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03 de mayo de 2024

Pedro Sánchez y Luis Rubiales, en Moncloa en septiembre de 2018

Pedro Sánchez y Luis Rubiales, en Moncloa en septiembre de 2018GTRES

La FIFA pinchó el plan del Gobierno de apuntarse la caída de Rubiales, a quien sostuvo durante años

El máximo organismo del fútbol mundial se anticipó al Ejecutivo, que tampoco tenía competencia sobre la RFEF más allá de recurrir por escrito al TAD

En la guerra fría que acusa el fútbol español, con una Federación y una Liga que solo se hablan para increparse, el Gobierno también eligió partido. Entre un dirigente que simpatiza con Vox (Javier Tebas) y uno que se define 'progresista' (Luis Rubiales), el Ejecutivo lo tuvo claro: Rubiales sería la rueda buena.
Durante mucho tiempo, el ya expresidente de la Federación fue un hombre útil para el Gobierno de Pedro Sánchez. Intrépido en los negocios, la candidatura ibérica para el Mundial de 2030 suponía para Sánchez la oportunidad de colgarse una medalla que, al igual que la inhabilitación que ahora persiguen, no le correspondía.
Es conocida la confianza que había entre ellos, aunque más por parte de Rubiales que por parte del presidente. En junio del año pasado, El Confidencial publicaba los mensajes de WhatsApp que intercambiaron a instancias del presidente de la Federación, desesperado con el TAD y con la anterior presidenta del Consejo Superior de Deportes (CSD).
  • Presidente, tú crees que me merezco esto?
  • ???
  • Presidente, sabotean mis elecciones. No me dejan ser presidente de nuevo.
  • No entiendo qué me dices.
  • En estos momentos el TAD está anulando mi convocatoria de elecciones. Y eso tira por tierra todos los proyectos que tenemos. Y ocurre con el TAD de ahora, no con el de antes. DISCULPA QUE RECURRA A TI.
En esa misma información, aparecía otro mensaje (mucho más largo) en el que Rubiales buscaba la complicidad del presidente del Gobierno: «No puedo seguir luchando solo contra el presidente de la Liga y la presidenta del CSD [por entonces, María José Rienda]. Todo está corrompido. Estoy solo. Sé que tú has pasado por esto y me comprendes (...). Te pido que este mensaje quede entre tú y yo. Aunque seas mi presidente, te pido que quede entre Pedro y Luis». Según la información de El Confidencial, Sánchez respondió a ese último texto con un escueto «déjame ver».
Para entonces, Luis Rubiales había esquivado varias controversias sin que nadie dentro del Gobierno (o el CSD) pusiera en duda su idoneidad. Los archivos de la Supercopa descubrieron que el presidente de la Federación negoció comisiones para la empresa de Gerard Piqué (por entonces jugador en activo del Barcelona) a cambio de celebrar la Supercopa de España en Arabia Saudí.
En esas mismas conversaciones se destapó que Rubiales tenía parte de su salario condicionado a que Real Madrid y Barcelona participasen del torneo, lo que para muchos suponía un conflicto de intereses. No ya por trabajar junto a un futbolista en activo e implicado deportiva y empresarialmente en la competición, sino por ver mejorados sus ingresos en función de los resultados de la Liga y la Copa del Rey, que son los torneos que deciden qué cuatro equipos van a la Supercopa.

Con el caso Rubiales, el Ejecutivo demostró que prefiere pasar por negligente antes que por machista

Solo un mes antes de esta controversia, El Confidencial publicó también que Rubiales guardaba conversaciones con varios ministros del Gobierno de Pedro Sánchez. Esta polémica, sumada a la de la Supercopa, se resolvió con una intensa rueda de prensa. Ni el Gobierno ni los protagonistas que fueron grabados dijeron nada.

El beso a Jenni Hermoso

Despejada esta controversia, entre otras muchas, el Gobierno solo levantó la voz contra Rubiales tras el beso a Jenni Hermoso y la condena de buena parte de la sociedad, incluido el movimiento feminista.
Justo el día que un agresor sexual beneficiado por la ley del 'solo sí es sí' intentaba reincidir en Sevilla, el CSD mostraba su indignación contra Rubiales e iniciaba los trámites para su inhabilitación. Un Gobierno que no hizo dimitir a la ministra que mejoró la situación procesal de cientos de violadores y pederastas, demostró con el presidente de la RFEF una determinación desconocida hasta la fecha. Con el caso Rubiales, el Ejecutivo demostró que prefiere pasar por negligente antes que por machista.
Este sábado, el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, aparecía en las páginas de El País con el siguiente titular: «En lo que dependa de nosotros, son las últimas horas de Rubiales». Sin embargo, a pesar de ese afán de protagonismo, la capacidad de intervención del Gobierno en el caso Rubiales es muy limitada. Finalmente, ha sido un organismo supranacional como la FIFA el que ha pulsado el botón rojo y ha inhabilitado al presidente de la Federación, que ya está en manos de una gestora y una presidencia interina a nombre de Pedro Rocha.
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