El trampantojo del 'coliving'
En España el coliving se viene extendiendo para referirse no a una convivencia voluntariamente compartida sino económicamente impuesta
El prefijo «co» es un morfema productivo en español que denota acción compartida o simultaneidad. Además, es de uso creciente, pero no viniendo de nuestra lengua común, sino de la importada del mundo anglosajón. Todo lo que proceda de ese ámbito recibe automáticamente una pátina de incontestabilidad heredada de la rancia admiración por el «American way of life». Así, por ejemplo, «coliving», del inglés «co-living», suena como uno más de estos nuevos términos de sonido aterciopelado que se vienen imponiendo.
El concepto se acuñó en Silicon Valley (que no es el valle de la silicona, sino del silicio utilizado en los primeros ordenadores). Su origen no nos debe resultar extraño pues fue el resultado de una escasez en viviendas y un aumento de jóvenes profesionales que se movieron a la próspera ciudad. Jóvenes profesionales que, en un buen porcentaje, acabaron desarrollando una carrera exitosa en los sectores tecnológicamente intensivos.
En España, sin embargo, el «coliving» se viene extendiendo para referirse no a una convivencia voluntariamente compartida sino económicamente impuesta por la combinación de, al menos, tres causas; muchas personas trabajando, salarios bajos muy extendidos y precios de la vivienda disparados en las zonas urbanas.
El salario medio anual de un trabajador en España menor de 40 años para los años 2023 y 2024, osciló entre los 24.000 y los 28.000 euros en términos brutos, antes de impuestos y cotizaciones a la Seguridad Social. Así lo reporta la Estadística de Salarios y los informes de Adecco. Para bajarlos al terreno de la realidad, hay que descontar a estas cifras entre un 20 y un 25 % para llevarlas a valores de poder adquisitivo.
Su origen no nos debe resultar extraño pues fue el resultado de una escasez en viviendas y un aumento de jóvenes profesionales que se movieron a la próspera ciudad
Si saltamos de la individualidad del salario al conjunto de la familia, el ingreso medio anual de una familia promedio (2-3 miembros) para los mismos años subía a los 30.000 – 35.000 euros brutos. Podemos imaginar que hay un salario base traído por uno de sus miembros y un salario del algún trabajo a tiempo parcial de otro. Naturalmente, hay importantes diferencias geográficas sobre este valor medio, en Madrid y Cataluña se está un 20 % por encima de la media, mientras que en Extremadura y Andalucía, un 15 % por debajo.
Directamente relacionado con lo anterior está el hecho de que la tasa de ahorro está lejos del 9 %; cifra previa a la pandemia. Para el año pasado, la tasa de ahorro apenas superaba el 7 %, con las mismas diferencias geográficas existentes en los ingresos familiares. Por grupos de edad, quienes están entre los 30 y los 45 años, precisamente tienen una tasa de ahorro del 7,2 %.
En España, la entrada media para comprar una vivienda suele ser del 20 % del valor de la misma. Según Bankinter, el precio medio del metro cuadrado de una vivienda urbana es de 4.891 euros y la mayor parte de las personas (el 75 %) que vive en una zona urbana, lo hace en un piso de menos de 90 metros cuadrados. Así las cosas, hay que tener ahorrados casi 90.000 euros para pagar la entrada de una vivienda si se logra conseguir un préstamo hipotecario que te financie el 80 % del resto del precio.
Con unos salarios netos como los que arrojan las estadísticas (entre los 16.000 y los 17.600 euros para los que están entre 25 y 29 años) y una tasa de ahorro del 4,5 % (la propia de quienes tienen una edad inferior a los 30 años), se necesitan entre 35 y 41 años para alcanzar los 90.000 euros si el ahorro logra una rentabilidad media como la que hoy ofrecen las entidades bancarias a sus clientes menos arriesgados (1 o 2 %). Las alternativas son, 1) formar una familia con alguien de ingresos similares, reduciendo así a la mitad el tiempo para lograr el dinero de la entrada, 2) que papá o mamá te «ayuden» o 1) + 2); en este último caso, todo es más fácil.
No obstante, recordemos que sino no nos vemos capaces de ahorrar lo suficiente, siempre está la opción del «coliving» que, si se pronuncia con acento inglés rapero, es un trampantojo eficaz para seguir pensando que la economía española es muy resiliente. Y tanto.
- José Manuel Cansino: Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, profesor de San Telmo Business School y académico de la Universidad Autónoma de Chile / @jmcansino