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Los sistemas informáticos permiten detectar irregularidades sin intervención humanaCarlos Lujan / Europa Press

Emilio Baena, extrabajador de Hacienda, da los motivos por los que pueden investigarte: «No basta con ser legal»

Destaca que «ya no hace falta que un inspector te revise» puesto que todos los sistemas de control están automatizados

Un total de 24,5 millones de ciudadanos han presentado este año su declaración de la Renta, en un ejercicio en el que ajustan cuentas con la Agencia Tributaria. Esta gestión anual, de carácter obligatorio para la mayoría de los contribuyentes, puede resolverse de dos maneras: con un importe a pagar o con una devolución a favor del declarante.

Durante el proceso, muchos buscan beneficiarse de las deducciones fiscales disponibles, con el objetivo de mejorar el resultado final. No obstante, realizar la declaración sin errores ni omisiones es un aspecto clave, ya que cualquier irregularidad podría activar las alarmas del sistema y derivar en una investigación formal. