'Purito' Rodríguez, el número uno que nunca ganó una Gran Vuelta

A Joaquim Rodríguez le pasó algo parecido a Jack Palance, como si tuviera la misma cara de malo, cosa que nunca fue cierta. Jack Palance fue un malo de película, sin oportunidad de ser otra cosa en el cine, igual que Purito, al que encasillaron de «gregario», como se suele decir en ciclismo, que en lengua española es sinónimo, entre otros, de «dócil», «servil», «vulgar» o «mediocre».

Primera victoria en Montjuic

«Purito» se hizo profesional en 2001 y ese mismo año logró su primera victoria en la Escalada a Montjuic, demostrando que «mediocre» no podía ser. Dos cursos después fichó por Saunier Duval, donde estuvo solo una temporada en la que ganó La Semana Catalana, la Subida a Urkiola y el maillot de la Montaña en la Vuelta España: «vulgar» tampoco podía serlo.

Se fue casi corriendo a visitar sus propios y ansiados 'Monumentos'

En Caisse d’Epargne estaba por debajo de Alejandro Valverde como un «gregario» ciclista en absoluto «servil» o «dócil» pues allí ganó el Campeonato de España, escribió sus dos etapas en la Tirreno-Adriático y la medalla de bronce en el Mundial de Mendrisio, desde donde casi se fue corriendo, sin perder un minuto más (ya había pasado casi una década desde el principio y aún no había corrido el Tour) a visitar sus propios y ansiados 'Monumentos'.

El Katusha ruso fue el destino. Más dinero, un rol de líder y la Grande Boucle, al fin, pasados los treinta. Demasiado tiempo, quizá, para muchos, pero no para un «antigregario» con un descomunal talento por explotar. Aquel 2010 ganó la Vuelta a Cataluña y quedó segundo en la Flecha Valona antes de llegar octavo en su primer Tour, con victoria incluida en Mende, en una etapa clásica adaptada a la horma de su pedaleo.

Primer 'número uno'

No había terminado el primer año como líder de un equipo, así que fue a la Vuelta a España para quedar cuarto, ganar una etapa y vestirse de líder de una Grande por primera vez. Esa temporada como ciclista franquicia acabó como número uno en el ránking mundial con 31 años. En 2011 quedó cuarto en el Giro y ganó dos etapas en la Vuelta. Un año después al fin ganó la Flecha Valona donde había quedado segundo la temporada anterior.

Ryder Hesjedal le arrebató la 'maglia rosa' en Milán por 16 segundos

En el Giro, quizá la gran carrera de su vida, una particularidad más del barcelonés, se quedó más cerca que nunca de un triunfo que perdió en la última contrarreloj en Milán (de solo 28 kilómetros) ante Ryder Hesjedal, que le arrebató la maglia rosa por 16 segundos. Diez días como líder en el Giro y trece en la Vuelta no fueron suficientes para lograrlo. El ataque salvaje de un Alberto Contador disparado a Fuente Dé terminaron por dejarle tercero en la general en Madrid, pero primero, otra vez, en la clasificación del UCI World Tour.

Purito ya había sido dos veces el número uno rozando la victoria en las grandes carreras. El Giro de Lombardía, donde por primera vez un español alcanzaba el triunfo en «la Clásica de las Hojas Muertas», consolidó su posición de privilegio (siempre ganó a los puntos) y atenuó la decepcionante gran temporada del imponente ciclista español, de quien los focos, que apuntaban a otros, siempre parecían alejarse.

La amarga plata de Florencia

Otro gran año sería 2013. Ser tercero en el Tour culminaba la proeza del podio en las tres Grandes Vueltas. No fue el final, ni lo peor, la cuarta posición en Madrid, sino la segunda plaza en el Mundial en Florencia. «No me preguntéis a mí por qué no hemos ganado. Yo lo he hecho perfecto. Valverde tenía que salir a por los que saltaron por mí, eso era fácil», dijo al término de la carrera. En esa misma llegada el seleccionador, Javier Mínguez, apuntó a lo mismo: «Valverde tenía que salir a por Rui Costa y ganaba Purito. Ha estropeado su oro y el de Purito».

Tuvo que volver el otoño para ganar de nuevo en Bérgamo y, como en el Mundial, por delante de Valverde

No se escuchó nunca más a Joaquim quejarse tan amargamente como entonces. Siempre risueño y audaz, sobre la bicicleta y ante la vida y los micrófonos (cuando se despeñaba lo hacía contando chistes), tuvo que volver el otoño para ganar de nuevo en Bérgamo y, como en el Mundial, por delante de Valverde. Otra vez a las puertas y sin embargo otra vez número uno.

Una caída en la Amstel Gold Race dio al traste con su obsesión con el Giro. Tuvo que recuperarse de varias fracturas y volvió al año siguiente con el Tour en la mirilla, donde ganó dos etapas, una de ellas en el Muro de Huy donde ya había triunfado en la Flecha Valona. Su segunda posición en la Vuelta a España con 36 años fue un hito, pero fue una segunda posición, otra más y ya la definitiva.

El último capricho

Aún se dio el capricho del último casi feliz desencanto de llegar quinto (tan cerca otra vez) en los Juegos de Río a los 37. El eterno sabor amargo de Florencia que aprendió a quitarse con el carácter divertido que le dio su apodo el día que fingió fumarse un puro mientras subía un puerto en bicicleta.