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José Manuel Cansino

La decisión de Trump y la de Lagarde: ¿Y si ahora Europa es más fiable para el ahorro que EE.UU.?

El bono americano a 10 años alcanza un rendimiento ya del 4,48 %; el doble de lo que se paga en la zona euro

Actualizada 04:30

A las 14:45 horas del Jueves Santo, la mayor parte del personal estaba más pendiente de las predicciones meteorológicas que de la conferencia de prensa de Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE).

Lagarde volvía a anunciar una rebaja del 0,25 % en los tres tipos de interés de referencia del BCE pero en la calle había mucho trasiego de fieles endomingados camino de los Oficios del Jueves Santo y poco interés en esa rueda de prensa. Caminaban los fieles aún a riesgo de partirse la crisma de tanto mirar la app que daba pistas sobre las posibilidades de salir a la calle la cofradía del Cautivo en Paradas (Sevilla) o de celebrar la tamborada en Albalate del Arzobispo (en el Bajo Aragón).

Aunque los Bercianos de Aliste en Zamora estaban sólo pendientes de salir en la cofradía de «La Carrera», la presidenta del BCE se dirigía con su tono neutro habitual a los periodistas diciendo dos cosas que –tomadas en su conjunto– tenían una coherencia débil. La primera era que la decisión de bajar los tipos se tomada porque todas las predicciones sobre el comportamiento de los precios seguían acercando su tasa de crecimiento al objetivo del 2 %. Hasta ahí, nada nuevo bajo el sol. Índice general de precios, inflación subyacente, precio de la energía, de los servicios, de los bienes industriales y comportamiento de los salarios, todos seguían apuntando a la baja y, así las cosas, el manual de la ortodoxia en política monetaria respalda seguir bajando los tipos hasta su nivel neutro siempre que el mecanismo de transmisión siga, como hasta ahora, funcionando.

La segunda cosa que dijo Lagarde mientras que los cofrades de Almazán en Soria terminaban de preparar la Procesión del Silencio era que las disrupciones en el comercio internacional, las tensiones en los mercados financieros y la incertidumbre geopolítica estaban pesando en las decisiones de inversión empresariales y podrían reducir los niveles de consumo de las familias. A esto había que unir que el previsible crecimiento del gasto en defensa y en infraestructuras, así como el impacto de los aranceles, podría presionar al alza sobre los precios. En definitiva, que las predicciones sobre inflación que manejaban respaldaban la decisión de bajar los tipos el pasado Jueves Santo, pero que no descartaban que hubiese que revisar en sentido contrario las citadas previsiones en próximas fechas y, con ellas, la tendencia a la baja de los tipos de interés.

En la segunda parte del argumentario de Lagarde hay una cuestión central; ¿Qué ocurre si la economía estadounidense y su activo de referencia –el bono de 10 años– deja de comportarse como un activo libre de riesgo? O ¿Qué ocurre si, de pronto, la desconcertante sucesión de subidas y aplazamientos arancelarios de Trump hace de otras economías zonas más confiables que la hasta ahora principal potencia mundial?

En el libro de homenaje al profesor Fernando Faces que tuve el honor de coordinar para San Telmo Business School, se explica con meridiana claridad el papel que hasta ahora ha jugado la economía estadounidense como principal banco de inversión del mundo.

En definitiva, EE.UU. con un fuerte déficit comercial y un déficit público del 7 % de su PIB necesita captar el ahorro internacional para la financiación de sus empresas y su administración. Su credibilidad como economía fuerte y la calificación de su bono a 10 años como activo libre de riesgo le permitía que el excedente de ahorro generado en países extranjeros como Japón y China –por este orden– y buena parte de los BRICS, se dirigiese a comprar deuda norteamericana.

De esta forma, no sólo EE.UU. lograba enjugar su déficit interior –privado y público– sino que lo hacía a tipos de interés bajos que le permitían volver a usar el dinero barato prestado para adquirir activos del resto del mundo. Unos activos más arriesgados pero más rentables que, usualmente, se cobraban en una moneda más fuerte que el dólar. Así las cosas, el profesor Faces estimaba que en 2007, anualmente, EE.UU. recibía una transferencia de renta del resto del mundo equivalente al 5,9 % del PIB mundial. Técnicamente, aunque su balanza comercial fuese deficitaria, la balanza de rentas le era sumamente beneficiosa.

La cuestión arancelaria nos tiene situados ahora en una posición diferente. China vende tres veces más de lo que compra a Estados Unidos. Sin embargo, hasta el 86 % de las exportaciones chinas de productos electrónicos son producidas por empresas extranjeras, a menudo estadounidenses. Por tanto, China es también una fábrica deslocalizada para las multinacionales estadounidenses. Al mismo tiempo, los intereses que ahora tienen que pagar los EE.UU. para financiarse han subido notablemente. El bono a 10 años alcanza un rendimiento ya del 4,48 %; el doble de lo que se paga en la zona euro. Es mucho más barato financiarse con el ahorro europeo pues exige una retribución menor; más ahora con la nueva bajada de tipos del Jueves Santo.

Es mucho más barato financiarse con el ahorro europeo pues exige una retribución menor; más ahora con la nueva bajada de tipos del Jueves Santo

El problema quizá sea de magnitud. En 2007 el déficit estadounidense engullía las dos terceras partes del ahorro mundial. Un ahorro que no estaba, principalmente, en los países europeos que, salvo excepciones, andamos cortos de sobrante de dinero.

Seguiremos pendientes de lo que ocurre en esta tregua de los 90 días de amplia congelación arancelaria; más larga que los 40 días de tentación en el desierto y que dan para guardar los enseres procesionales con la satisfacción de haber visto a Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores por donde el Cautivo del inicio de este artículo y la pena de no haber visto a la Hermandad de los Estudiantes salir del Rectorado de la Universidad de Sevilla.

  • José Manuel Cansino es catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino
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