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05 de mayo de 2024

Sergio Llull levanta la undécima Euroliga en Kaunas (Lituania)

Sergio Llull levanta la undécima Euroliga en Kaunas (Lituania)

Resumen del 2023 en el deporte (IV)  La épica Euroliga con la que el Real Madrid demostró que las remontadas también valen para baloncesto

Épica. Es la única manera de definir la Euroliga 2022/23 del Real Madrid, una competición donde el club blanco volvió a cuestionar los límites de lo que es posible y de la grandeza de esta institución que potencia las cualidades de todos sus miembros cuando el miedo y el cansancio paraliza al resto. Remontar un 2-0 en contra en cuartos ante el Partizán, ganarle la semifinal al Barcelona después de irse seis abajo al descanso y vencer la final frente a Olympiacos con una canasta sobre la bocina de Sergio Llull son hazañas dignas de una institución que encuentra el ganar como un hábito derivado de una obligación histórica.
Séneca decía que vencer sin peligro es ganar sin gloria, y el Real Madrid se maneja en ese limbo como nadie. De la Champions League de fútbol de 2022 a la Euroliga de 2023, la historia de la entidad blanca se construye sobre remontadas improbables, proezas increíbles y una sensación eterna de poderío y magnitud histórica.
Para recapitular un poco la andadura europea del Real Madrid, ya con Chus Mateo como entrenador principal tras el adiós de Pablo Laso, el equipo blanco quedó tercero en la fase regular de la competición, habiendo sumado 23 victorias y 11 derrotas en sus 34 partidos, tan solo por detrás de Olympiacos y Barcelona. A ambos les derrotaría en el camino a la undécima.

Remontar un 0-2 por primera vez

En primera instancia, en cuartos, tocaba el Partizán serbio, una eliminatoria que iba a devenir histórica. El primer partido, el 25 de abril en el WiZink Center, se resolvió por los pelos para los visitantes. Un encuentro abierto, de constantes alternativas e intercambios en el marcador, que finalizaría con un ajustadísimo 87-89. Dos días después, de nuevo en Madrid, tendría lugar la batalla.
Desde el principio el Partizán se marchó en el marcador. Tras el primer cuarto, +10; al descanso, +14. El Madrid estaba contra las cuerdas, viéndose con un 0-2, en un clima de tensión y entonces todo explotó. Una tangana bochornosa entre los dos equipos que acabó con múltiples sanciones (el más perjudicado fue Guerschon Yabusele, al que le cayeron cinco partidos) y el Partizán también perdió a dos jugadores clave, Mathias Lessort y Kevin Punter.
Con una tensión en el ambiente que se cortaba con un cuchillo, la serie se dirigió a Belgrado, plaza de por sí ya conflictiva. El propósito del Real Madrid era algo inaudito: nunca nadie en la historia de la Euroliga había remontado un 0-2 en contra en una serie. El marcador tras el primer cuarto del tercer partido, un +13 para el conjunto serbio, convertía el objetivo en algo ya casi inviable.
Hubo entonces una modificación de Chus Mateo, nada nunca visto ni un ajuste propio de elegidos, pero que cambió el rumbo de la serie. De una defensa individual a una defensa zonal. A patrullar el aro, cortar líneas de pase e incomodar las referencias rivales. El Partizán empezó a dudar, dejó de fluir y la serie ya había cambiado. Ese encuentro se lo llevó el Madrid por los pelos, 80-82, y seguían vivos para morir otro día.
Los jugadores del Partizán se pegan con los jugadores del Real Madrid, durante el segundo partido de los cuartos de final de la EuroLiga que Real Madrid y Partizán Belgrado disputan este jueves en el Wizink Center, en Madrid. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Real Madrid y Partizán vivieron una eliminatoria de mucha tensiónEFE

El cuarto encuentro, con un arranque relámpago del Madrid que se puso 12 arriba en los primeros minutos, volvía a resolverse para el conjunto español, que volvía a su casa dispuesto a culminar la historia. Ese quinto partido fue increíble. El Partizán se fue al descanso ganando de 16 y parecía que dejaba con la miel en los labios al Real Madrid, pero una reacción increíble en la segunda parte, liderada por la vieja guardia de Sergio Rodríguez, Rudy Fernández y Sergio Llull, valió el triunfo, la clasificación y la historia.
La semifinal de la Final-Four de Kaunas le midió con el Barcelona, y el Madrid volvió a remontar. Del más seis culé al descanso, al triunfo blanco por 78-66, liderados por un brutal Walter Tavares que se fue a los 20 puntos y 15 rebotes.

La final ante Olympiacos

La final, frente a Olympiacos, merece capítulo aparte. Los griegos, un equipazo, empezaron mejor, dominando el partido y con sus estrellas, el búlgaro Aleksander Vezenkov y el estadounidense Isaiah Canaan, metiendo puntos casi sin querer. A base de triples, el Madrid se agarró al partido, siempre a una distancia prudente y espero a que la historia y el destino jugaran su parte.
El momento de la canasta ganadora de Sergio Llull

El momento de la canasta ganadora de Sergio LlullReal Madrid

Hay equipos, en cualquier deporte, que se sienten tan superiores en determinados momentos de partido, que les vale con llegar vivos a esa instancia para alzarse con la gloria. El Madrid, tanto en fútbol como en baloncesto, se siente tan dominador, tan tirano en competiciones europeas, que aguantar un resultado ante ellos es un suplicio.
Para el Real Madrid, el peso de la historia, el orgullo de la camiseta, el ya haberlo hecho antes, el sentirse los mejores, son motivos que les empujan cuando el miedo paraliza. Para los rivales, tener algo a perder ante un equipo sin miedo a ganar, es como sentir el peso del mundo sobre sus cabezas. A escasos minutos del fin del encuentro, Olympiacos ganaba de seis, pero no fueron capaces de anotar ninguna canasta más. El Madrid fue recortando y Llull, que estaba teniendo una noche olvidable, sin haber anotado ningún punto, se sacó de la chistera un tiro en suspensión que certificaba la remontada a tres segundos del final. Olympiacos tuvo el último tiro, pero obviamente no iba a anotar.
El Real Madrid es el único equipo de Europa que es esclavo de la victoria. Una consideración que otros clubes no saben aguantar, por eso nadie gana como el Real Madrid. Ni tanto.
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