Andrew Lincoln en su papel de Rick en 'The Walking Dead'
Filosofía en series
El hombre, y no los zombis, es un lobo para el hombre
La serie 'The Walking Dead' refleja a la perfección el planteamiento contractualista de Thomas Hobbes
El mundo de la ficción encontró en los argumentos relacionados con los muertos vivientes un buen telón de fondo para todo tipo de reflexiones y metáforas sobre la condición humana. Con el paso del tiempo el género ha perdido fuerza por culpa de cierta saturación, pero ha dejado productos de gran interés entre los que destaca la novela gráfica The Walking Dead y su posterior adaptación a la televisión.
Como ocurre con otras series analizadas durante estos meses de verano, son muchos los capítulos y matices que se podrían seleccionar para profundizar en ellos. Quizá uno de los más sugestivos, por sus repercusiones antropológicas, es el del recurrente dilema a la hora de «rematar» a zombis que han sido personas cercanas al protagonista. La idea de «ya no es un hombre» como salvoconducto para la eliminación bien puede recordarnos a teorías y discursos en favor de prácticas como la eutanasia.
Naturaleza salvaje
Nos quedaremos en esta ocasión con un tema menos complejo y que se puede ligar de forma más sencilla con uno de los grandes filósofos de la modernidad: Thomas Hobbes. El ingles es reconocido como uno de los padres del contractualismo político y autor del Leviatan, obra en la que desarrolla su teoría acerca del peligroso «estado de naturaleza» del hombre y la necesidad de crear un monstruo estatal que garantice la seguridad.
Hobbes se plantea la condición humana previa al gobierno y el Estado y llega a la conclusión de que los hombres vivirían en un estado de «guerra de todos contra todos». No es difícil observar como esa situación se puede reconocer en The Walking Dead, donde la apocalipsis zombi ha acabado con cualquier atisbo de civilización. Uno de los hilos conductores de la serie es el de evidenciar que la lucha por la supervivencia requiere en muchas ocasiones «devorar» a otros sin ser un muerto viviente.
Aunque la cita original es de Plauto, el filósofo británico supo hacer de la frase «el hombre es un lobo para el hombre» un buen resumen de sus postulados. En la serie que estamos comentando el ejemplo gráfico es total: los zombis no son, la mayoría de las veces, el verdadero enemigo.
Una solución fallida
La argumentación de Hobbes concluye que el estado de naturaleza que nos ha dibujado, lleno de peligros constantes, solo se puede solucionar con un contrato entre los propios hombres.
Dicho acuerdo conllevaría la cesión de ciertas libertades a cambio de crear un Estado que garantice la seguridad. Su propuesta prevé la creación de un monstruo de proporciones bíblicas, un leviatán, que «posee y utiliza tanto poder y fortaleza, que por el terror que inspira es capaz de conformar las voluntades de todos ellos para la paz»
A este punto tratan de llegar una y otra vez los personajes de The Walking Dead. A lo largo de las distintas temporadas vemos como se crean grupos organizados que buscan cierta seguridad frente a los zombis y otros supervivientes violentos. Sin embargo, estas uniones no son siempre por la vía del contrato y en muchas ocasiones son más por sometimiento.
De Hobbes a Kant
El autor de la Crítica de la razón pura siguió en cierta medida la teoría de Hobbes y su visión pesimista del hombre fuera de las estructuras sociales. No hace muchas semanas comentábamos en otro artículo como Immanuel Kant daba un paso más y buscaba soluciones a las guerras constantes entre los estados, que imitaban a gran escala el modelo de «homo homini lupus».
Su postura también se refleja una y otra vez en The Walking Dead. Por tratar un capítulo concreto, como estamos intentando hacer este verano, en el duodécimo de la sexta temporada (Aún no es mañana), vemos como una de estas organizaciones de supervivientes decide lanzarse a la aniquilación de otro grupo sin importarle ningún límite moral o racional. Una vez más, los zombis acaban por ser la menor de las preocupaciones.