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29 de marzo de 2024

Kurt Cobain

Kurt Cobain y Shakira

De Nirvana a Shakira y Bizarrap o de la «dictadura» de las discográficas a la «anarquía» de las plataformas

Las grandes cadenas como la MTV monopolizaban la difusión de una música que hoy se ha «liberalizado» por el streaming y las redes sociales

Fue en la década de los 90 cuando la serie de conciertos televisados Unplugged (Desenchufado) transmitidos por la todopoderosa MTV fueron el canto de cisne del dominio catódico de las grandes cadenas en el mundo de la música. Si un artista quería ser reconocido tenía que salir en la Music Television. Los Unplugged fueron la penúltima reinvención antes de la reconversión del canal tras el cambio del negocio con la aparición de Napster, el servicio de reproducción de música pionero que surgió en los primeros 2000, que fue cerrado apenas un año después tras las multimillonarias demandas de las compañías discográficas por vulneración de los derechos de autor.
Las demandas y la prohibición que no pudieron cerrar del todo la brecha que había abierto para siempre la innovadora empresa, idea y propiedad de Sean Parker, quien tuvo un papel protagonista en la creación y asentamiento de Facebook y hoy es uno de los accionistas de la más conocida plataforma de streaming, Spotify: la forma moderna, mejorada, definitiva y finalmente triunfante sobre el viejo concepto y monopolio de las discográficas (y de cadenas como la MTV) de lo que fue la vieja Napster, que hoy es una más de las plataformas de streaming en el mundo.

Cambio de «régimen»

El Unplugged más famoso de la historia (una serie que grabó extraordinarios conciertos míticos de gran calidad y presentación) probablemente fue el de Nirvana, grabado el 18 de noviembre de 1993, apenas cinco meses antes del suicidio de su líder, Kurt Cobain, y lanzado póstumamente. Paul McCartney y Eric Clapton habían iniciado aquello con prestigio de perfil bajo, una delicatesen relativamente minoritaria que fue cambiando con la aparición de los viejos y los nuevos grupos y artistas de moda hasta convertir el espacio en un éxito de ventas, con la correspondiente comercialización de la música y de los videos de las actuaciones en formato de casete, de VHS y de CD. Un hito, mezcla de calidad y éxito, que tenía los años contados.
Todo empezó a cambiar desde la irrupción de la Napster original, un terremoto que hizo tambalearse el negocio musical y que al final acabó derribándolo. De los programas corporativos (conciertos, videos, monográficos, entrevistas, promociones...) monopolísticos de la MTV y todo lo que ha sucedido desde entonces hasta hoy (iTunes, Apple Music, YouTube...) se ha llegado a la difusión sin reglas, con los artistas adelantando sus trabajos en aplicaciones como TikTok, Twitter o Instagram mediante simples grabaciones caseras que obtienen millones de visitas en una especie de «anarquía» respecto a los que un día fue la «dictadura» de las discográficas.
Un cambio de «régimen» que también ha tenido su efecto en la música, en su forma y en una pregunta que flota en el ambiente: ¿también en su calidad? ¿Era mejor, por ejemplo, el reconocido Ballet del Kirov soviético que el del Kirov ruso? ¿Fue en este caso la dictadura real una garantía de clase que se perdió? La última de las innovaciones (y de los éxitos) del anterior sistema fueron, como se ha dicho, los conciertos Unplugged, pongamos que con Nirvana en su cúspide, y la última de las novedades, y también de los éxitos, del sistema de hoy, de total actualidad tras la famosa canción de Shakira, son las «sessions» de Bizarrap.
En cuanto a gustos poco hay que decir, pero un rápido vistazo a la simple estética del Unplugged de Nirvana y a la de la ex del futbolista Piqué junto al conocido DJ argentino revelan diferencias importantes. Si además uno se adentra en el concierto acústico de los de Seattle y lo compara con la actuación que se perpetra en las «sessions» de Bizarrap, es posible que uno también pueda notar una diferencia notable que podría ser una de las peores consecuencias de la «democratización» de un negocio donde su «revolución industrial» afectó seriamente a las esencias artísticas.
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