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28 de abril de 2024

Los miembros de Shinova, que lanzan nuevo álbum, 'El Presente'

Los miembros de Shinova, que lanzan nuevo álbum, 'El Presente'

Shinova: «Que la música en español esté triunfando no sólo nos beneficia, sino que es un orgullo»

La banda vizcaína ultima el lanzamiento de su nuevo disco, El presente, y prepara en paralelo la gira que acompañará su próximo álbum, con una cosa clara: «El amor al cien por cien e incondicional a la música sigue ahí como el primer día»

Los chicos de Shinova, la banda de Bérriz fundada en 2008, están de vuelta, y concierto a concierto (como el que vivimos gracias al ciclo Cómplices Vibra Mahou, que ha celebrado décimo aniversario) van dando pequeños adelantos gozosos de lo que será su nuevo álbum de estudio, en el que, sin perder su esencia, prometen demostrar su evolución. Porque de eso se trata: de investigar con nuevos sonidos, pero sin dejar atrás a quienes ya han conquistado con su música.
La primera pieza del nuevo disco, El presente (que será su séptimo álbum de estudio) es Alas, el single que les sirve como carta de presentación de este álbum para el que, de nuevo, confían en el productor Manuel Colmenero, detrás también de la producción del disco anterior, La buena suerte. El Debate ha hablado con ellos, con Gabriel de la Rosa, su vocalista, como portavoz, sobre el devenir de la industria musical y el momento dulce que vive todo el sonido que suene a castellano, entre muchas otras cosas.
–Hicieron un adelanto del nuevo disco y tocaron junto a Rozalén en la gira Cómplices Vibra Mahou, creada por la plataforma de música de Mahou Cinco Estrellas que genera encuentros en torno al directo. ¿Qué tal aquella experiencia?
–Nos encanta tocar en salas. El otro día en la presentación cantamos Lobos, pero fue un regalo extra, y a pesar de no haberla lanzado oficialmente, ¡la gente la cantaba! Después llegaron Ponferrada y La Riviera, y ha sido impresionante ver cómo aquel primer concierto de adelanto, de algo que ha permanecido oculto durante meses, es algo que es ya del público. Todo el mundo lo ha recibido con mucho cariño.
–Comentaron que en un principio no sabían cuál iba a ser el single. ¿Es algo que van probando en el directo, midiendo la interacción con el público?
–Todavía faltan adelantos por salir; tenemos muchas ganas de todos y cada uno... Pero elegir Alas ha sido un acierto. No es un tema muy directo; es muy Shinova, pero a la vez ya pone un pie en lo siguiente, en la evolución de nuestro sonido. Hemos ido un poquito más allá, incluso en la estructura de la canción.
–¿En qué sentido han ido «más allá» en el sonido? ¿En qué podemos percibirlo?
–Si vamos a lo técnico, hay muchísima más distorsión de guitarras, sintetizadores mucho más agresivos, pero que dentro de la mezcla y la producción de Manuel Colmenero no pierden calidez. Creo que este disco –y Alas es un ejemplo perfecto, porque es una canción muy contundente– no pierde nuestra calidez, a la vez que genera unas texturas de sonido que emprenden nuevos caminos e inauguran una etapa.

En el nuevo disco hay muchísima más distorsión de guitarras y sintetizadores mucho más agresivos

