muchos pensaban que el Cristo de San Juan de la Cruz de Salvador Dalí, del que se han hecho cientos de versiones, había sido destruido y perdido, ya que el artista de Figueras lo había hecho de cera. Sin embargo, la obra de Dalí, valorada en casi 20 millones de dólares, se hallaba en el sótano de la casa de un coleccionista privado estadounidense que, aparentemente, la compró directamente al artista.
Cuando unos galeristas supieron de su existencia, decidieron pagarle una suma no revelada para comprar la escultura y exhibirla en una de sus salas con el expresivo nombre de Cera perdida. Según los galeristas, el dueño guardaba la escultura en la caja de plexiglás original que el artista había utilizado para conservar su forma original.
La pieza de cera fue creada en 1979 y sirvió como modelo para otras ediciones del Cristo de San Juan de la Cruz de Dalí para orfebrería y todo tipo de objetos de joyería. A su vez, la escultura es la representación tridimensional de una aclamada pintura del artista español, Cristo de San Juan de la Cruz, que representa a Jesús en la cruz flotando en un cielo crepuscular sobre la costa de Figueras y que, para muchos, es la obra religiosa más reconocible y recordada del pintor surrealista. Sin embargo, durante todo este tiempo, la escultura en bajorrelieve que el genio catalán moldeó con sus propias manos estaba almacenada, nada más y nada menos, que en Maui, junto a la isla de los leprosos de Molokai, en el archipiélago de Hawái.
La galería Harte International, ubicada en la isla de Maui, presentó la pieza el pasado miércoles 11 de mayo, con motivo del 118 aniversario del nacimiento del artista catalán, tras asegurarse de que el hallazgo era real, mediante la consulta a Noclas Descharnes, cuyo padre –Robert– fue secretario de Dalí. Y se pudo constatar de nuevo que el arte que se esconde o se almacena, pierde todo su valor.
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