Fachada principal de la estación de Atocha
Almudena Grandes, Indalecio Prieto, Julio Anguita… Los mitos de la izquierda colonizan las estaciones de tren
La moda de dar nombre propio a estaciones y aeropuertos ha llevado a figuras controvertidas de la izquierda a protagonizar algunos de los principales escaparates de ciudades españolas
La moda de bautizar a las estaciones de trenes y aeropuertos –a imitación de algunas infraestructuras emblemáticas de relevancia internacional, como el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York o el Charles de Gaulle de París– con nombres de personalidades locales relevantes ha entrado a España con fuerza.
Son ya varias las estaciones y aeropuertos con nombre propio, es el caso del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, el Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, o el Aeropuerto Santiago-Rosalía de Castro.
Sin embargo, encontramos también otros ejemplos, en particular en estaciones de tren, donde la opción elegida resulta, como poco, polémica.
Es el caso de la Estación de Madrid Puerta de Atocha-Almudena Grandes, Estación de Córdoba-Julio Anguita o la Estación Bilbao Intermodal Abando-Indalecio Prieto.
Lo que hay que plantearse, en primer lugar, es si resulta necesario o no modificar el nombre consolidado y tradicional de una estación, como es el caso de la Estación de Atocha, por el larguísimo Estación de Madrid Puerta de Atocha-Almudena Grandes.
En segundo lugar, también hay que preguntarse si el nombre de una escritora cuyos méritos pueden ser relevantes o no, pero que están lejos de otros ilustres autores universales nacidos en Madrid, es el adecuado.
Y, en tercer lugar, también habría que señalar que tal vez dedicarle el nombre a una estación –que, para Madrid es mucho más que una mera estación, es por su arquitectura, historia y familiaridad con los madrileños, un símbolo de la ciudad– a una escritora y columnista que ha destacado por su sectarismo ideológico y su rechazo por cuestiones políticas a una parte importante de la ciudadanía es lo más apropiado.
En el caso concreto de la estación de Atocha (no olvidemos que es competencia del Ministerio de Fomento) está claro que la razón de ponerle el nombre de Almudena Grandes se debió únicamente a un intento de provocar al alcalde de Madrid, a la presidenta de la Comunidad y a unos ciudadanos que, año tras año, dan su confianza a la derecha, causando una notable frustración y trauma en el PSOE y sus socios de izquierda.
Puestos a elegir un literato para dar su nombre a una estación tan importante como Atocha, ¿no habría sido mejor elegir a uno de nuestros grandes autores universales nacidos en el territorio de la actual Comunidad de Madrid? Haber hay para aburrir, empezando por Miguel de Cervantes (nacido en Alcalá y enterrado en Madrid), Lope de Vega o Francisco de Quevedo.
El caso de Córdoba es similar. Se puede argumentar que los aeropuertos de Nueva York y París también tienen nombres de políticos, pero, es innegable, que son dos figuras transversales de reconocido mérito y prestigio en Estados Unidos, el caso de JFK, y en Francia el caso de De Gaulle.
¿Alguien puede creer que Julio Anguita, quien fue secretario general de Izquierda Unida y del Partido Comunista, puede concitar el consenso de la ciudad de Córdoba?
¿Es que no hay ningún cordobés más apropiado para dar su nombre a la estación de tren de la ciudad? Por supuesto que lo hay: empezando por Luis de Góngora.
Más llamativo es el caso de Bilbao y su Estación de Bilbao Intermodal Abando-Indalecio Prieto. Y es llamativo porque, en primer lugar, Prieto no era de Bilbao, sino de Oviedo.
La estación se bautizó con el nombre del ministro del PSOE durante la Segunda República durante la alcaldía de Iñaki Azkuna, del PNV, con la justificación de que Prieto fue vecino de Bilbao.
El argumento no parece muy sólido, pero aún más incomprensible resulta que se le de el nombre a un político tan controvertido y sectario como lo fue Prieto, cuya responsabilidad, por acción u omisión, en los crímenes de la retaguardia republicana durante la Guerra Civil es aún hoy objeto de debate.