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28 de abril de 2024

Imagen de la reunión de Sánchez con los principales directivos españoles.

Imagen de la reunión de Sánchez con los principales directivos españoles.

Sánchez logra su ansiada foto con los líderes del Ibex tras cargar en Davos contra el modelo neoliberal

En el encuentro han participado los primeros espadas de Acciona, BBVA, Cepsa, Repsol, Naturgy y Telefónica, mientras que Ana Botín ha delegado en Hector Grisi por tener un acto a la misma hora

Resuelta al fin la gran duda del foro de Davos. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha conseguido por fin reunirse en la ciudad suiza, en el marco del Foro Económico Mundial, con empresarios y primeros directivos españoles, entre los que se encontraban Ignacio Sánchez Galán y Rafael del Pino, presidentes de Iberdrola y Ferrovial, respectivamente.
Sánchez ha mantenido un encuentro informal en el hotel Kongress de Davos con estos dos directivos y con José Manuel Entrecanales (Acciona), Hector Grisi (Banco Santander), Onur Genç y Carlos Torres Vila (BBVA), Maarten Wetselaar (Cepsa), Francisco Reynés (Naturgy), Josu Jon Imaz (Repsol), José María Álvarez-Pallete (Telefónica) y José Luis Blanco (Nordex).
Tras meses de tensiones, se ha confirmado que entre la docena de asistentes se encontraba el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, quien había criticado la puesta en marcha del gravamen extraordinario a energéticas.
Además ha asistido el presidente de Ferrovial, Rafael del Pino, contra quien cargó el propio Pedro Sánchez por anunciar la salida de Ferrovial a Países Bajos.
La presidenta del Banco Santander, Ana Botín, se ha acercado antes a saludar al presidente porque tenía un acto a la misma hora, según Moncloa. El encuentro se ha desarrollado en un ambiente de cordialidad. «El presidente ha sido recibido entre aplausos al entrar a la sala», aseguraron desde el Ejecutivo a Ep. Otras fuentes puntualizaron por su parte que los aplausos se dirigían a uno de los directivos presentes.

Aire de gurú y suma de autoestima para Sánchez

El presidente ha cerrado su presencia en Davos tratando de reforzar su imagen internacional marcando su posición en aspectos globales como la inteligencia artificial y su defensa del intervencionismo del Estado frente al liberalismo económico, y asegurando, como es habitual en él, que la economía española va muy bien, algo discutible para quienes conocen las cifras.
En su discurso previo a la reunión con empresarios, el presidente ha cargado de ideología su discurso al insistir en que «las políticas neoliberales no funcionan», discrepar de quienes piensan que «el Estado es una entidad netamente extractiva que no genera valor» o renegar de quienes dicen que «la única misión de la empresa es aumentar los beneficios de sus accionistas».
Como colofón ha afirmado que «debemos ser audaces y definir un nuevo paradigma de prosperidad. Una nueva ortodoxia económica y social que aproveche los conocimientos y las nuevas herramientas de que disponemos para conjugar el crecimiento económico con la sostenibilidad medioambiental y la prosperidad para todos», una frase absolutamente vacía.
Entre otras cuestiones, el presidente ha asegurado que con su Gobierno se han creado más de dos millones de nuevos puestos de trabajo, se ha crecido en este terreno por encima de la zona euro y la OCDE, hemos sido uno de los países más rápidos de Europa en reducir la inflación, hemos atraído más inversión extranjera directa que nadie, se han bajado los impuestos a la clase media y trabajadora, hemos reducido el déficit a la mitad y que la renta mínima vital alcanza a más 2 millones de personas vulnerables.
Como siempre, el presidente da sus datos, pero omite otros de sobra conocidos, como que España tiene el doble de paro que la media de la eurozona; que la inflación acumulada en España suma casi un 16 % en los dos últimos años; que el poder adquisitivo de los españoles se ha desplomado (un trabajador medio ha perdido el equivalente a 615 euros de poder de compra); que los impuestos se han subido a todos, especialmente a la clase media y trabajadora; y que el déficit apenas se ha reducido, a pesar de que el Estado ingresó casi 32.000 millones de euros más en 2022 gracias al aumento de la recaudación fiscal y de la inflación.
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