Fundado en 1910

23 de abril de 2024

Saoia Hernández en su papel en la ópera 'Nabucco', en el Teatro Real

Saoia Hernández, en su papel en la ópera Nabucco, en el Teatro RealTeatro Real

Saioa Hernández, la diva madrileña que por fin llegó al Teatro Real

La soprano triunfa estos días en Nabucco después de haber inaugurado la temporada de La Scala

A Saioa Hernández, una de las nuevas estrellas internacionales de la ópera, nadie le ha regalado nada. De hecho, su debut oficial como soprano en el más relevante teatro de sus ciudad, el Real madrileño, se ha hecho esperar más de lo debido. Hace ya cuatro años, al director musical de la Scala de Milán, Riccardo Chailly, casi le bastó con ver un vídeo de una actuación suya en su primer Un ballo in maschera, colgado en YouTube, para ofrecerle inaugurar la temporada 2018/19 del templo italiano de la ópera con una nueva producción del Attila de Verdi. Al éxito de aquellas representaciones le seguirían una Tosca al año siguiente y La Gioconda hace unas semanas, saldadas de nuevo con nuevos y muy bien trabajados triunfos personales.
Entretanto, Zubin Mehta la ha dirigido en La Forza del destino y el responsable de El exorcista, William Friedkin, en su puesta en escena de Aida. Pero en España su ascenso se ha cocinado de un modo mucho más lento, quizá porque como ella misma ha afirmado en alguna ocasión, aquí pasa con todo, «desde el jamón ibérico a la zarzuela o el cine», se tiende a creer poco en lo de casa.
Aunque algo tarde (en 2020 ya había cantado unas funciones de Un Ballo in maschera pero como una sustitución por efecto del Covid), el público madrileño ya ha podido disfrutarla y ovacionarla estos días con todo merecimiento, como acaba de ocurrir en la función del pasado día 15, retransmitida además a plazas, locales y teatros de toda España a través de pantallas gigantes como ocurre durante los veranos. En el caso de estas funciones de Nabucco, y de la última que ha cantado Saioa Hernández este martes, el reparto del turno que le ha tocado a los aficionados con la soprano madrileña como Abigaille no desmerece en nada del que tuvo la ocasión de realizar el estreno, tanto o más equilibrado y con un valorar añadido además: la presencia del estupendo bajo-barítono Alexander Vinogradov como Zaccaria, justamente vitoreado.
Saoia Hernández interpreta a Abigaille en la ópera 'Nabucco', en el Teatro Real

Saoia Hernández interpreta a Abigaille en la ópera Nabucco, en el Teatro RealTeatro Real

El triunfo ha sido resonante, pero ella, una perfeccionista que pocas veces termina totalmente satisfecha después de una actuación, no se permite halagos innecesarios. Cuando el otro día, antes de llegar a su camerino, la cumplimenté y le transmití los elogios de ese gran calibrador de voces que es Arturo Reverter, absolutamente rendido a su interpretación, me dijo: «Alguna nota no estuvo del todo en su sitio». Seguramente nadie más que ella lo percibió. Pero lo mismo que Nadal sigue entrenando a veces después de un partido de cinco horas, ella repasa mentalmente toda la actuación en una búsqueda incesante y necesaria para seguir aspirando a la máxima excelencia, la que le se exige a los mejores.
Saioa Hernández es una Abigaille que recuerda sobre todo en sus modos y su expresión a algunas de las sopranos italianas de antaño, y quizá por eso en los teatros de ese país, en los que ella se fajó primeriza, los del llamado circuito b, de pequeñas ciudades como Módena, el público le ha dispensado siempre una admiración especial. Escucharla es como poner un disco de los años 50, cuando se «cantaba con todo». A ella le gustaría medirse con Rosa Ponselle, y reivindica la esencia del canto «sur la parola» del que hablaba en todas sus entrevistas, por ejemplo, la gran Magda Olivero o la misma Renata Scotto. Ese modo natural de decir la palabra confiriéndole su sentido preciso, algo que requiere técnica, dicción e inteligencia.
Aunque la potencia de la soprano gallega era una cosa descomunal, con un volumen que atolondraba a sus mismos compañeros, hay en Hernández algún reflejo de Ángeles Gulín, de ese arrojo con el que se lanzaba a interpretar a las primerizas heroínas verdianas, auténticos torbellinos de oscilantes pasiones capaces de saltar sin transición de la introspectiva efusión lírica a la invectiva más feroz, como en el aria más célebre de la aguerrida Abigaille de Nabucco.
A Saioa Hernández le van estos personajes por temperamento y personalidad, no se arredra ante los retos, como cuando de muy joven jugaba al balonmano o poco más tarde inició los estudios de Derecho con la finalidad de preparar unas oposiciones para oficial del Ejército del Aire. En medio, se pasó un par de años en un convento y tuvo tiempo para que descubrieran su voz en el coro universitario de la Carlos III hasta dar con su «hada madrina», la gran Caballé.
Montserrat Caballé, que la apoyó sin reservas desde el principio, y a cuya familia siguen muy unidos ella y su marido, el tenor Francesco Pio Galasso, le dijo que llegaría a a ser la diva del siglo XXI. Y desde luego, si no acertó del todo, poco le faltó. En esta profesión el estar en el número uno o simplemente formar parte del ramillete de los elegidos tiene muchas veces que ver con otras cuestiones, asuntos de agentes, la apuesta de las discográficas, la suerte… pero sin genuinas y sólidas condiciones es muy difícil permanecer en el top of the top.
La Hernández tiene talento de sobra y tesón y paciencia para aguantar. «En España, el que resiste gana», decía Cela, que tan bien nos conocía. Y ella ha sabido hacerlo: desde sus complicados inicios curtiéndose fuera en pequeñas temporadas en Italia o Suiza hasta llamar la atención de los programadores españoles. Primero Sabadell y luego La Coruña, donde cantó aquel Ballo in maschera que Chailly descubrió en las redes o El Pirata belliniano, la situaron sin duda en la pista de los grandes teatros nacionales cuando los internacionales ya la tenían en su agenda. Algo tarde, es cierto, pero ahora que ya está aquí ha llegado para quedarse durante algún tiempo más, el que le permitan sus otros compromisos en las principales casas de ópera europeas, como París, que en otoño la aguarda con Tosca, nada menos.
Comentarios
tracking