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04 de mayo de 2024

Los jugadores del Real Madrid celebran su segundo gol en Stamford Bridge

Los jugadores del Real Madrid celebran su segundo gol en Stamford BridgeAFP

Chelsea 0-2 Real Madrid

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Los blancos tomaron Stamford Bridge para llegar a la antesala de la final de la competición por 11ª vez en 13 años

Las medias negras le daban al Madrid un aire de banda temible que venía a apoderarse de Stamford Bridge. En el esquema lo parecía, pero no tenía miedo (no tenía por qué sino todo lo contrario) el Chelsea. Camavinga empezó a verse presionado por James y por allí los de Londres empezaron a inquietar.
La tuvo Kanté completamente solo frente a Courtois, pero con las prisas envió la pelota a la derecha, con el belga en estatuario ante la imposibilidad de responder a un remate a esa distancia bien dirigido. Se estaban colando por las bandas y por los medios los locales, rompiendo líneas, estirando la defensa hasta los límites.
Havertz parecía la llave de todo. Se movían rápido ahora los azules aprovechando cierto desconcierto ante el apretón físico y anímico de los de Lampard. Rondaba el susto para los blancos, quizá demasiado posicionados, pero tenían un plan. Tras el revoltijo, como el de una ola traicionera, el Madrid se levantó trenzando una corona.

El trincherazo de Modric

El resultado fue un chutazo imprevisible de un infiltrado Rodrygo en diagonal que paró el palo con Kepa vencido. Pero volvían los otros. Militao amonestado en una acción contra Havertz. Amonestado y herido por el golpe. Le besaba Alaba en la cabeza y le hablaba al oído: «Curita sana», soñábamos que le decía.
Alaba era un padre en la playa con sus hijos: pendiente de todos, metido en el agua, lanzándoles por los aires, secándoles por el frío. Estaba Vinicius silente y eso significaba que iba a gritar. Y lo hizo. Paró Kepa en la habilitación de Rodrygo. Modric le había metido un trincherazo a ese toro un segundo antes. El toro que repetía, que embestía bien y rozaba los muslos del Madrid.
La labor de contención y refresco de Valverde era tremendísima. De ahí salió Modric como un delantero adolescente. Un remate de heraldo, de héroe mítico que se quitó de encima el portero chelsiano sin mirar. Esas paradas del vizcaíno parecían enardecer y dar lucidez a sus compañeros, que se iban para arriba con sentido y cierta sensibilidad.
Modric lucha con Gallagher por un balón

Modric lucha con Gallagher por un balónAFP

Modric por la derecha rompió los moldes. Su pase de la muerte de 20 metros le dio en la rodilla a Vinicius y se marchó fuera del marco. Luego venía el arreón del Chelsea. Y luego otro más del Madrid, con Valverde desbocado, lleno de vida y de amor. La presión de Modric en los tres cuartos era de lágrimas de emoción.
Si Kepa enardecía a los suyos, Courtois obró el milagro hermoso de una parada celestial. Cucurella debió ver como un gigante de goma se lanzaba sobre él desde una azotea, sin miedo a estrellarse, y falló lo imposible de no estar presente este cancerbero maravilla al que adoraron los suyos enfebrecidos.
No volvió Alaba en la segunda parte, a quien sustituyó Rüdiger. El tío guay en lugar del padre. Modric había dado esta vez una chicuelina para sacar el balón. El despliegue de ambos equipos era bonito, como el de una exhibición aérea. La retirada del Madrid tras el ataque fallido fue esplendorosa. Un abanico. La entrada de James a Camavinga fue de comisaría, pero el árbitro solo le puso una multa.
Courtois detiene el remate a bocajarro de Cucurella

Courtois detiene el remate a bocajarro de CucurellaAFP

Porque el tobillo de Eduardo es de aleación de bronce, si no otro tobillo cualquiera estaría roto. Havertz descolocó el abanico por la derecha y Kanté volvió a no tener puntería por poco. Le quisieron buscar la segunda amarilla a Militao, pero no picó el árbitro en la obra de teatro colectiva local.
Se empleaba Kroos en la defensa desde su silente perfección, y luego continuaba. Militao pegó (porque lo pegó) un centro larguísimo a un corredor Rodrygo que salvó el corte de Chalobah y se fue, se fue y se fue y centró desde el precipicio por la derecha. No llegó Benzema en la maraña defensiva, pero sí Vinicius, que amagó el chut, pero le dio el pase a Rodrygo convertido en espía goleador.
La banda de los medias negras tomaba Stamford Bridge. Pero Gallagher se empeñaba en disparar cerca. Dos, tres veces. La última se le envenenó a Courtois, pero aún así la paró, con colocación, técnica y reflejos asombrosos. Vinicius regateó a varios contrarios en el área. Rodrygo le seguía y encontró el rebote que terminó en Benzema y del francés fue a parar mansa, sin hueco, a las manos de Kepa.

Poderoso Valverde

Quemaba Lampard las naves poniendo en liza todo el arsenal disponible. Havertz intentó el penalti tramposo. Arsenal, pillería, hurto. Cualquier cosa servía. La juventud y el fútbol de Valverde era insultante: recuperando, mirando, combinando con Modric mágico, torero, y centrando en carrera como en una precisa patada a seguir.
Ya estaba muerto el Chelsea, que no pudo contener una vez más a Vinicius, y menos a Valverde, que se salió del campo, imparable, como Forrest Gump, pero antes la dejó atrás para Rodrygo, el goleador de la noche, que estaba otra vez allí para certificar la irrefutable verdad de la primavera del Madrid.

Ficha técnica:

Chelsea 0: Kepa; Fofana, Silva, Chalobah; Cucurella (Mudryk, m. 67), Kovacic, Enzo (Sterling, m. 67), James; Gallagher (Joao Félix, m. 67), Kanté; Havertz (Mount, m. 76).

Real Madrid 2: Courtois; Camavinga, Alaba (Rüdiger, m. 46), Militao, Carvajal (Nacho, m. 82); Kroos (Ceballos, m. 75), Modric, Valverde; Rodrygo (Asensio, m. 81), Vinicius, Benzema (Tchouaméni, m. 70).

Goles: 0-1 (Rodrygo, m. 58). 0-2 (Rodrygo, m. 80).
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