
Central nuclear de Almaraz (Cáceres)
Una veintena de empresas del sector eléctrico se movilizan contra el «golpe irreparable» de cerrar las nucleares
Avisan de un incremento de los precios y de las emisiones, como ha sucedido en Alemania tras el apagón de las plantas atómicas
Más de una veintena de compañías auxiliares del sector eléctrico y organizaciones técnicas han firmado este martes un manifiesto contra el cierre de las centrales nucleares. Los firmantes, entre los cuales figuran EAG (Empresarios Agrupados – GHESA), Chepro (OHL), Siemens Energy, Framatome, General Electric, Serveo o Tecnatom, trasladan su «preocupación» por la clausura escalonada de las plantas atómicas, a partir de 2027, y avisan de que impactará en los precios de la energía y en la competitividad española.
El cierre nuclear, esgrimen, se pactó en 2019 cuando el escenario industrial, geopolítico, social y económico «era completamente distinto al actual». Y, añaden los firmantes, «no existe una alternativa viable» a la clausura de las instalaciones actualmente en operación, por el frenazo en el desarrollo de almacenamiento que compense las interrupciones de las energías renovables.
«Se está cerrando una industria que está a la vanguardia mundial y que invierte más de 30 millones de euros al año por reactor. Hoy las centrales son más eficientes y seguras que el día en que empezaron a operar», afirma Héctor Dominguis, presidente del Grupo Dominguis.
Los firmantes inciden también en que la energía nuclear genera 20.000 puestos de trabajo, en su mayoría «estables y altamente cualificados», en sectores como la ingeniería, la fabricación de componentes y los servicios de apoyo.
«El desmantelamiento prematuro de estas infraestructuras supondría un golpe económico y social irreparable para las regiones donde operan, afectando también a la competitividad de la industria nacional y debilitando el tejido productivo vinculado a la energía», reza el manifiesto.
«Si en este escenario cerramos las nucleares tenemos la receta perfecta para repetir el caso de Alemania», según Dominguis. El país, que decidió clausurar sus plantas nucleares a raíz del desastre de Fukushima en 2011, tiene hoy unos precios energéticos más elevados y un mix energético más contaminante que España.
Elevada presión fiscal
Los firmantes cuestionan además la elevada presión fiscal de las centrales, que supone en torno al 40,7 % de sus ingresos. «Eso hace que las instalaciones no sean rentables», afirma Dominguis. Javier Perea, consejero delegado de EAG, calcula que el coste fiscal sobre cada megavatio generado duplica el que existe en otros países del entorno.
«Las nucleares, al no haber almacenamiento, van a ser sustituidas por centrales de gas. El gas es inherentemente más caro. Además habrá que invertir en la mejora de la red y sistemas de almacenamiento. Posiblemente aumente en 30 o 40 euros el coste real de la energía. Los españoles van a tener que pagar más», afirma Perea.