Los jugadores del Real Madrid celebran un gol ante el Celta
Mbappé, Valverde, Güler y Bellingham alimentan la fe del Real Madrid para dar un golpe de estado a la Liga
Los líderes del equipo inyectan confianza al grupo y subrayan que hay que jugar el clásico como si fuera el último partido de su vida
Güler da la vuelta a su situación y pasa del «palo» de Ancelotti a ser la gran noticia de la temporada
La cocina del vestuario madridista está caliente. Los jóvenes de la plantilla observan que los mensajes de confianza de los veteranos se cumplen a rajatabla. La conjura de Valdebebas vivida la pasada semana tenía razones para creer. Y creer es poder. La victoria frente al Celta era un reto tan importante como peliagudo, dado el rendimiento del rival en la segunda vuelta, y los pupilos de Ancelotti confirmaron su potencial ofensivo para mantener el pulso por el título.
Sí, es posible, se decían los jugadores al final del encuentro. Los capitanes redundaban, como hacían Camacho, Pirri y Benito hace unas décadas, en la confianza en sí mismos como primer paso para vencer en Montjuic y dar un golpe a la Liga. Toca reeditar la épica.
Los futbolistas tienen una fe absoluta en sus opciones porque Mbappé, Valverde y Bellingham han cogido bien el timón ganador y hasta un chaval como Güler ha sacado la pasión turca por el triunfo y se la ha transmitido a todos los jóvenes del grupo. «Jugando así podemos ganarlo todo», subraya el vestuario. Hay Liga. Hay una final para ganarla. Quedan cuatro partidos, pero en realidad queda uno, el clásico.
Las cuatro victorias consecutivas en la Liga, ante el Alavés, el Athletic, el Getafe y el Celta, han recuperado la ilusión de la plantilla tras la decepción de la Champions. La buena respuesta en la Copa ya fue un primer capítulo de estas sensaciones. El carácter que Valverde, Tchouaméni, Asencio, Lucas Vázquez, Ceballos y Fran García imponen en el fútbol del Real Madrid se ha visto potenciado por la calidad de Mbappé, Bellingham, Güler, Vinicius y Courtois para conseguir mantener la lucha por el campeonato.
Hay que exprimirse hasta el límite
El vestuario del Bernabéu confirmó un espíritu positivo que ya se sentía a lo largo de la semana. Los hombres de Ancelotti veían la botella medio llena antes del duelo con Iago Aspas y ahora la han llenado. Porque piensan que tienen el título en sus botas. Si ganan la final de Montjuic se situarán a un punto del Barcelona en la clasificación y opinan que entonces serán campeones, porque en esa hipótesis tienen claro que el club catalán no sumará los nueve puntos restantes frente al Espanyol en Cornellá, el Villarreal en Montjuic y el Athletic en San Mamés.
Mientras los azulgranas tendrán dos salidas muy complicadas, el Real Madrid recibirá en el Bernabéu al Mallorca, viajará al Sánchez-Pizjuán y disputará la última jornada en Chamartín ante la Real Sociedad. Los pupilos de Ancelotti deben de ganarlo todo y provocar dos fallos del rival.
Vinicius pelea un balón con Javi Rodríguez en el Real Madrid - Celta
El cuerpo técnico madridista tendrá una semana para preparar un duelo que es la gran final que marcará la temporada. Es el partido del año para el campeón de Liga vigente. La buena noticia para el club blanco es que no sufrió ninguna lesión grave y que Tchouaméni, Ceballos y Lucas Vázquez regatearon ante el Celta una amonestación que les habría privado de estar en el clásico.
Más unidad cuando nadie cree
El Real Madrid está acostumbrado a vivir estas situaciones al límite de lo imposible. Precisamente es más peligroso cuando nadie cree en él. Lo dicen sus propios futbolistas y lo confirman sus adversarios.
Ancelotti y sus pupilos han revertido el ambiente pesimista externo del madridismo, porque internamente nunca tuvieron duda en la capacidad de lograr el título. Hace dos semanas nadie pensaba que pudiera conseguir la Liga. Ahora, tras cuatro victorias consecutivas, una parte de la afición blanca piensa que es posible ser campeones, mientras la otra opina que estará muy cerca pero que es imposible sacar cinco puntos más que el eterno rival en cuatro jornadas, pues los azulgranas tienen el coeficiente particular a favor y los cuatro puntos la desventaja se convierten en cinco.
Las lesiones de Camavinga, Rüdiger, Mendy y Alaba sufridas en cuestión de unos días se convirtieron en otra muralla para alcanzar el objetivo. El técnico italiano ha jugado con los mimbres justos para ganar. Pero todos esos inconvenientes son los que unen más al equipo. El grupo ha hecho una piña para alcanzar el campeonato cuando pocos confían en ello. «Cuando nadie cree nosotros más unidos estamos», dice el vestuario.
La plantilla piensa que el reto es factible porque observa que sus mejores futbolistas están enchufados para sacar lo mejor de su calidad. Se pedía que Mbappé tomara el literazgo en el césped y lo ha hecho. Suma 36 goles en el curso, 24 en Liga y está en racha. En el club alucinan que el antimadridismo le critique cuando está a un gol de ser el Pichichi del torneo. Bellingham es un seguro de vida por su creación de acciones de gol y su capacidad de destrucción. Vinicius genera siempre jugadas clave. Valverde es un portento como motor de arranque ofensivo y defensivo. Y Güler se ha subido al carro estelar. Si ellos funcionan, el Real Madrid gana.
La seguridad que aporta Courtois y la eficacia de Tchouaméni, Asencio y Fran García son la otra pintura del cuadro. Todos saben que en Barcelona deberán realizar un buen trabajo defensivo y tener acierto en ataque.
Los blancos imprimirán un fuerte ritmo físico en el clásico, con presión arriba. Lo hicieron muy bien en el segundo tiempo de la Copa y durante una hora frente al Celta.
Ancelotti ensayará durante la semana estos movimientos tácticos y trabajará todas las acciones a balón parado, cambiando las jugadas y las señales, porque ya se las han visto en otros duelos. Lo más importante para el Real Madrid es que hay señales de optimismo para pensar en la trigésimo séptima Liga.