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29 de marzo de 2024

Imagen de 'Apple Music Classical'

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Una nueva apuesta de 'streaming' busca resucitar la música clásica

Apple Music Classical combina un catálogo de cinco millones de pistas con sonido envolvente, y comentarios sobre obras y compositores de todas las épocas

A finales de 2005 tuve la oportunidad de asistir a unas memorables representaciones de I Vespri Siciliani, la monumental ópera de Verdi, en el Metropolitan de Nueva York. El reparto era soberbio, con cuatro primeros espadas como requiere una de las partituras vocalmente más exigentes de este compositor: la soprano Sondra Radvanovsky, hoy afincada en Barcelona, que ya por entonces comenzaba a captar la atención del público y la crítica sobre su enorme talento; el incombustible barítono boloñés Leo Nucci en una de sus últimas apariciones norteamericanas, aún en excelente estado vocal; el tenor dominicano Francisco Casanova, demasiadas veces injustamente cautivo en las sombras de ese teatro, como posible sustituto cuando por sus extraordinarias virtudes podía eclipsar a cualquiera de los cantantes a los que debía velar en el anonimato, aguardando su oportunidad, y el bajo Samuel Ramey, uno de los artistas más justamente apreciados de la casa. Al frente del Coro y la Orquesta del Met, el mejor conjunto internacional para la ópera aún en aquella época, se encontraba además el inolvidable James Levine, antes de su injusta defenestración.

Aportaciones exclusivas

El éxito fue absoluto para un título que en la Gran Manzana no se programaba desde los mejores tiempos de la Caballé (la Scotto y nuestra Ángeles Gulín también habían llegado a cantar allí la misma producción en los años 70). Y a partir de entonces me quedé aguardando en vano la posibilidad de volver a disfrutarlo cuando el Met publicara la grabación, algo que no ha sucedido hasta ahora, casi veinte años después. Al menos, el sonido de aquellas funciones no había estado disponible en ninguna de las plataformas de streaming existentes, hasta ahora que Apple Music acaba de lanzar su servicio conocido como Apple Music Classical. Su extraordinario fondo de armario permite disfrutar de algunas aportaciones exclusivas, gracias a los acuerdos que han cerrado con instituciones como el propio Metropolitan, a los que se suman también el Carnegie Hall, la Sinfónica de Chicago o la Ópera de París, entre otros.

El catálogo de música clásica más grande del mundo

Debo decir que el reencuentro de estos días con aquellas Vísperas verdianas no ha sido del todo satisfactorio. Hay recuerdos que conviene mejor dejar reposar por siempre tal como permanecían en la memoria. Ya el gran Alejo Carpentier decía en uno de sus artículos sobre la industria discográfica, que nunca había querido volver a escuchar ciertas óperas románticas que le habían proporcionado goces insospechados durante su adolescencia, no fuera a quebrársele aquel temprano hechizo. Y no, en mi caso, no ha sido la obra lo que me ha decepcionado, si no algunos de los intérpretes que había escuchado durante aquella lejana estancia en Manhattan. Pero hasta para eso la nueva aplicación de Apple Music, ofrecida según la apologética publicidad de la empresa «como el catálogo de música clásica más grande del mundo», presenta soluciones más que satisfactorias.

La App no es infalible; aún le queda algún trabajo por hacer

Si la versión del O tu Palermo, el célebre aria de Vísperas sicilianas en la que el bajo, Procida, canta las alabanzas de su terruño insular, no resulta plenamente satisfactoria en el instrumento ya algo ajado, demasiado «tremolante», de Sam Ramey, sin tener que abandonar la poltrona para ponerse a rebuscar entre la añeja colección de CD y LP, localizar alguna de las que registró Ezio Pinza, de idéntica pieza, se antoja bien fácil. El legendario bajo romano aparece reflejado en un ramillete de ciento veinte grabaciones, nada menos, que incluyen casi todos sus grandes hitos, desde sus varias apariciones como Don Giovanni, que lo situaron a la cabeza de los intérpretes modernos del emblemático rol mozartiano, hasta las interpretaciones de algunos de los clásicos de Harold Arlen. Y digo casi, porque curiosamente no se incluye la banda sonora de South Pacific, uno de sus grandes éxitos, señal de que la App no es infalible; aún le queda algún trabajo por hacer.

