Sede del First Republic Bank en San Francisco, California.
Por qué los bancos regionales de EE.UU. están condenados al desastre
Los reguladores quieren evitar que se repita la situación de 2008, con la venta de entidades en quiebra a gigantes del sector
Martin Gruenberg, presidente de la FDIC –la agencia federal encargada de velar por los depósitos– advirtió en 2021 que la venta de bancos en situación comprometida a JP Morgan Chase durante la crisis financiera de 2008 «aumentó el riesgo de estabilidad financiera a largo plazo». Estamos en 2023 y el sector bancario estadounidense ha vuelto a las andadas.
En marzo, cuando esta agencia se hizo cargo del Silicon Valley Bank después de que una corrida bancaria desencadenara una fuga más amplia de depósitos, algunos de los bancos más grandes del país tuvieron la impresión de que sus ofertas no serían bienvenidas, según revela Reuters.
Pero un mes y medio después, tras la quiebra de First Republic Bank, la FDIC aprobó su venta a JP Morgan, al entender que era la opción «menos mala». Esta agencia negó haber excluido a las llamadas «instituciones financieras de importancia sistémica» –los conocidos como «demasiado grandes para quebrar»– y apuntó que la tardanza en la instalación de una sala de datos retrasó el proceso.
Un sector bancario regional disfuncional es profundamente problemático, ya que estos bancos otorgan crédito a grandes sectores de la economía estadounidense y la fuga de depósitos les ha obligado a retirar los préstamos. La tensión continua de estas entidades podría llevar a una recesión y, aunque las aguas se han calmado desde marzo, los inversores se niegan a poner fin a la crisis.
Banca y expertos están aportando ideas sobre las medidas adicionales que Washington debería tomar para acabar con la crisis, desde acelerar el ritmo de aprobación de acuerdos bancarios hasta aumentar las garantías de depósito.
Pero estas opciones alientan situaciones que los reguladores quieren evitar, como la creación de bancos más grandes o un comportamiento más irresponsable, medidas que no han funcionado en el pasado. Además, algunas soluciones requerirían la aprobación legislativa, algo complicado con un Congreso dividido.
De momento, los reguladores han proporcionado a los bancos suficiente efectivo para cumplir con el retiro de los depósitos. Pero el problema es la crisis de confianza, con los inversores cuestionando la capacidad de algunos prestamistas para ganar dinero a largo plazo.
Cuando el banco quiebra, otro entra en el foco del mercado, creando un círculo vicioso y presionando a los reguladores para que intervengan nuevamente. Janet Yellen, secretaria del Tesoro, dijo el pasado sábado que casi todos los bancos tenían acceso a liquidez, pero la presión sobre las ganancias podría obligar a nuevos acuerdos con bancos medianos, repitiendo la situación temida por los reguladores.