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Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia

'Rue Saint-Honoré por la tarde. Efecto de lluvia', de Pissarro, es uno de los cuadros situados en el centro de la polémicaMuseo Thyssen-Bornemisza

Ochenta años después de la caída de Hitler, los museos siguen tratando de desenredar la madeja del arte robado

Herederos de victimas del nazismo siguen reclamando la devolución de las obras de arte robadas a sus antepasados

Ocho décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la devolución de obras de arte expoliadas por el régimen nazi continúa siendo una tarea activa en el ámbito internacional.

Cada año, numerosas piezas que fueron arrebatadas a familias judías y otros colectivos perseguidos durante el Tercer Reich son reclamadas por sus legítimos herederos y, en algunos casos, restituidas. Este proceso ha dado lugar a una creciente lista de litigios y devoluciones significativas, señala Efe.

Uno de los casos más recientes es el del cuadro Laveuse, una obra de Renoir que será subastada en París tras haber sido devuelta en 2023 a los descendientes de sus propietarios originales. La pieza había sido incautada por los nazis y su restitución forma parte de un esfuerzo más amplio por reparar los expolios del pasado.

Entre las restituciones más destacadas de los últimos años figura el célebre Retrato de Adele Bloch-Bauer, también conocido como Adele de Oro, del pintor austríaco Gustav Klimt.

Esta obra, uno de los iconos del expolio nazi, fue devuelta en 2006 a los descendientes de Adele Bloch-Bauer, tras una prolongada batalla judicial. La historia fue llevada al cine en 2015 bajo el título La dama de oro, con Helen Mirren como protagonista.

Además del mencionado retrato, otras cuatro valiosas obras de la colección de Ferdinand Bloch-Bauer, industrial judío que tuvo que exiliarse, fueron también restituidas.

Otro ejemplo emblemático es Odalisca de Henri Matisse. El cuadro pertenecía al empresario judío Albert Stern, quien lo vendió forzadamente al Museo Stedelijk de Ámsterdam para huir del régimen nazi. En 2023, el Comité de Restitución del Gobierno neerlandés recomendó su devolución a los herederos, lo que finalmente se llevó a cabo.

La pintura Noche de verano en la playa de Edvard Munch, datada en 1902, también fue restituida tras un conflicto legal que se prolongó durante seis décadas. Austria devolvió la obra en 2006 a los herederos del músico Gustav Mahler, a cuya esposa, Alma Mahler-Werfel, pertenecía la pieza antes de verse obligada a huir del país.

En el ámbito británico, la galería Tate de Londres restituyó en 2014 el cuadro Beaching a Boat, Brighton, del paisajista John Constable, a los descendientes de su dueño original, de quien fue robado en Hungría.

La obra, como otras en situaciones similares, había sido adquirida posteriormente por un coleccionista que, sin conocer su origen ilícito, la donó al museo.

Por su parte, Los girasoles marchitos de Egon Schiele, que evocan el célebre motivo de Van Gogh, pertenecía al empresario austríaco Karl Grünwald. Tras la ocupación nazi, Grünwald huyó del país y dedicó sus esfuerzos a recuperar su colección.

Poco antes de morir, pidió a sus familiares que no olvidaran esa obra en particular. En 2005, fue hallada en Francia durante una inspección rutinaria de la casa de subastas Christie’s y devuelta a sus legítimos herederos.

A pesar de estos avances, numerosas obras permanecen aún en disputa. Uno de los casos más conocidos es el del cuadro Rue St. Honoré por la tarde. Efecto de lluvia, de Camille Pissarro, que permanece en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.

Los descendientes de la familia Cassirer, que se vio obligada a venderlo para huir de la persecución nazi, siguen reclamando su devolución desde hace más de veinte años. El Estado español mantiene que la adquisición por parte del barón Thyssen fue legítima.

En paralelo, los descendientes del pintor Piet Mondrian han iniciado un proceso legal para recuperar la obra Composición azul, actualmente en el Museo de Arte de Filadelfia.

Asimismo, el museo Guggenheim de Nueva York ha sido demandado por los herederos de una pareja judía que, para huir de la Alemania nazi, tuvo que vender el cuadro Mujer planchando de Pablo Picasso, valorado en 200 millones de dólares.

Estos casos, entre otros muchos, evidencian que el legado artístico confiscado durante la barbarie nazi continúa siendo objeto de justicia histórica, en un proceso lento pero persistente por restituir la memoria y los bienes de quienes fueron despojados de ellos.

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