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16 de abril de 2024

JAVIER ESCRIBANO

Sopa de Ganso

Actualizada 09:29

En el artículo Nadia en el país de las maravillas, publicado el pasado 15 de enero, dejamos pendiente analizar el coste económico y social tanto de la pandemia como de la forma en la que este Gobierno la ha gestionado, con el fin de desmontar la propaganda gubernamental con la que nos bombardean continuamente desde el ejecutivo: «No dejamos a nadie atrás», «hemos vencido al virus», «salimos más fuertes», «una recuperación justa»…
No pasan más de seis meses sin que el Gobierno añada un eslogan a esta colección de demagogia que, como diría Yolanda Díaz, les está quedando «chulísima». Eso sí, cuando se contrasta alguna de estas afirmaciones con la realidad, nos encontramos con algo muy parecido a aquella famosa escena de la película Sopa de Ganso en la que Chico Marx, burdamente disfrazado de su hermano Groucho, pregunta con desaire a una señora: «¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?»
Mientras que la propaganda nos dice que salimos más fuertes y no dejamos a nadie atrás, la realidad es que salimos de la pandemia con menos PIB per cápita, menos poder adquisitivo, más impuestos, más deuda, más desigualdad y más pobreza. Para no caer en la misma demagogia que el Gobierno veamos con detalle los datos que apoyan esta afirmación.
1) Salimos con menos PIB per cápita, no solo en términos absolutos 24.975 euros en 2021 frente a 26.420 euros de 2019, sino también en términos relativos. Como se puede ver en el gráfico siguiente, hoy estamos más lejos de Alemania que antes de la pandemia: la brecha de PIB per cápita se ha ampliado un 18,4 % y, sorprendentemente, esta brecha se ha ampliado tanto en 2020 como en 2021, año en el que nos dijeron que lideraríamos el crecimiento en Europa. 
2) Salimos con menos poder adquisitivo, el índice general de precios al consumo (IPC) ha subido desde 104,2 antes de la pandemia (enero de 2020) a 111,5 en diciembre de 2021; esto es, en ese período hemos perdido un 7 % de poder adquisitivo. Recordemos que la inflación perjudica especialmente a las rentas medias y bajas que son las que más porcentaje de su renta dedican al consumo. 
A pesar de lo que le dice el presidente Sánchez, usted habrá notado que el recibo de la luz ha subido un 72 % en el último año, el aceite de oliva un 26,7 %, la gasolina un 23,0 %, la carne que Garzón quiere que dejemos de consumir un 21,8 %, la pasta un 15,2 %, la fruta un 9,0 % y los huevos un 6,2 %; por poner solo algunos ejemplos.
3) Salimos con más impuestos. Somos el único país europeo que no solo no baja impuestos, sino que además los sube: entre 2021 y 2022 nos han subido IRPF, ahorro, IVA, Patrimonio, Sociedades, Primas de Seguros, impuesto de matriculación, tasa Google, tasa Tobin, plásticos de un solo uso y cotizaciones sociales. Quedan pendientes los impuestos comprometidos con Bruselas con la coartada del «grupo de expertos». Este Gobierno es insaciable; nos quiere hacer pagar por todo, desde por usar las carreteras convencionales para visitar a nuestros familiares hasta por tener la desgracia de ser atropellado, si no se consigue modificar el anteproyecto de Ley de Medidas de Eficacia Procesal del Servicio Público que ha elaborado el Ministerio de Justicia. De la propuesta del ministro Escrivá para freír a los autónomos mejor ni hablar.
De su reunión con el socialdemócrata alemán, Olaf Scholz, Pedro Sánchez -tan dado al plagio- podría copiar su política fiscal, ya que el ejecutivo alemán ha anunciado una bajada de impuestos de 30.000 millones de euros para estimular el consumo, el crecimiento económico y el empleo.
4) Salimos con más deuda, exactamente 233.000 millones de euros más que antes de la pandemia; esto es, casi 5.000 euros más de deuda por cabeza. Como dijo Nadia Calviño, «la deuda la pagarán nuestros hijos y nietos» y, a este ritmo, yo me atrevería a decir «y bisnietos y varias generaciones más».
5) Salimos con más desigualdad y más pobreza. A pesar de que la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) solo recoge parcialmente el efecto de la crisis (la última publicada en julio de 2021 se refiere al año 2020, pero utiliza ingresos de 2019), la Tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (tasa AROPE) subió al 26,4 % (1,1 puntos más que el año anterior) y, lo que es más grave, el porcentaje de población en situación de Carencia Material Severa subió del 4,7 % al 7,0 %. Esto es un millón de pobres más en solo un año, perdiendo la reducción de los últimos 5 años y nos sitúan en los mismos insoportables niveles de pobreza que en la anterior crisis financiera. Nada de lo que sentirse orgulloso.
Por cierto, al hilo de las declaraciones del presidente Sánchez que, paseando por Madrid, veía mucha desigualdad y pobreza, recordarle que Madrid es la sexta comunidad autónoma con menos porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social (20,9 %); tiene 5,5 puntos menos que la media nacional (26,4 %) y casi la mitad de porcentaje de población en riesgo de pobreza de la que tienen Extremadura (38,7 %) o Canarias (36,3 %), ambas gobernadas por el PSOE. Quizá sea que, desde el Falcon, no es fácil distinguir bien las cosas.
En definitiva, por mucho que se empeñe este gobierno, ni hemos vencido al virus, ni salimos más fuertes, ni es verdad que no se deje a nadie atrás, ni es una recuperación justa la que se hace recaer en las familias, autónomos y empresas. Así que, con todos los datos anteriores solo me queda una pregunta para el lector: ¿a quién va usted a creer, a Sánchez o a su propio bolsillo?
  • Javier Escribano. Economista
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