Pérez-Reverte se pronuncia en la polémica por el asalto del «paniaguado director del Cervantes» a la RAE

Quizás ayer, en la sede de la RAE, ante la prensa y en el contexto de la presentación del monumento a Alatriste que se levantará en Cartagena, no era el momento adecuado.

El académico Arturo Pérez-Reverte no quiso pronunciarse sobre la polémica por los ataques del director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, al de la RAE, Santiago Muñoz Machado.

El director del Instituto Cervantes, cargo político nombrado a dedo por el Ministro de Exteriores, José Manuel Albares, desdeñó al de la RAE, elegido democráticamente por los académicos, por no ser filólogo (es catedrático de Derecho Administrativo y ensayista de prestigio) y lo acusó de llevar negocios millonarios en su despacho de la academia.

La RAE es de los pocos organismos que han escapado al control de Moncloa y al colonialismo de la izquierda, y se ha opuesto de manera sistemática al lenguaje inclusivo o a las imposiciones lingüísticas de independentistas catalanes, vascos y gallegos.

Pérez-Reverte, sin embargo, había rechazado meterse en la polémica: «Todas las guerras son malas», «no estoy al corriente de ninguna polémica», «me pilla muy lejos».

Un día después, sin embargo, parece que se lo ha pensado mejor y ha entrado al trapo. Y de qué manera. En un mensaje que publicó este miércoles en redes sociales el autor del capitán Alatriste se refiere a García Montero como el «mediocre y paniaguado director del Cervantes» y denuncia el intento de Albares de «colonizar el ámbito cultural de la RAE» para «contaminarla como han hecho con todas las instituciones españolas».

Para Pérez-Reverte, el conflicto entre el Cervantes y la RAE «es sencillo de explicar: la incompetencia de los sucesivos ministros de Exteriores, en especial del último, nos ha hecho perder la América hispana. El único vínculo de prestigio diplomático que aún se mantiene con ella, gracias a la RAE, es la lengua española».

«Exteriores, a través de su mediocre y paniaguado director del Cervantes (criatura de Albares) pretende meter mano ahí también; colonizar el ámbito natural de la RAE abriéndose paso a codazos para protagonizar la fotografía. Y a ser posible, de cara al futuro próximo, prepararse para controlar también la Academia, si se le permite hacerlo».

«O sea, ponerla a su servicio y contaminarla como han hecho con todas las instituciones españolas. Lo que se traduce, en el caso que nos ocupa, de una siniestra mezcla de egos revueltos y mala fe», concluyó su análisis el académico.