Ernesto Sabato
'El túnel': pasión, soledad y locura en primera persona
Relato desasosegante y atormentado, en primera persona, entre la tortura y el placer, entre el vacío y la belleza, sobre un crimen pasional confesado anticipadamente
¿Notas las pulsiones del protagonista en cada una de las palabras que dan comienzo a El túnel? Ni él mismo es consciente de lo que está pasando hasta que llega a comprender su historia desde su propio monólogo, a través de sus palabras. Y su comprensión, querido lector, no será ni de lejos parecida a la del protagonista. Como en una representación teatral, le llegará desde distintas perspectivas. Como un predicador, Juan Pablo Castel, su protagonista, lanza un soliloquio para redimir la culpa sobre la pasión y la locura que le llevaron a cometer este crimen –«Existió una persona que podría entenderme. Pero fue, precisamente, la persona que maté»–. Todo ello sobre el fondo de una pintura abrumadoramente salvífica. Saltará asombrosamente de la negación a la comprensión tanto como dos caras de la misma moneda revisten a Castel: por un lado, la necesidad de lógica; por otro, una refutación de esa lógica (no cree que la lógica explique el mundo). Sabe que está rodeado de cosas inexplicables, pero necesita que alguien también las comparta con él. Hay que ser muy valiente ante la solicitud de perdón y compasión, pero ¿y nosotros?, ¿hasta qué punto podemos entender al homicida?
Cátedra (2006). 168 páginas
El túnel
Podrá pensar que el autor le allanó el camino diciéndole quién es el asesino. Olvídese de lo lógico en esta novela. Ni el mismo Sabato sabía: «Estoy harto a estas alturas de mi vida de tropezar hasta por la calle con gentes que me preguntan si María Iribarne era amante del primo. ¡Yo no sé! Yo sé lo que está escrito en la novela». Como en la tramoya de un teatro, que sube y baja cuerdas para escenificar otra realidad, así nos manejaremos entre los grandes problemas existenciales que el escritor plantea: ¿Qué sentido tiene la existencia? ¿Qué es el amor? ¿En qué sentido puede salvarnos de la soledad? ¿Qué es la muerte?
La novela de Sabato siempre estará de plena actualidad. La celebrarán lectores desprejuiciados y desconcertará a los detractores de siempre. ¿Y los protagonistas? Castel, neurótico, desequilibrado, mata a la única mujer que lo entendió y que lo amó. Y lo cuenta en primera persona, y también a retazos a través de otros personajes desde su propia perspectiva. María Iribarne, por su parte, es motor, centro y sistema solar, en torno al cual gira la psicología del protagonista.
El mismo título invita a entrar en un conducto cuyo destino se aventura cuando menos enigmático. En 100 páginas pasa de todo. «La novela expresa la colosal crisis de la época a la vez que funciona como un instrumento de salvación del hombre», apuntaba Sabato, que comprendía ya que el amparo del hombre no venía de sus adoradas Ciencias Físicas y las Matemáticas, que abandonó por las pasiones, la luz y la oscuridad de la pintura y la hondura del alma. El túnel mezcla elementos tradicionales de la literatura conviviendo con creaciones marca de la casa Sabato, desde la sintaxis hasta tres conceptos impregnados de un carácter simbólico: la pintura, la soledad y los sueños serán los ejes que delimitarán esta historia, una de las obras más reconocidas de la literatura universal, capaz todavía de emocionar al lector de hoy.
La pintura como catalizadora de la locura de Castel. Ese cuadro que atrae a María Iribarne es la constatación de un territorio propio de Castel, y en ese encierro existe una ventana que comunica con el mundo: el lienzo como ventana abierta a la vida. Castel está pidiendo a gritos que alguien le saque de esa soledad –«Volví a casa con una sensación de absoluta soledad […] consecuencia de mis peores atributos, de mis bajas acciones»–. La tortura y la soledad de Castel recuerdan –salvando las distancias– a Una partida de ajedrez, de Stefan Zweig, o Confesión de medianoche, de Georges Duhamel. Por otra parte, toda historia tiene su parte oscura y su parte luminosa. Y entremedias hay mucho que decir. Ahí habitan los sueños. Sabato consigue en ese arranque el ambiente para que el lector se sitúe en ese otro lado en el que todo es posible. Sus deseos y, a su vez, las terribles consecuencias que acarrearán serán el tema central. Y en esos sueños se debate a estallidos entre voces interiores, la justicia y la injusticia, entre cielo e infierno, así como verdades y mentiras.
Un relato desasosegante, en definitiva, donde Castel busca su redención rayando con el precipicio. Con el amor, o más bien el amor eterno, como único elemento que romperá la barrera entre realidad y enajenamiento. Podríamos considerar El túnel como la culminación de muchos argumentos ya tratados anteriormente por Sabato. Su éxito universal no se explica sin la armónica estructura –policial– del relato, la dimensión dramática, ni el instinto de Sabato para desarmar al estremecido lector.