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26 de abril de 2024

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La Biblioteca Pública de Nueva York ha lanzado un desafío a todos sus socios

En Nueva York alguien se acuerda de los libros prohibidos por el puritanismo americano

La Biblioteca Pública de Nueva York ha recordado que «las personas tienen derecho a leer o no leer lo que quieran, pero esos libros deben estar disponibles». Por eso, ha actuado en consecuencia

Que Nueva York no es el cinturón bíblico de Estados Unidos, lo empezamos a saber con Lo que el viento se llevó. Ya nos parecía algo lejano en el espacio y el tiempo. Pero quien haya leído a Herman Melville, William Faulkner o a la católica Flanery O'Connor, sabe bien –al menos por la imprenta–, y después por las películas y la Historia, cómo se las gastan con, y en nombre de la biblia, o en nombre de guardar las apariencias.
El ambiente ya era insoportable desde hace mucho tiempo. Pero a nosotros, de momento, nos llegan como pequeñas oleadas de noticias sobre prohibiciones y vetos en consejos escolares y en la dictadura de la probable ofensa contra lo «políticamente correcto», que no consigue otra cosa más que alentar la curiosidad por la última censura en un pueblo perdido de Mississippi, o por la demagogia precolombina de la autoafirmación. Y va a más.

La censura del miedo

Silenciar, censurar, prohibir lecturas en la otra orilla del Atlántico no es causa, sino consecuencia de algún miedo a lo distinto que llevaron a bordo del Mayflower hasta tierras americanas, y extendieron después por todo Estados Unidos como un veneno del que no escapa ni la derecha ni la izquierda norteamericana.
Sin embargo, en un gesto de sentido común, alguien ha salido en defensa de Maus de Art Spiegelman, Beloved, de Toni Morrison, El cuento de la criada, de Margaret Atwood, Harry Potter de J. K. Rowling, e incluso El guardián entre el centeno de J.D. Salinger, y todos aquellas historias y ensayos vetados por una sinrazón, o por otra.

El derecho a leer cualquier libro

Aunque Nueva York también tiene mucho que callar, la ciudad de los rascacielos no deja de ser la ciudad de las mil culturas y de las razas, así que, en ese sentido, es algo más abierta ideológicamente.

Encontrar respuestas

Su Biblioteca Pública ha dado un paso importante, y ha compartido en su página web la preocupación por el derecho a leer libros prohibidos por la irracionalidad; de ahí que haya señalado que el papel de la misma institución «es asegurarse de que no se borre ninguna perspectiva, ninguna idea, ninguna identidad». Ha recordado el derecho a conocer, «a leer o no leer lo que quieran, pero esos libros deben estar disponibles, para el adolescente que tiene preguntas y quiere encontrar respuestas en privado; para el adulto que siente curiosidad por temas en los que no tiene experiencia personal; para aquellos que quieren hacer su propia indagación y tomar decisiones informadas basadas en hechos». Y añade: «El conocimiento es poder; la ignorancia es peligrosa, engendra odio y división. Todas las personas tienen derecho a leer o no leer lo que quieran; todos tenemos derecho a tomar esas decisiones. Pero para proteger esas libertades, los libros y la información deben permanecer disponibles. Cualquier esfuerzo por eliminar esas opciones se opone a la libertad de elección, y no podemos permitir que eso suceda».

El sentido de la biblioteca

El comunicado invita a todos a esta libertad de conocimiento y recuerda el sentido de las bibliotecas: «Desde sus inicios, las bibliotecas públicas han trabajado para combatir estas fuerzas simplemente haciendo que todas las perspectivas e ideas sean accesibles para todos, independientemente de su origen o circunstancia. Con este proyecto, la Biblioteca Pública está haciendo, precisamente, eso a mayor escala para llegar a lectores de todo el país. Los socios de la Biblioteca Pública podrán descargar cuantos títulos deseen, cientos de miles de títulos, prohibidos o no. O acercarse, si lo prefieren, a alguna de las sucursales que la institución tiene por toda la ciudad» para formarse una opinión, o para ayudar a otros a formarse, en un momento en el que ya no hay nada que pueda darse por descontado, porque aunque «no debería parecer un acto de desafío, lamentablemente lo es. Y estamos orgullosos de ser parte de ello».
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