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Ferrán Brunet

Lo que Trump no quiere ver: Google, Microsoft, Meta y Amazon equilibran la balanza entre Europa y EE.UU.

Un déficit/superávit estructural en la balanza de bienes difícilmente se va a poder cambiar con medidas coyunturales como son las alzas de aranceles. Además, objetivamente, de hecho tampoco conviene reducir este déficit, porque si el comercio se redujese, también muchos otros elementos se reducirían

Act. 20 abr. 2025 - 08:41

Composición de varios logotipos de empresas tecnológicas como Apple, Google, Meta, Nvidia o Tesla

Composición de varios logotipos de empresas tecnológicas como Apple, Google, Meta, Nvidia o TeslaEFE

Tras un desconcierto grande, cunde la desazón ante la situación político-económica internacional actual, generada por la personalidad y las medidas del presidente de EE.UU., Donald Trump, fruto de la loca combinación de populismo, nacionalismo, despotismo e ignorancia. Entre los economistas hay consenso sobre lo muy equivocado y dañino de las trumpianas medidas arancelarias, tomadas para acabar, supuestamente, con el déficit comercial americano.

Para analizar esta situación conviene considerar la estructura de las balanzas de pagos y sus dinámicas históricas. En particular, interesa explicar cómo se alcanza y se mantiene un déficit importante de la balanza comercial de bienes y servicios. Hay una razón inmediata, financiera y contable que explica los déficits de la balanza comercial de una economía: el superávit de otras balanzas permite financiar el déficit comercial. Hay también una razón material, económica e histórica que explica los crecientes déficits comerciales de economías a veces boyantes: ciertos bienes no se pueden producir localmente, y otros numerosos bienes es más barato y eficiente importarlos que producirlos localmente.

Si la balanza comercial de un país es negativa es porque otras balanzas son positivas y han financiado este déficit

Avanzando en la complejidad de la realidad, una razón esencial de los sostenidos e importantes saldos comerciales de un país, pongamos del déficit comercial de EE.UU., se halla en su especialización en la exportación de servicios de alto valor añadido (por ejemplo, Google, Microsoft, Amazon…), cuyo excedente financia parte del déficit de la balanza de bienes, así como también su especialización en la emisión de activos de reserva internacional (por ejemplo, Treasuries). Entonces, los superávits de la balanza de servicios y de la balanza de capital financian el déficit de la balanza de bienes de EE.UU, (y también de su ¡déficit fiscal!). Por otra parte, la composición y los saldos de las balanzas de bienes, de servicios y de capital son excelentes indicadores de la posición competitiva de un país.

El comercio existe porque, dícese, es un ‘juego’ win-win. El comercio es una operación en la que gana el vendedor y gana el comprador. Interesa a ambas partes. Si no fuera así, el comercio no se mantendría en el tiempo, no existiría. En las economías más avanzadas el comercio de bienes ronda el 20 % del PIB, y cuando el país es pequeño supera largamente esta proporción. El comercio, pues, no sólo existe, sino que crece más que los otros aspectos de la economía. En nuestro mundo global, la altísima productividad de la economía implica un alto nivel de comercio exterior. Por ello, atentar contra el comercio implica atentar contra la productividad, contra el progreso.

De este modo, cabe considerar que el déficit de la balanza de bienes de EE.UU. y de la mayor parte de los países más desarrollados es estructural. El déficit comercial americano, como el superávit o el déficit de cualquier país, es estructural en varios sentidos. Primero, porque el déficit/superavit comercial se mantiene y se amplía en el largo plazo, no es coyuntural. Segundo, porque refleja las necesidades de importación y de exportación de la estructura económica, americana o de cualquier país. Tercero, porque es indicativo de las condiciones de productividad y competitividad de una nación, y en su conjunto de las distintas naciones.

Por todo ello, un déficit/superávit estructural en la balanza de bienes difícilmente se va a poder cambiar con medidas coyunturales como son las alzas de aranceles. Además, objetivamente, de hecho tampoco conviene reducir este déficit (que puede pagarse), porque si el comercio se redujese, también muchos otros elementos se reducirían.

El saldo comercial resulta de la diferencia entre el ahorro y la inversión

Ahondando en la razón de los superávits/déficits estructurales de las sub balanzas del balance de pagos, el análisis económico ha mostrado y demostrado, teórica y empíricamente, que la cuestión esencial que explica el saldo conjunto de la balanza de bienes y servicios es la diferencia (gap o brecha) entre la tasa de ahorro y la tasa de inversión. Así, cuando el ahorro es escaso (normalmente, inferior al 20 % del PIB), el país (que tenga otros atractivos como un superávit en el balance de capital) presentará déficit en el balance comercial. Consume más de lo que produce, puede gastar más de lo que produce.

