien la mano, se enrosca a la cintura al toro en buenos naturales, a veces algo embarullados. Mata a la segunda y pierde el trofeo. Es un diestro singular pero creo que ha de definir mejor su nuevo estilo y coger más regularidad con la espada.
Fernando Adrián continúa su carrera de éxitos populares, con gran entrega (lo hemos comprobado hace unos días en San Fermín). Llega de torear en Perú.
Devuelto el muy flojo segundo, se corre turno. Recibe Adrián al toro con chicuelinas, dejándolo pasar, sin probarlo ni lidiarlo. La res flaquea pero es noble. Comienza muleteando a media altura, suave; cuando el toro se viene a más, lo aprieta, en corto. Sobran las bernadinas finales, con la res ya rajada a tablas. Un rotundo espadazo premia su entrega con dos orejas.
Fernando Adrián, con la muleta este lunes durante el tercer día de la Feria de Santiago de Santander
El quinto, sobrero de El Pilar, cinqueño, serio, protesta en el puyazo y se va. Brinda Fernando a la hermana del Juli. El toro obedece, se mueve, tiene cierta emoción. La faena es rápida, larga, desigual; a veces, embarullada. Y se alarga con manoletinas. Pierde la oreja por la espada.
Dentro de una línea clásica y dominadora, Borja Jiménez mantiene su alto nivel, sólo lastrado por la espada. El tercero es pronto, noble, tiene movilidad, repite: un buen toro. Borja le da distancia, inicia con un cambiado y liga muletazos largos, mandones. Citando de frente, vacía toda la embestida en naturales de mano baja. Remata la larga faena con buenos ayudados por alto, cargando la suerte. Entrando desde muy largo, con una carrerita, como suele hacer, pincha antes de una estocada caída y pierde los trofeos.
Borja Jiménez, con el capote ante el primero de su lote, tercero de la tarde
Recibe con faroles de rodillas y buenos lances al último, que queda corto, protesta. Borja vuelve a mostrarse firme, seguro; llevando al toro embebido en la muleta, logra imponer su mando, en un trasteo meritorio, pero vuelve a fallar con la espada.
No se debe cuajar así un toro y, luego, no matarlo. Lamento repetirlo: con la seguridad que ahora tiene Borja Jiménez, no entiendo que él, con su gente, no resuelvan el problema de la espada, que está limitando muchos de sus triunfos. Entrando desde tan lejos, no se puede matar bien los toros. Espero que lo comprenda y lo remedie.
POSTDATA. La región cántabra posee una tradición taurina mayor de lo que suele creerse. En 1517, al llegar a España el que iba a ser Carlos I, gran jinete, participó en festejos taurinos que se organizaron en su honor en Villaviciosa (Asturias) y en San Vicente de la Barquera (Santander). La Plaza de toros santanderina de Cuatro Caminos la inauguraron en 1890 Cara Ancha y don Luis Mazzantini. En ella han actuado todas las grandes figuras del toreo. En Santander nació el matador Félix Rodríguez, una de las grandes promesas de la Edad de Plata, limitado por una enfermedad y por su vida bohemia (su estatua, dando un lance, está junto a la puerta 4 de la Plaza). En Tudanca está la Casona de José María de Cossío, el responsable de la gran enciclopedia taurina que lleva su nombre. Allí se custodia el manuscrito del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, de García Lorca, y el kilométrico de Cossío, para acompañar a Joselito, su ídolo, como uno más de su cuadrilla. Santanderino era Gerardo Diego, el poeta del Veintisiete que más sabía de toros, autor de La suerte o la muerte, una verdadera tauromaquia en verso.