–Este single habla de ser valiente y de mirar hacia delante, pero a la vez tomando las riendas y tomando decisiones conscientes. ¿En este «presente» es la única forma de vivir?
–El disco habla precisamente de hacer lo que esté en las manos de cada uno, de tomar las riendas. Después la vida te da golpes y alegrías, y la clave está en saber que muchas de ellas son ajenas a nuestro control. Tenemos que aprender a fluir con ello, aprender de cada instante, de cada revés, de cada alegría.
–Algo muy común hoy en día parece ser «fluir», pero eludiendo el trabajo y el esfuerzo. ¿Cómo se combinan ambas cosas?
–Pocas veces se da el caso de que la fortuna llegue sola. En la música pasa mucho: parece que vivimos «un buen momento», pero hay muchísimo trabajo detrás que la gente no ve. Y a pesar del esfuerzo, a veces el resultado no acompaña al cien por cien. Pero el cariño, la fe, la confianza en lo que haces tienen que estar siempre.
–Cantan: ¿El tiempo que esperábamos es ahora? ¿El presente es siempre el mejor momento? ¿O hace referencia también al éxito que empieza a cosechar Shinova?
–Nosotros sí creemos que estamos en nuestro mejor momento. En esta ocasión hemos dado con un repertorio maravilloso y tenemos unas ganas de tocarlo tremendas. Disfrutamos a tiempo completo de lo que es nuestra pasión y vivimos de ello. Aunque con toda esta nueva etapa también surgen nuevas responsabilidades con las que tenemos que lidiar y aprender, más allá de lo meramente artístico. No es que el presente sea el mejor momento, es que es el único que tenemos: el pasado a veces es un aprendizaje, a veces es un peso. Y el futuro, quién sabe... Aunque parezca una frase de coaching barato, el presente es lo único que tenemos.

Aunque parezca una frase de coaching barato, el presente es lo único que tenemos

–En el mundo en el que vivimos, estar aferrados al presente es muy difícil. Especialmente en la música, donde si te tomas dos años para componer un disco, hablan de «parón»...
–De hecho nosotros hemos sacado algún tema entremedias. Hicimos una canción muy bonita con Idoia, una versión de Gigantes; también sacamos Si no es contigo con Rafa, de Viva Suecia. Hemos ido lanzando algunos temas, pero parece que todo tiene que ser mucho más veloz, casi instantáneo. Y nosotros no somos una banda con esas características. Necesitamos disfrutar del proceso de creación, ver cómo las canciones maduran y cuando nos llegan de verdad, cuando pensamos que de verdad están bien vestidas y preparadas, entonces las presentamos en público. Preferimos no precipitarnos. Es nuestra manera de ver el arte, y no confundirlo con la industria. Porque la industria musical sí te exige esa velocidad y que siempre estés presente, pero no es nuestra forma de trabajar ni de componer.
–Pero vivir de espaldas a esa velocidad que impone la industria es un privilegio, aunque sea un derecho ganado.
–Pues sí. Nosotros lo hemos hablado mucho con la discográfica y para ellos no hay ningún problema; de hecho, prefieren y están de acuerdo con nuestra filosofía, la compartimos. Hay artistas que trabajan de una determinada manera, cuyo público consume música de una manera determinada. Pero nosotros no. Por eso tenemos más margen. Lo cierto es que no paramos porque en dos años y medio no hemos dejado de tocar. ¡No nos han cambiado la cerradura de casa de milagro! Es otra forma de estar presentes.

Parece que todo tiene que ser mucho más veloz, casi instantáneo. Y nosotros no somos esa clase de banda

–Una cosa es el reposo compositivo, y otra el del escenario. Para una banda como Shinova, ¿el directo es clave?
–Es lo que nos da la vida, es por lo que estamos aquí y lo que tiene sentido. Cuando ves que estás compartiendo tu música con la gente, que la están disfrutando contigo, da igual todo lo demás. Ese momento de escenario, de compartir, de música y de unidad es lo que le da sentido a todo lo demás.
–Lo virtual, internet, Spotify y las redes sociales son una ayuda y han supuesto una democratización para el mundo de la música, pero también imponen un ritmo. ¿También viven libres de esa rueda de publicación constante?
–No, por supuesto que ahí no se salva a nadie (risas). Nosotros tenemos a Marina, que trabaja nuestras redes, que es muy buena community y que siempre está pendiente de nosotros... que nos cuesta la vida estar pendientes de todo. Pero la gente con nosotros es muy respetuosa; hemos tenido muy poco conflicto. Tenemos algunos haters, pero son muy graciosos. Son creativos y no hay nada más divertido que una buena crítica. Pero creemos que para seguir siendo creativo tenemos que evadirnos de ese ruido; no podemos estar siempre al día de lo que hace todo el mundo, todas las bandas, todos los grupos...
Shinova

