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29 de marzo de 2024

El Barcelona perdió la semifinal de la Supercopa, a pesar de las apariencias

El Barcelona perdió la semifinal de la Supercopa, a pesar de las apariencias

El Real Madrid infligió a su rival una trabajada y dura derrota que el propio derrotado camufló públicamente como una victoria

Al término de la semifinal de ayer un apenado, enfadado, decepcionado, pálido y soberbio a todas luces Xavi proclamaba que su equipo había sido mejor y que había merecido ganar. Pero no ganaron. El hecho es este: el Barcelona no ganó y está eliminado. Ni siquiera fueron alguna vez por delante en el marcador, que además igualaron por primera vez de rebote. Entre la espera del Madrid y el adelantamiento del Barsa pareció durante buena parte del partido que se jugaba en el área madridista, un espacio atestado, asediado, que le concedió las alas a los azulgranas como al ángel de Qué Bello es Vivir.
Que Xavi se cree un ángel, un espíritu incorpóreo azulgrana, solo parece negarlo el madridismo y las groserías verbales y gestuales que sin ningún disimulo profiere y ejecuta sin que por ningún lado aparezca la noticia. Que un ángel pueda ser tan malhablado y sin embargo tan elogiado solo puede provenir de un relato. Xavi sacaba pecho a pesar de la mirada cansada, como de ángel caído en una semifinal de la Supercopa, creyendo firmemente que el cacareado punto de inflexión había llegado. Un hecho que, después de la victoria, fue el mayor triunfo de Ancelotti.
Valverde marca el gol del triunfo del Madrid

Valverde marca el gol del triunfo del MadridEFE

El Madrid esperaba y el Barcelona jugaba, lo normal si uno espera: el otro puede hacer casi lo que quiera hasta los tres cuartos. O lo que le dejen. El Madrid marcó tres, que pudieron ser más, y el Barcelona dos, uno de rebote, que jugó el mejor partido desde que el entrenador serafín está el mando. Lo que sucede es que parece que el Barcelona ganó, pero no lo hizo porque perdió por dos goles a tres. Por decirlo más claramente, aunque ya se ha dicho antes, el Barcelona perdió el partido y quedó eliminado de la Supercopa arábiga. La sucesión de parabienes al desempeño culé casi oculta la realidad, una cascada de elogios en cuya caída final aparece Xavi mesándose los cabellos mojados como en un anuncio de champú.

La cama elástica

Es posible que en algún lugar remoto, y no tanto, tengan dudas de quien ha ganado o incluso crean que ha ganado el Barcelona, al que el Madrid dejó pasársela (con el riesgo implícito que conlleva y que se vio y se asumió) hasta el punto de que pareciese, y mejor, que el mismo equipo culé creyera que algo había cambiado. En realidad casi todo el mundo lo cree, aunque es lo que suele pasar cuando se camina por el desierto: que pueden observarse espejismos. En cualquier caso ya se verá si lo de ayer era un oasis o una visión inducida por el taimado Carletto.
Lo que se vio, para que no queden dudas, es que el Madrid ganó a pesar de los bardos que cantan por todas partes la derrota del Barça. Un niño saltando en una cama elástica hasta que se acaba el tiempo, ayer ciento veinte minutos, una barbaridad, como para que no se creyera ese niño, incluido el querubín Xavi, que la diversión ya no podía tener fin.
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