Un manual para caerse del guindo

El mundo avanza gracias al conocimiento, pero se mueve por las emociones. La manipulación de masas ha ocurrido siempre, desde la antigua Grecia hasta nuestros días. Hoy por hoy todo ha de provocar una emoción, incluso la lectura de esta reseña, por eso conviene primero recordar la diferencia entre la realidad y el relato.

Quizás recuerde usted el cuento de Hans Christian Andersen titulado «El traje nuevo del emperador». Este trata de dos estafadores que engañan a un emperador para confeccionarle un traje único, contándole que será invisible para quienes no tengan la inteligencia para verlo.

El emperador, temiendo ser considerado tonto, afirma ver el traje y alaba la supuesta obra maestra de los falsos sastres. Es decir, compra el relato. El resto, por miedo o por ser tomados por estúpidos, también alaban el traje inexistente. Al final, es un niño inocente quien exclama que el emperador va desnudo, y evidencia la realidad.

Cualquiera dirá que los estafadores tenían un pico de oro. Pero si al igual que el niño del cuento, usted se pregunta el porqué de las cosas; el qué dijeron y el cómo se construye un relato, va a necesitar conocer entonces el modus operandi de cómo nos venden las motos.

Y es que el relato se ha convertido en la gran fuerza persuasiva que se impone en todos los estamentos públicos y privados. Para entenderlo, imagínese que usted ha contratado un detective.

Es aquí donde nos encontramos con Luis María Ferrández, quien es director de cine y guionista, además de escritor y comunicador, pero sobre todo él es el detective que ha llevado esta exhaustiva investigación sobre cómo se construye el relato ideológico en la batalla cultural, que publica la editorial Sekotia.

Imagínele ahora en un austero despacho de novela negra o film-noir, sacando del escritorio un libro y empezándole a narrar a la manera de un Alfredo Landa interpretando a Germán Areta en una de las películas de José Luis Garci.

Usted va a descubrir cómo el lenguaje de la ficción cinematográfica es el lenguaje que ha colonizado los discursos políticos, los institucionales o los medios de comunicación a la hora de contar las noticias; de ahí que hable en el libro de vocablos nuevos como netflixización, ficcioticias o psicoticias en vez de noticias, y cómo estas han colonizado el discurso cultural, social y empresarial.

Vivimos tiempos de kakistocracia; término que viene del griego para referirse al gobierno de las personas menos cualificadas y las más ineptas e incompetentes, cínicas e inescrupulosas. En definitiva, las peores.

Sin embargo, en Occidente mucha gente de bien mantiene la fe y su apoyo en sus gobernantes. ¿Cómo se explica esto? En palabras de Luis María, hoy en día todo el mundo necesita que le cuenten una historia. Nos hemos ficcionado tanto que convertimos la realidad, la rompemos, la distorsionamos y cuando no nos gusta la realidad la rompemos para generar ficciones que queremos y creemos convertir en realidad a base de premisas sesgadas repetidas hasta la saciedad.

Esto construye un lenguaje ideológico que traza una línea que posiciona al individuo entre lo correcto y lo incorrecto, entre la víctima y el verdugo, entre el oprimido y el opresor; entre el bien y el mal.

Generar relatos para deformar la realidad y que la sociedad se subyugue en un autoritarismo bajo una falsa capa de chocolate democrático, pero que subyuga al individuo para anularle y para que el individuo no pueda pensar por sí mismo y aceptemos lo que el autor llama «la terminología del bien común»; una serie de palabras que si uno va colocándolas en una frase aunque no sepa su significado se dice «esto ha de ser bueno».

Fascinante. Como dijo Leonardo da Vinci; «scientia est lux lucis» o el conocimiento ilumina.

Momento de abrir la nevera, sacar una lima de verde intenso y aspirar el aroma de su corteza, partirla en dos, exprimir su jugo y aspirar su aroma. Pero, olvidémonos del zumo de lima por el momento, y continuemos con don Luis María.

El autor profundiza en este libro de difícil escritura en la narrativa apocalíptica del miedo. Cómo se construyen los relatos con los que nos quieren asustar. Estimular el miedo es la mejor herramienta para impedir el pensamiento racional y conseguir la sumisión de las masas.

Llegado al final, el autor ya le ha descubierto cómo quien cuenta una buena historia gana. Cuando ya se conocen los mecanismos de la manipulación, y lee las noticias, vence la risa. Uno puede hacerse un cóctel y soltar algún chiste.

Brillante. Es el momento de acordarse del zumo de lima, tomar la coctelera y pensar en la ginebra. Si me permite la sugerencia, un gin a ser posible de Portland, Oregón. Dos tercios de ginebra, un tercio de zumo de lima, y una rodaja de lima.

Ahora ya tiene usted una herramienta excelente para analizar en la tranquilidad de su casa y sacar sus propias conclusiones sobre todo lo que le cuentan en los medios de comunicación, en la televisión y en las redes sociales, porque como decían en la antigua Roma; «Scientia potentia est» o el conocimiento es poder, y usted ya lo tiene.

Al final, la verdad vence al relato. Y viene la sonrisa por haberse caído del guindo. Momento de alzar el cóctel de la disidencia para derribar el muro de la propaganda y las versiones oficiales que nos imponen desde el poder, y en el peor de los casos brindar al sol a la salud del autor.

Por cierto, el cóctel se llama «Gimlet», y es muy de novela negra y film-noir; ideal para disfrutar junto con esta herramienta para caerse del guindo, que según las palabras de don Luis María Ferrández es un libro para todo el mundo, porque todo el mundo vive en este mundo.