Shinova, en su anterior visita al periódico El Debate

–El eterno debate del artista: ¿tiene que estar haciendo su arte o tiene que aprender a venderlo también?
–Exacto. Por supuesto que tiene que haber un trabajo de marketing, un trabajo de promoción para que haya un altavoz de tu música. Pero en lo que es meramente la creación artística preferimos estar al margen de estímulos y modas, que sólo añaden estrés.
–Volviendo al disco, además de Idoia y Rafa Suecia, ¿qué colaboraciones podemos esperar?
–En exclusiva te adelanto que una muy especial va a ser mi madre. Es una de las canciones más emotivas para mí de todo el disco. Siempre que la canto, lloro.
–Ustedes afirman que nunca han visto una escena musical tan rica como la que atraviesa la música en español, aunque es algo que despierta muchas críticas y que no tiene nada que ver con su rock alternativo...
–Sí, porque así lo sentimos. Que la música latina esté en el top uno a nivel mundial, aunque sea otra línea artística, aunque sea lo urbano lo que está triunfando, también nos beneficia. A nosotros y a todos los que hablamos español. Es un orgullo. La democratización de las redes también se hace a nivel de consumo. Una chavala de 18 años que en su playlist tiene a Bad Bunny puede tenernos a nosotros también. Lo importante es que las canciones llegan, generan un impacto, emocionan. Da igual la etiqueta.

No es que el presente sea el mejor momento, es que es el único que tenemos

–Ustedes mismos han pasado del heavy-hard-rock a algo mucho más matizado, como destilando sonido indie, que por otro lado es muy español. ¿Esta evolución ha sido consciente? ¿Volverán al heavy?
–Los que han escuchado los adelantos del nuevo disco nos han dicho que había algo de conexión con nuestros inicios y es cierto, aunque ni mucho menos está cerca de lo metalero. Lo común es la manera de componer este disco, el conectar precisamente con cuando empezamos y por qué empezamos, y con cómo disfrutamos haciéndolo sin ningún tipo de presión, simplemente por el placer de hacer canciones. Sin querer puede que hayamos conectado con nuestros 14 años, con la emoción de hacer canciones. Esa es la filosofía de este disco, el disfrute y la pasión por hacer música y no centrarnos en nada más. Ni siquiera hemos pensado en cómo iba a funcionar a nivel comercial.
–Los chicos de La M.O.D.A. decían que empezaron imitando lo anglosajón, muy influenciados por Dublín, pero han acabado volviendo a sus raíces y lanzando El nuevo cancionero burgalés. ¿Es normal empezar emulando lo que uno escuchaba de joven?
–Lo primero es aprender de la gente que lo hace bien, de la gente que te emociona de las bandas, y de aquellos artistas que hacen que te alejes un poco de tus problemas, que te liberen y te hagan disfrutar. Entonces surgen las preguntas: ¿cómo hago esto mío? ¿Qué sonido me interesa? ¿Qué tengo que decir? ¿Cuál es mi voz? En nuestro caso, pasó un tiempo hasta que descubrimos nuestro lugar artístico. En la adolescencia un día te crees heavy y otro no puedes vivir sin Manu Chao y vas la chilaba a todos lados, hasta que de repente encuentras tu verdad.
–La primera vez que se subieron a un escenario tenían 13 años. ¿Qué perspectiva les ha dado el tiempo, una carrera musical de 15 años?
–Nos da mucha alegría, mucha ternura, cuando pensamos en aquel primer concierto, hace muchos años, con el micro en la mano, mirando al suelo con un pánico atroz a movernos o a mirar a la gente. Le estuve cantando a un bafle mirando para abajo durante los 40 minutos que tuvimos que repetir tres canciones, porque tampoco teníamos repertorio. Desde ese momento hasta hoy han sucedido muchísimas cosas. Resulta que ahora somos profesionales que vivimos de esto; hay muchas más responsabilidades, porque a lo artístico se suma lo empresarial. Pero hay algo que no se ha perdido, no sé si llamarlo ingenuidad o inocencia, que está muy conectado con ese primer momento, con esas primeras emociones y con ese amor brutal a todo trapo. Amor al cien por cien e incondicional a la música. Eso está ahí, sigue ahí como el primer día.
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