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Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, y Florentino Pérez, presidente del Real Madrid

Aleksander Ceferin, presidente de la UEFA, y Florentino Pérez, presidente del Real MadridUEFA

¿Quién organizará las competiciones en el fútbol europeo?

El anuncio del Real Madrid de una reclamación multimillonaria contra la UEFA y la FIFA por los perjuicios derivados del bloqueo a la Superliga ha reactivado un debate que mezcla el gobierno del fútbol, el derecho de la competencia y dos visiones enfrentadas sobre el modelo de negocio del deporte rey. Esta declaración se produce tras la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid del 29 de octubre pasado que confirma que la UEFA, la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y LaLiga han incurrido en un abuso de posición de dominio y acuerdos restrictivos de la competencia por los obstáculos impuestos al proyecto de la Superliga.

El origen de este conflicto se remonta a abril de 2021, cuando los clubes de fútbol europeos con más seguidores anunciaron la creación de una nueva competición deportiva, la conocida como Superliga. Este anunció desató el mayor terremoto futbolístico de los últimos 25 años en el que los principales equipos de fútbol del continente, incluidos el Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, se rebelaron contra la organizadora de los grandes torneos europeos, la UEFA.

Al día siguiente, su presidente, Aleksander Čeferin, dobló el órdago de los equipos, con el apoyo expreso de LaLiga española. El máximo directivo deportivo, esgrimiendo los estatutos de la entidad suiza, anunció sanciones a los clubes involucrados y a sus jugadores, que no podrían jugar en competiciones como la Champions League o incluso competir con sus selecciones nacionales en los torneos organizados por la FIFA, como la Eurocopa o el Mundial.

Incluso la justicia de la Unión Europea ha tenido la ocasión de pronunciarse sobre este conflicto, declarando el Tribunal de Justicia en su Sentencia de 21 de diciembre de 2023 que los regímenes de autorización previa y control de la explotación de los derechos audiovisuales de la FIFA/UEFA, cuando carecen de criterios objetivos, transparentes, no discriminatorios y proporcionados, violan el Derecho de la UE.

Aunque el TJUE no «aprueba» la Superliga en sí, exige a la UEFA que cualquier sistema de autorización y explotación respete la competencia efectiva, lo que ha servido de fundamento para la Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid y las anunciadas pretensiones indemnizatorias.

Los distintos modelos

El modelo de la UEFA se basa en una asociación de federaciones que organiza y comercializa los torneos (Champions, Europa League), fijando reglas de acceso, calendarios y venta centralizada de derechos. En el modelo Superliga propuesto por los clubes, la propiedad y gobierno de la competición recaen preponderantemente en los equipos de fútbol, con una arquitectura regulatoria propia y un régimen de acceso/descenso o invitación decidido de forma indirecta por ellos y no por las federaciones asociadas (UEFA y FIFA).

La tensión jurídica surge cuando el organizador con una posición de dominio (UEFA) fija autorizaciones previas que afectan a un potencial competidor (una liga de clubes), lo que los tribunales han analizado como posible abuso de posición de dominio y restricción a la competencia si no hay una lógica económica o deportiva que lo justifique.

Bernd Reichart, CEO de A22 Sports Management, sociedad promotora de la Superliga

Bernd Reichart, CEO de A22 Sports Management, sociedad promotora de la SuperligaEFE

A diferencia de la NFL o la NBA, el fútbol europeo se organiza como pirámides abiertas (ascensos/descensos), múltiples reguladores (federaciones, ligas nacionales, UEFA/FIFA) y mercados fragmentados de derechos. El proyecto Superliga apunta –al menos en su retórica– a una previsibilidad de ingresos, comercialización conjunta a largo plazo y mayor voz de los clubes en el reparto de los derechos audiovisuales, acercándose a elementos de las ligas norteamericanas (centralización y gobierno de los «owners»), aunque chocando con la tradición europea de mérito deportivo y pluralidad regulatoria.

El debate económico, por tanto, es si un formato más integrado que podría elevar el valor agregado (patrocinios, internacionalización) y suavizar la volatilidad financiera de los clubes es mejor para el mundo del fútbol o si, por el contrario, perjudicaría el ecosistema abierto de tradición europea que también premia el talento y la competencia local.

A fecha de este artículo, Florentino Pérez es el máximo defensor del formato de clubes, del que se han ido retirando el Barcelona, el Atlético de Madrid y equipos ingleses e italianos. El Presidente del Real Madrid continúa defendiendo el formato de la Superliga y alega que fue el liderazgo del club blanco y el impulso personal de Santiago Bernabéu el que hace más de 70 años posibilitó la organización de la Copa de Europa, frente a la incomprensión y oposición de federaciones y clubes deportivos. Florentino quiere continuar ese legado y confrontar nuevamente las trabas de las federaciones para organizar nuevas y más atractivas competiciones internacionales.

En definitiva, quién resulte vencedor en este conflicto económico deportivo determinará cómo se organizarán y quién gobernará las competiciones del deporte más popular y que más ingresos genera del mundo.

  • Diego Solana es abogado en Cremades & Calvo-Sotelo
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