115.000 obras de 20.000 compositores

En cualquier caso, los aficionados a la música, o quienes aspiren a serlo, tienen desde ahora a su alcance un instrumento valioso para profundizar en el aprecio de cuantos tesoros nos ofrece el repertorio más vasto imaginable: cinco millones de pistas que abarcan hasta 115.000 obras de 20.000 compositores distintos. Además, con una novedad fundamental, algo que preocupa sobre todo a aquellas personas que buscan en todo momento la mayor calidad de sonido: la posibilidad de disfrutar del «audio espacial» que permite a los oyentes sumergirse en un paisaje sonoro de 360 grados, en el que la música llega desde todas las direcciones, incluso por arriba, intentado reproducir las condiciones ideales de una sala de conciertos. La experiencia resulta óptima, aunque mi consejo en materia tan delicada es siempre el mismo: ninguna interpretación grabada sustituye nunca a la experiencia de «la música en vivo», incluso si hay que sacrificar a una orquesta de primera fila por otra que nunca llegará a serlo.

Existe la posibilidad de escuchar breves audios en los que los propios intérpretes comentan las obras

Pero más allá del «audio sin pérdidas», como se dice en la jerga de los permanentes rastreadores del Santo Grial de la perfección acústica, Apple Music Classical ofrece detalles que justifican el interés de su oferta, contribuyendo en ocasiones a suplir algo de esa educación musical que tanto se echa en falta en los programas de estudios actuales. Existe desde la posibilidad de escuchar breves audios en los que los propios intérpretes comentan las obras cuando así se ha dispuesto, hasta descubrir listas de reproducción seleccionadas por expertos o encontrar detalles biográficos sobre los compositores, en Podcasts que también reúnen información sobre los distintos periodos de la historia musical.

¿Se logrará enfrentarse al imparable dominio del reguetón

¿Se logrará, con ello, enfrentarse al imparable dominio del reguetón, que tanto furor causa entre los jóvenes en sus distintas vertientes y adaptaciones? Al menos, existe para ellos la posibilidad de descubrir algo diferente, al alcance de la mano. En la mayoría de los casos, quienes ya estén suscritos a Apple Music no deberán pagar más por acceder a Apple Music Classical, cuyo precio mensual ronda los 11 euros, según anuncia la compañía. Esta apunta ciertos datos esperanzadores. Desde su lanzamiento, el nuevo servicio «se ha convertido inmediatamente en la app gratuita número 1 del App Store». Y supuestamente, «en los dos días posteriores al lanzamiento, los álbumes de música clásica alcanzaron en más de 140 países de todo el mundo un nuevo récord para el género. Más de 80 álbumes de música clásica llegaron al top 10 en las dos semanas siguientes, y ocho alcanzaron el número 1».

«Enganchar» a nuevos públicos

¿Un espejismo fomentado por el marketing, una ilusión propiciada por la novedad? En 1928, el Grammophone Review ya utilizaba argumentos similares para acompañar la puesta en circulación del gramófono, que no dudaba en calificar como «uno de los tesoros modernos»: «Los tiempos en los que el hombre medio podía mostrarse indiferente al embrujo de la música van quedando atrás a un ritmo acelerado». Sea o no cierto que la aparición de este reciente producto sirva para «enganchar» a nuevos públicos en el aprecio de la obra de J.S. Bach o Max Richter, lo que no ofrece dudas es la reflexión del eminente crítico y musicólogo Paul Henry Lang: «Vivimos en el caos de una civilización que se desintegra. Lo viejo se pierde y abandona; lo nuevo, sólo tibiamente adivinado, está lejos de cristalizar. Pero no podemos abandonar nuestra fervorosa creencia de que, si ha de surgir un nuevo edificio de vida y de fe, lo será sobre los eternamente antiguos cimientos del espíritu humano».
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