
Duelo de sables
La humanidad vista a través de un objeto: la espada
El autor y antiguo tirador olímpico de esgrima Richard Cohen sumerge al lector en una historia de la espada y su relación con la humanidad, cautivadora y erudita
«Y vi aparecer otro caballo, rojo como el fuego. Su jinete recibió el poder de desterrar la paz de la tierra, para que los hombres se mataran entre sí; y se le dio una gran espada» (Ap 6, 4). La Sagrada Escritura está repleta de referencias con una terrible carga dramática a la par que simbólica, y de entre las más conocidas referencias de este tipo destacan las del Libro de las Revelaciones, más conocido como Apocalipsis. En esta apertura de los Siete Sellos por parte de Cordero, el autor del misterioso libro vislumbró cuatro Seres Vivientes, cuya palabra era sucedida por la aparición de jinetes. Un jinete, el segundo, monta un caballo rojo, y su poder, simbolizado en una gran espada, no porta otra cosa que la guerra. Qué duda cabe, pues, de que la imagen más elocuente de la guerra es la espada, esa herramienta cuya carga ideológica superó con mucho la utilidad y pragmatismo de lo bélico. Aún en la Primera Guerra Mundial, muchos oficiales de los ejércitos contendientes marchaban hacia las terroríficas ametralladoras sable en mano. La espada, por ende, ha sido un elemento que ha trascendido la trivialidad de la matanza. A ella se han relacionado héroes y hechos gloriosos, en torno a ella han nacido mitos perennes que aún alimentan nuestro imaginario mítico. Es, pues, un objeto al que parece no haber emponzoñado nuestra ramplona necesidad de lo útil, lo cómodo, lo naif.

Traduciudo por Patricia Antón de Vez y Joan Eloi Roca
Ático de los Libros (2025). 704 páginas
Blandir la espada
Esta es la base teórica sobre la que Richard Cohen construye su magnífico Blandir la espada. Historia de los gladiadores, mosqueteros, samuráis, espadachines y campeones olímpicos (Ático de los Libros, 2025), obra aparecida en su original inglés en 2003, constantemente reeditada, y que ahora recupera el tenaz equipo de Ático de los Libros. Por su parte, Cohen, un versátil personaje digno de estudio, británico afincado en Estados Unidos y prolífico autor, fue varias veces campeón de sable (uno de los tres tipos de esgrima deportiva por antonomasia: sable, espada y florete) además de competidor olímpico en esgrima en varias ocasiones. Puede decirse que sabe de lo que habla. Como consecuencia natural de su amor por este deporte, inoculado a temprana edad por las sesiones que un monje benedictino impartía en su colegio a sus compañeros y a él –con chaqueta de motorista a modo de protección pectoral–, decidió escribir esta obra con el objetivo de transmitir a todo tipo de lectores su manera de entender el mundo, y más concretamente la historia, a través de la espada. Es una especie de «historia total» de la espada y su uso en la historia, la literatura, el deporte, la herrería, la guerra, etc. Aunque es cierto que en el ámbito de la historia antigua el autor se deja llevar demasiado por autores como Flavio Vegecio, en el resto de épocas, tradiciones y «manuales» el autor despliega un apabullante abanico de conocimientos. Por poner un ejemplo, el ámbito japonés, en el que el autor está especialmente interesado: la espada como forma de vida (y de muerte), como filosofía, como camino. Como recoge Cohen en uno de los fragmentos de esta parte del volumen sobre la Restauración Meiji de 1868 en Japón acerca de la respuesta de un señor samurái sobre la prohibición de portar espadas: «La espada, expuso un potentado en una nota formal de protesta, no solo mantiene la tranquilidad de la nación, sino que también vela por la seguridad del ciudadano individual. De hecho, lo único esencial para esta nación marcial que venera a los dioses, lo único que nunca debe dejarse de lado ni por un instante, es la espada»».
Especialmente ilusionante de la obra (más allá del extraordinario contenido que alberga para los amantes de las espadas) resulta para el lector español el conocimiento de Cohen de numerosas obras de autores españoles, desde el De la Filosofía de las Armas y de su Destreza y la Agresión y Defensa Cristiana (1582), del maestro esgrimista sevillano Jerónimo Sánchez de Carranza, hasta las novelas que catapultaron a la fama a Arturo Pérez-Reverte, como El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990), El club Dumas (1993) o La carta esférica (2000).
Y en un orden más práctico, ¿cómo presenta Cohen esta ambiciosa obra? Ordenada en seis partes, cuyo progreso cronológico general deja espacio también al temático. Es decir, si bien el autor coloca los hechos cronológicamente más tempranos al comienzo del volumen, y los más tardíos al final de este, ello no le impide, cuando la narración lo requiere por razones temáticas, volver sobre sus pasos en el tiempo. Por ejemplo, aunque el autor deja las épocas antigua y medieval en el primer capítulo de la Parte I (de Egipto a Waterloo), ello no le impediré volver a temáticas antiguas y medievales a la hora de hablar de los grandes forjadores de espadas en época antigua y medieval en el capítulo quinto de la Parte II (La búsqueda de la perfección), donde el núcleo temático, en contraposición con la historia del uso de la espada de la Parte I, es el acero propiamente dicho: su trabajo, sus innovaciones, sus técnicas. Pero, en general, el orden cronológico prima, comenzando, como en el subtítulo del volumen, con los gladiadores de la antigua Roma y concluyendo con los actuales atletas olímpicos, pasando por un punto también de especial interés para Cohen: el de los duelos de honor. Todo ello unido por un mismo ethos, el ligado a ese objeto tan importante, y tan trascendente, que fue y es la espada. Una historia completa, actual y magistral de la espada, su uso y su significado a lo largo de los siglos.