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10 de mayo de 2024

Fernando Rayón
Fernando RayónCrónica económica

La cuenta iraní pone en un brete al Santander ante la posible apertura de una investigación

Unos hablan de la oposición iraquí. Otros del gobierno judío. Otros de que la información está basada en papeles viejos «de 2021 o así…»

Actualizada 04:30

Logo del Banco Santander.

Sede del Banco SantanderEP

Después de la tempestad vino la calma… aunque solo relativa. El Banco de Santander se dejó el lunes 3.000 millones en la bolsa tras las informaciones del Financial Times de que Irán había utilizado cuentas de su filial británica para eludir sanciones internacionales. La caída fue del 5 % en el Ibex 35. Unas pérdidas de 3.140 millones de euros. Así: en un día.
El diario británico no señalaba solo al Santander sino también al Lloyds, acusándoles de mover dinero iraní de forma encubierta por todo el mundo para evitar sanciones de los servicios de inteligencia de Teherán. Pero tampoco era una acusación genérica. Según FT, Lloyds y Santander UK facilitaron cuentas a empresas ficticias británicas que en realidad eran propiedad de Petrochemical Commercial Company, una empresa petroquímica iraní sancionada. Estados Unidos había acusado a esta compañía de recaudar fondos para la Fuerza Quds, una división de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Los documentos a los que había tenido acceso el FT demostraban que, desde que había sido sometido a sanciones estadounidenses, la empresa PCC había recurrido a empresas en el Reino Unido para recibir fondos de los que ocultaba su origen real. Una de ellas era Pisco UK, registrada en una casa unifamiliar en el condado inglés de Surrey y que utilizaba una cuenta comercial en el Banco de Santander del Reino Unido. El Santander habría bloqueado la cuenta a este ciudadano al tener noticias de posibles irregularidades y había iniciado las comprobaciones internas pertinentes.
¿Y qué dijo el Santander? Pues que ellos no habían «incumplido la normativa estadounidense sobre sanciones impuestas a terceros de acuerdo con nuestra investigación» y que el banco «cuenta con políticas y procedimientos para asegurar que se cumplen los requisitos relativos a las sanciones. Santander continuará colaborando proactivamente con las autoridades británicas y estadounidenses pertinentes». Pues a medias también.
Pero lo más entretenido de toda esta movida ha sido la repercusión de la noticia en los medios españoles; todo un alarde de la presencia financiera del banco. Para algunos la noticia ni siquiera existió. Otros, como El País y Cinco Días, aseguraban que la cuenta que figuraba en la información del FT ya había sido cerrada y que no había ninguna investigación en marcha por parte de los organismos supervisores, cosa esta última que tampoco es verdad del todo. Las informaciones se completaban con entrevistas a expertos en la materia que aseguraban que el mercado estaba sobreactuando con el Santander «extrapolando multas que otros bancos europeos han tenido que pagar…» La estrategia del ventilador.

Aunque los supervisores competentes no han abierto hasta el momento ninguna investigación, estas decisiones no se toman de un día para otro

Aunque los supervisores competentes no han abierto hasta el momento ninguna investigación sobre el banco, estas decisiones no se toman de un día para otro, por lo que no se descarta que puedan abrirse en los próximos días. La información del FT recuerda que ya en 2022 el Santander pagó una multa de 124,9 millones de euros en el Reino Unido tras detectar la Autoridad de Conducta Financiera (FCA por sus siglas en inglés) deficiencias en sus protocolos para prevenir el blanqueo de capitales. La inspección calculó que 560.000 clientes habían sido afectados por esta negligencia y tuvo que reforzar sus sistemas de prevención de blanqueo de capitales en el Reino Unido.
Y la segunda parte de toda esta historia no es tanto el importe de la cuenta cerrada –que algunos cifran en 20.000 euros– como el origen de los papeles a que ha tenido acceso el Financial Times. Unos hablan de la oposición iraquí. Otros del gobierno judío. Otros de que la información está basada en papeles viejos «de 2021 o así…»
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