Efectivamente, en la pasada década EE.UU. tuvo una tasa de ahorro del 16 / 18 % del PIB, una tasa de inversión del 20 / 21 % del PIB y un déficit comercial del -2 / -3 % del PIB. Por tanto: ahorro 18 % - inversión 21 % = saldo comercial -3 %. Por su parte, China tuvo una tasa de ahorro del 43 / 44 % del PIB, una tasa de inversión del 40 / 41 % del PIB y un superávit comercial del +2 / +3 % del PIB. Por tanto: ahorro 43 % - inversión 40 % = saldo comercial +3 %. (Ver Eurostat, 2025; y EP-ECGOV, 2025). El saldo comercial resulta de la diferencia entre la tasa de ahorro y la tasa de inversión. Esto es verdad desde todos los puntos de vista: conceptual, contable y en la misma realidad económica. El infra ahorro de los americanos y el mega ahorro de los chinos ¡¿lo van a cambiar los mayores aranceles de Trump?! ¿Quién hará que los americanos consuman menos y que los chinos consuman más?

Motivos para interponer aranceles

Primero hemos de parar un momento en la terminología. La traducción española usual de tariff es arancel a la importación de productos. Es un impuesto a la importación (y algunas veces a la exportación), establecido por la autoridad comercial (que en el caso de EE.UU. no es el Congreso y/o el Senado sino ¡el presidente!), cuyo importe se fija en función de la clase de mercancía (según la nomenclatura arancelaria) y del país o zona arancelaria de origen de la mercancía Normalmente, se expresa en porcentaje del valor de la mercancía.

No obstante, a menudo, tariff también se refiere a otras tarifas diferentes a los aranceles, como son impuestos, gravámenes, distorsiones, barreras y obstáculos a la importación y, a veces, al revés, a subvenciones, deducciones y bonificaciones a la exportación. Los aranceles (aduaneros a la importación de un país) vendrían, pues, a compensar los subsidios a la exportación de otro país, que doparía sus exportaciones mientras que sus importaciones estarían protegidas por aranceles y requisitos reglamentarios de efecto equivalente. En este supuesto, el arancel actuaría a modo de compensación y acaso como sanción económica.

El saldo comercial es estructural y no cambiará mucho por los aranceles

Antiguamente, la protección y los aranceles se justificaban por el carácter naciente o infantil de la industria de un país. Así, hubo aranceles ‘educativos’. Hay también aranceles compensatorios, como los antidumping. Contemporáneamente, vistos los grandes beneficios globales, y la necesidad, del comercio internacional libre, los aranceles alcanzaron niveles promedio bajos. Parecían un instrumento a extinguir ante el auge de la globalización y de las áreas de librecambio. En los países desarrollados, los aranceles cayeron desde niveles medios del 40 % del valor de las mercancías en los años 1950 a niveles del 4 % desde 2000, en la mayor parte de los países miembros de la Organización Mundial del Comercio, que incluye a China desde 2001 y a Rusia desde 2012.

Consecuencias de los aranceles

El balance de pagos y de sus sub balanzas tienen carácter estructural, resultan de la estructura económica de los países. En particular, los saldos de la balanza comercial de un país resultan de las proporciones de consumo, ahorro e inversión. De ahí que el poder correctivo de las alzas de aranceles sobre la balanza de bienes será necesariamente muy limitado. Será escaso, salvo que los aranceles alcanzaran un nivel prohibitivo y disuadan completamente el comercio.

El caos y guerra comercial generados por las formas esperpénticas y las pretensiones surrealistas del presidente Trump tienen y tendrán consecuencias importantísimas, aunque entre éstas no estará la corrección del déficit de la balanza de bienes de EE.UU. ni un mayor empleo en EE.UU.

Sin duda, en algún sector la interposición o el alza de un arancel puede mejorar esta partida de la balanza exterior y del empleo… en detrimento de un empeoramiento en otros sectores, cuyas exportaciones se habrán reducido. El momento político-económico americano y global actual es excepcional y explosivo, y nos recuerda otros desatinados episodios de la humanidad, como los previos y posteriores a la I Guerra Mundial, y aquellos que acentuaron la Gran Depresión y condujeron al nazismo y a la II Guerra Mundial.

El momento político-económico global actual es inconcebible, y nos recuerda otros desatinados episodios de la humanidad

Las bolsas se han resentido gravemente de la vorágine trumpiana. Con todo, sobresale muchísimo la alta resiliencia de la economía ante las políticas disparatadas y las malas artes de Trump en los (segundos) primeros 100 días en la Casa Blanca. Debemos confiar en que, más pronto que tarde, la ciudadanía americana a través de sus cámaras procedan a un impeachment de este presidente.

Sátrapas hay en muchos estados del mundo. Si el presidente de EE.UU., nación creadora y motora del orden liberal basado en reglas que generó el mayor auge económico y político de la humanidad (1945-1991-2001-2025) puede comportarse como lo está haciendo desde enero 2025 ¡larga vida y manos libres a los restantes tiranos del mundo! Las autocracias y dictaduras de China, Rusia, Irán, Turquía, Arabia Saudita y de tantos otros países se frotan las manos… con la excusa del caos de los aranceles de Trump.

Realmente, a estas alturas de la historia, y con las capacidades intelectivas, organizativas, productivas y destructivas que hoy tiene la humanidad, todo ello parece inconcebible. Inconcebible, pero augura tiempos calamitosos para la economía, para la democracia y para las personas.

Ferran Brunet i Cid es profesor de Economía Europea. Autor de Economía del separatismo catalán y The Economics of Catalan Separatism. Cofundador y miembro de la junta directiva de Sociedad Civil Catalana.

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