En 1988 Tracy Chapman surgió de la casi nada para publicar un disco que le gustó a todo el mundo. Antes había pasado por una infancia y juventud con conflictos raciales en su Cleveland natal. Un compañero de universidad, donde empezó a tocar, la recomendó a su padre, el jefe de una discográfica, pese a las reticencias iniciales de ella.
Poco después ganó tres premios Grammy con su álbum debut, Tracy Chapman, y vendió millones de discos por todo el orbe. Fast Car, el tema que interpretó como una aparición en la última gala de los Grammy, fue el mismo con el que hizo historia hace 36 años en directo en el estadio de Wembley.
La artista andrógina que jamás reveló su identidad sexual, ni ha hecho apología «woke», ni nada similar, sino en todo caso ensalzamiento de la discreción y la timidez, ha vuelto a triunfar de forma natural con una simple actuación que estaba metida en lo más hondo de los que la vieron triunfar hace más de tres décadas y de los que la han vuelto a ver triunfar sobre las nuevas generaciones, incluso sobre Taylor Swift, según los datos de reproducciones de Billboard.
El gigantismo de su agudeza musical expresado en cifras, que contrasta con el perfil de la mujer que dijo que, debido a su introversión, quizá no era «la persona más adecuada para este trabajo».
Comentarios