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Guardiola regresa al Santiago Bernabéu

Guardiola regresa al Santiago Bernabéu

Pep Guardiola, el miedo en la Champions y qué esperar de su visita al Bernabéu

Nadie en la historia del fútbol ha querido controlar tanto este indómito juego como Pep Guardiola. Porque más allá de triunfos, de derrotas, de filias y de fobias, si alguna definición del entrenador catalán pasará a la historia será la de un obseso del control. Nadie ha estudiado tanto cada detalle, nadie ha querido reducir más el juego a su absoluto poder.

Ninguna competición es más incontrolable que la Champions League. El miedo a perder lo que tienes ganado aturulla la mente de todos los futbolistas. Las piernas tiemblan, las mentes tienden trampas y los partidos entran en una deriva emocional donde ocurre la magia.

En este equilibrio entre control y descontrol, entre estudio del detalle y la improvisación del momento, se han desarrollado los últimos quince años del fútbol europeo. La cruzada de Guardiola y su ecuación de imposible solución cuando llegaba la competición del balón estrellado.

Tras abandonar el Barcelona en 2012, Guardiola llevaba una década en busca del título que legitimara lo que él se creía, que es el mejor del mundo. Las constantes caídas, de todo tipo, ante muchos y muy diversos rivales, sumieron a Pep en la frustración: «¿Si yo soy el mejor, por qué no gano?». Guardiola, reconocido fanático del ajedrez, quería emular en el fútbol esos movimientos de piezas inertes, sin sentimientos ni emociones, que respondían a la mente y los pensamientos de una mente creadora. Quería reducir el fútbol a su absoluto poder.

A nivel nacional se puede decir que Guardiola lo logró ya hace años. Nadie ha tiranizado tanto el día a día como él, que apenas ha perdido tres ligas en toda su carrera como entrenador. Pero era salir a los campos europeos y algo fallaba. La Champions League es especial, indómita, y se resistía al control de Pep. Todas las eliminatorias de Champions tienen, por corto que sea, un tramo de descontrol, donde táctica deja paso a la emoción y el miedo a perder lo que tienes ganado se apodera de las mentes de los futbolistas.

Los jugadores del Manchester City celebran un gol de Haaland

Los jugadores del Manchester City celebran un gol de HaalandEFE

Sumado esto a la autoexigencia de ganar propia de los equipos de Guardiola, el cóctel resultante era mortal. En una entrevista, el propio Pep comentó que la única eliminación que no lamentaba en su carrera era aquella contra el Atlético Madrid en las semifinales de 2016, donde su Bayern sí controló todo lo que se podía controlar y tan solo la falta de acierto le apeó de la final.

Quitando esa eliminatoria, el resto de derrotas europeas de la carrera de Guardiola seguían el mismo patrón: el partido entraba en un tramo de locura y sus equipos colapsaban. El Real Madrid de la BBC en el Allianz Arena, el Barça de la MSN en el Camp Nou, el Mónaco de Mbappé, el Liverpool de Klopp, el Tottenham en un inolvidable 4-3, el Lyon, el Chelsea y el Bernabéu, todos ellos supieron encajar los golpes mejor, jugar con el tempo de la eliminatoria, y superarles.

Esa última eliminación en semifinales ante el Real Madrid, con dos goles encajados en el descuento cuando el Bernabéu entró en ebullición y todo lo que no fuese ganar el siguiente balón dividido dejó de importar, obligó a Pep a replantearse las cosas. Algo tenía que cambiar porque así no iba a ganar.

Nada teme más Guardiola que un partido fuera de casa en eliminatoria europea, donde quiere reducir los riesgos a cero incluso aunque signifique tampoco atacar ellos. La temporada pasada, la de su campeonato, fuera de casa sus resultados fueron: 1-1 la ida en Leipzig en octavos en un partido cerradísimo con mucha posesión, 1-1 en Múnich en cuartos con el colchón de la ida y 1-1 la ida en el Bernabéu en semifinales, de nuevo el lugar del crimen, donde el City se desnaturalizó con tal de no conceder al rival. En casa la historia era diferente.

7-0 al RB Leipzig con una exhibición memorable de Haaland, 3-0 al Bayern Múnich en un partido con suerte donde aprovecharon inusuales errores rivales, y 4-0 al Real Madrid en la vuelta de semifinales. A Pep le podía pasar que, de tanto controlar un exceso de vértigo en Champions que antes le había costado caro, se pasaba de frenada con tanta contención. El riesgo era no poder cambiar el chip y ser ellos mismos. En esa vuelta ante el Madrid lo fueron: desbloqueo y éxtasis total en una exhibición de fútbol.

¿Qué City veremos en el Bernabéu?

Expuesto todo lo anterior, cabe preguntarse qué versión del Manchester City veremos en el Santiago Bernabéu. El equipo de Guardiola saldrá al césped con dos bajas muy sensibles respecto al equipo campeón de la temporada pasada: Ilkay Gündogan, que vive ahora en Barcelona, y Kyle Walker, lesionado recientemente.

Teniendo esto en cuenta, los malos resultados del equipo esta temporada ante grandes rivales (no han ganado ni a Liverpool ni a Arsenal en cinco partidos) y el miedo que le produce el coliseo blanco al entrenador catalán, lo más probable es que veamos un equipo muy de mínimos, enfocado en que ocurran pocas cosas y en garantizar el cero en su portería.

Viene siendo habitual ver a Pep alinear a cuatro centrales al mismo tiempo, con dos de ellos ejerciendo de laterales, y seguramente eso sea lo que ocurrirá en el Bernabéu. De esta manera, se garantiza tener a dos jugadores ganadores de duelos por fuera, conteniendo las incursiones de Vinicius y Rodrygo, una buena salida de balón y un mayor control sobre todo lo que ocurre. Ancelotti sabe que deberá salir a atacar desde el primer momento, saltándole a la yugular y poniendo a prueba la supervivencia de los de Guardiola en tramos de vulnerabilidad. Otro capítulo más de este nuevo clásico del fútbol europeo. Seremos testigos.

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