El expresidente de Estados Unidos, Barack Obama
¿Es lo mismo que Obama diga sus canciones favoritas, Rosalía entre ellas, que un artista opine sobre política?
Hay que suponer que el expresidente estadounidense, santo progresista, sabe de música más que cualquier experto, y si no es así da igual porque a sus seguidores les interesa
¿Importa mucho que un político diga cuáles son sus canciones favoritas del año? Es casi lo mismo que cuando cualquier artista se pone a perorar sobre política, de parte, por supuesto, ¿a quién le importa?
Pues la realidad es que a muchos. Lo mediático es así. Lo que diga cualquier famoso tiene influencia, incluso la misma palabra ha generado una «profesión», formada generalmente por personas sin profesión ni talento conocidos cuyas recomendaciones son seguidas por millones de personas en muchos casos.
Políticos e «influencers», los expertos
Es un poco como la caída del Imperio Romano. Gente que no sabe de casi nada metida en casi todo donde incluso (en el caso de las canciones es relativamente inocuo) los hay que ponen en peligro la salud o la integridad personal de quienes les escuchan.
No había suficiente con los políticos, que eran tradicionalmente lo que convencían al personal, para que ahora lleguen los «influencers», a bordo de las todopoderosas redes sociales, para convencer a la gente de las cosas más peregrinas y variadas de las que, mayormente, no tienen la menor idea.
Pero da igual, hay que suponer que Obama, santo progresista, sabe de música más que cualquier experto, y si no es así da igual porque a sus seguidores les interesa. En este caso la lista es claramente política en el sentido de que busca evidentemente alcanzar a todos los sectores artísticos y de público.
Es el «eclecticismo» musical de Sánchez, otro «sabio del pop-rock». La canción de Rosalía que figura entre los treinta temas destacados por Obama es Sexo, Violencia y Llantas, un estupendo tema, distinto y emocionante. Obama sigue por lo hispano como el mexicano Xavi y el colombiano Manuel Turizo con su canción En privado.
La lista de éxitos previsibles continúa con Kendrick Lamar, Lady Gaga, Drake, Chapell Roan, Olivia Dean, Kacy Hill, y otros. Una selección que parece buscada entre los «hits» y no entre los gustos verdaderos: para gustar, para contentar, para alimentar y no para hacer pensar. La política que no falte en cualquier acto de un político, y tampoco, mayormente, en la de ningún no político.
Hace algunos años, el cómico Ricky Gervais les dijo importantes verdades a la cara en la ceremonia de los Globos de Oro, a lo más granado de actores y cineastas allí reunidos: «Si ganan un premio esta noche, no usen el espacio para hacer un comentario político ¿vale?».
Gervais continuó: «Ustedes no están en posición de sermonear al público acerca de nada. Ustedes no saben nada del mundo real. La mayoría de ustedes pasó menos tiempo estudiando que Greta Thunberg. Entonces, si ganas, sube aquí, acepta tu tonto premio, agradece a tu gente y a tu Dios y lárgate».
Quizá alguien como Gervais podría decirle a Obama (o a Sánchez): «Usted no está en posición de de recomendarle música (o libros) a nadie. No use su estatus social y político para recomendar música (o libros) a nadie porque sabe menos del tema que Greta Thunberg». O algo parecido.