Julio Verne
El libro decimonónico que previó la era espacial más de un siglo antes del Apolo XI
La obra De la Tierra a la Luna, del escritor francés Julio Verne, es casi profética en lo que se refiere a los viajes espaciales
El 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin fueron los primeros hombres en pisar la superficie de la Luna. Más de 100 años antes de este hito histórico, el autor francés Julio Verne habló sobre una expedición lunar en una de sus obras, casi proféticas, de ciencia ficción.
Fue en 1865, en plena efervescencia de descubrimientos científicos decimonónicos. De la Tierra a la Luna anticipó con una precisión asombrosa algunos elementos de los viajes espaciales, lo que ha consolidado a la obra como una pieza fundamental en la historia de la literatura y de la cultura científica, más allá de una aventura fantasiosa.
La visión pionera del libro sorprendió a sus contemporáneos y, de paso, dejó una huella indeleble en el imaginario colectivo de toda la humanidad. De repente, el ser humano pudo empezar a fantasear con dejar el planeta y explorar nuevos mundos más allá de la atmósfera de nuestro hogar.
En sus páginas, Verne combina descripciones técnicas y rigor científico con una prosa ligera que invita a seguir leyendo, porque la aventura más grande es siempre la siguiente página.
Y, aunque la novela se adelantó un siglo al alunizaje del Eagle, su mayor logro fue abrir las mentes de los lectores a un concepto con el que no se había empezado ni siquiera a soñar.
El reto imaginado y real de ir a la Luna
La obra de Verne, una de las más famosas de su famosa bibliografía, cuenta la historia de Impey Barbicane, el excéntrico presidente del Baltimore Gun Club. Barbicane propone lanzar un cohete gigante la Luna, a modo de reto científico y técnico, en la época de la posguerra de la guerra civil estadounidense.
Ahí entra en juego Michel Ardan, un aventurero francés, que le da una vuelta de tuerca al proyecto: hacer tripulado el cohete. Y tres hombres se embarcan en una cápsula metálica que se dispara a través un cañón gigantesco llamado Columbiad, desde Florida.
Los paralelismos con despegue del Apolo XI son múltiples. El lanzamiento ficticio se produce en Florida, ubicación real de Cabo Cañaveral, donde se llevó a cabo el de la misión de Armstrong. La tripulación de ambas misiones estaba compuesta de tres hombres.
Además, el cañón de De la Tierra a la Luna se llamaba Columbiad. Verne bautizó a este artefacto de forma muy parecida al nombre del módulo de mando del Apolo XI, que se llamó Columbia.
El contexto en que Verne escribió su novela era de efervescencia técnica con la invención del telégrafo, el desarrollo del ferrocarril, la máquina de vapor o la fotografía. Pero lo que distingue al autor de otros colegas de su tiempo es su capacidad de convertir ese entusiasmo científico en literatura.
De la Tierra a la Luna se estudia como hito de la ciencia ficción y como el increíble estímulo que fue para la imaginación científica durante generaciones. Hoy en día la exploración espacial está experimentando un nuevo auge, con misiones anunciadas a nuestro satélite e incluso a Marte.
Y así el sueño de Barbicane y Ardan se convirtió en parte de la realidad tecnológica de nuestros días. La novela se anticipó y estableció una declaración de fe del poder de la imaginación. El siglo XIX aprendió a soñar con el espacio gracias a Verne. El sueño se hizo finalmente realidad y con esto quedó demostrado que el futuro es de quien lo imagina.