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28 de abril de 2024

José Manuel Cansino

Semiconductores y grafito: una sórdida batalla económica

Actualizada 04:30

Sabido es que Taiwán es dominante a nivel mundial en el mercado de semiconductores. Fabrica el 63 % de los semiconductores de todo el planeta principalmente a través de la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company. Las fábricas de estos componentes, sector vital de la economía taiwanesa, están ubicadas en la costa del estrecho de Taiwán que es el corredor marítimo más importante por el volumen de mercancía que lo atraviesa.
En 2022 el 48 % de los 5.400 portacontenedores navegó por este paso pero si ponemos el foco sólo en los grandes cargueros, el 88 % de su tráfico mundial atravesó el Estrecho de Taiwán. La victoria del candidato a presidente de Taiwán del Partido Democrático Progresista (PDP) partidario de la independencia de la isla, Lai Ching-te, sigue permitiendo que no sea China la única potencia fronteriza en este importante corredor marítimo con capacidad de bloqueo de la mayor parte del comercio de semiconductores.
Occidente domina las patentes y el diseño de semiconductores a través de empresas denominadas fabless (sin fábricas). Pero son Taiwán, Corea del Sur y China quienes controlan las plantas que fabrican los circuitos integrados —denominadas foundries en inglés; fundiciones—. Actualmente, solo tres empresas están capacitadas para fabricar semiconductores o microchips de 3 nanómetros o menos a nivel mundial; una de ellas es, precisamente la taiwanesa TSMC a la que acompañan Samsung (Corea del Sur) e Intel (EEUU). La complejidad de cualquiera de estas plantas de fabricación es extraordinaria pues una gran empresa de semiconductores puede depender de hasta 16.000 proveedores altamente especializados situados en distintos países.
Sin embargo, China ejerce su contrapoder geoeconómico frente a las barreras estadounidenses que la alejan del acceso masivo a los semiconductores. Veámoslo con detenimiento. El consumo de petróleo se ha disparado en los países emergentes pero particularmente en Indonesia, principal productor de níquel, un metal clave para lograr la transición energética. El principal destino del níquel indonesio es China que lo utiliza para la fabricación de baterías de ion litio.
Junto con el cobalto y el litio, el níquel, son por su escasez mundial, los minerales más críticos para la fabricación de estas baterías en las que China lidera el mercado mundial. Sin embargo, no menos dependiente es del aluminio, el plomo y el manganeso, que no presentan especiales tensiones en los mercados internacionales por su abundancia pero, -como ocurre con el aluminio- su procesamiento sí requiere de grandes cantidades de energía. Otro mineral estratégico para las baterías es el grafito, utilizado para el ánodo de las baterías. La propia Unión Europea lo cataloga como recurso crítico. Con el grafito ocurre igual que con el níquel, si no se dispone de él, no es posible la transición energética que permita prescindir o reducir al máximo el uso del carbón, petróleo y gas natural.
El grafito es un material sintético para cuya fabricación se requiere gran cantidad de energía y, a ser posible, barata. China tiene capacidad sobrada de acceder a esa energía barata. De hecho, cuando el barril de petróleo rebasa los 80 dólares, y en ese precio (hasta los 85) se prevé que nos movamos en 2024, la gran potencia asiática no tiene reparos en volver a usar carbón para generar la energía que se necesita.
Si EE.UU. respalda a Taiwán para vetar a China el acceso a los semiconductores, China no tiene reparos en seguir dando licencias para instalar más factorías de grafito y seguir dominando el mercado mundial de baterías de litio y, con ello, seguir conservando la principal llave para la fabricación de coches eléctricos.
Todo esto impacta en el consumo de energía y, particularmente, de petróleo. Las cifras disponibles cuestionan a quienes venden grandes logros en las políticas de descarbonización energética. El consumo de petróleo sigue subiendo. Lo único que cambia es la cartera de países demandantes. Si hasta hace unos años el crecimiento de la demanda de petróleo procedía de los países económicamente más fuertes -los agrupados en la OCDE- ahora viene de los países emergentes. De entre ellos, como se ha dicho, especialmente de Indonesia fruto de su gran extracción y exportación de Níquel a China.
Falta, por tanto, entre quienes lideran la transición energética, un discurso más transparente que rebase los titulares de prensa cada vez que las energías renovables aumentan su participación en la producción de energía final. Lo que falta es aquello que los expertos denominan «ciclo de vida» de esas mismas tecnologías y de los nuevos modos de transporte. En definitiva comunicar cuanta energía y dónde se está empleando para la fabricación de componentes que luego permiten levantar un parque eólico o conducir un coche eléctrico.
  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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