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30 de abril de 2024

Gran diferencia de aceptación de la Unión Europea entre los ciudadanos de los Estados miembros

Los Estados miembros no encuentran soluciones aceptables para todos a la hora de refinanciar el proyecto comunitario

Presupuesto comunitario

Las arcas de la Unión Europea están vacías, prepárese para más impuestos

Los últimos años, entre pandemia y guerra de Ucrania, han dejado la economía europea bajo mínimos y la presidencia belga está preocupada por la futura ampliación

Los tiempos de bonanza europea parecen haber terminado, al menos por el momento en el ciclo presupuestario 2021-2027 en el que nos encontramos. Aunque los Veintisiete están negociando maneras de financiarse y de ampliar el capital para, entre otros objetivos, cumplir con la ayuda Ucrania, el hecho es que el estrés económico supera al de la pasada crisis de 2007-2008. Sobre la mesa está uno de los planes clásicos en estas circunstancias: subir los impuestos.
La financiación es uno de los retos que asume la presidencia rotatoria belga como propios. En estas circunstancias, las dificultades pueden convertirse en oportunidades. Las elecciones europeas serán el próximo junio y los partidos considerados como «eurófobos» están tomando posiciones consideradas «euroescépticas». Esto produce un cambio en su electorado que exige más a Bruselas de lo que solía hacer por lo que se abren nuevas vías para que la Unión Europea se refuerce en ámbitos antes de difícil acceso.
Ninguno de los gobiernos en estos momentos quiere más inestabilidad económica; y si la hay, que no se traduzca en inestabilidad política. Esto Bruselas lo sabe y es donde puede desplegar una batería de soluciones que en otras circunstancias serían impopulares.
El Consejo Europeo tiene sobre la mesa la obligación de la revisión del presupuesto plurianual 2021-2027. En la anterior reunión, no se alcanzó siquiera el consenso para aprobar la solicitud de la Comisión de 66.210 millones de euros para cubrir gastos imprevistos entre los que se encuentran los intereses de la deuda adquirida durante la pandemia. El pasado diciembre, el Consejo aprobó únicamente 21.000 millones de euros. Tres veces menos.

Fuentes de ingreso

La Unión Europea se financia principalmente de las contribuciones de los países miembros y de los impuestos de aduana sobre las importancias procedentes del exterior que se canalizan hacia ese fondo más amplio.
Otra de las vías son los impuestos. Las reglas fiscales sirven para alcanzar el balance macroeconómico con el fin de garantizar unas finanzas públicas. En cambio, la política impositiva recae en gran parte en los gobiernos. La UE puede aplicar impuestos obligatorios a los Estados como es el del plástico que se impuso en 2021 y que alcanza una retribución de 6.000 millones de euros anuales.
No son cantidades pequeñas, pero comparados con el presupuesto que se había fijado hasta 2027 se queda corto. El presupuesto total ascendió a 1,2 billones de euros. Otro de los impuestos que se plantearon desde la Comisión Von der Leyen fue un impuesto climático para toda la UE que significaría el ingreso de 400.000 millones extra. Es una imposición altamente impopular porque se aplicaría a todos los productos y cadenas de producción que se consideren altamente contaminantes, desde vehículos a industria pesada. Aun así, dada la gran campaña desplegada a raíz del cambio climático, cada vez hay más capas de la población dispuesta a asumirlo, según dicen, por el bien del planeta.
En este sentido, el primer ministro belga Alexander de Croo quiere aprovechar las elecciones europeas de junio para impones más impuestos. De Croo no quiere andarse con medias tintas. Argumenta que si se quiere hacer frente a los retos por venir se tiene que abrir la caja de Pandora que supone hablar de nuevas vías de financiación y de impuestos para los 447 millones de personas que habitan en la UE.

Una UE con menor presupuesto

Por el momento, las propuestas que siguen esta línea han sido bloqueadas por países del norte y del este del continente. Las razones principales son dos: por un lado, el coste político de asumir más impuestos; por otro, en caso de recolectarlos, no querer darlos a Bruselas. Estos mismos países son los que abogan por una hacer una UE más pequeña a nivel económico. Consideran que las funciones se podrían cumplir con un presupuesto inferior y no con uno que se amplía con cada nuevo marco. A esto le suma que para los siguientes presupuestos se debería contar con los nueve posibles nuevos miembros, con todos los costes que eso implica.
Una de las opciones que se baraja dentro del concepto de políticas verdes son los impuestos al carbono por país. Es decir, los países más contaminantes son los que más pagarían. Además de a los países, el Parlamento Europeo también quiere imponer impuestos a las emisiones de carbono y a los beneficios de las multinacionales. Esta medida entraría en funcionamiento en el siguiente marco plurianual y se calcula que genere más de 36.000 millones de euros anuales.
Otro aspecto que cambiará en los próximos presupuestos será el objeto del gasto. La mayor parte de los ingresos europeos se invierten en agricultura y en apoyar a los países con menor PIB. Estos últimos se conocen como fondos de cohesión. Aunque los países más industrializados ven con reticencias estos gastos, lo cierto es que no podrán siquiera reducirse en el futuro si de verdad van a sumarse otros nueve países. Ucrania será un receptor neto en los dos campos, y los países de los Balcanes Occidentales serán los principales destinatarios de las ayudas a la cohesión.
La presidencia belga aboga por una financiación directa, y aún más cuanto más transite la Unión el camino de la centralización. La reforma de los Tratados de la UE, de seguir adelante, significará un cambio radical de la propia institución y exigirá una mayor partida financiera que la que se destina en estos momentos.
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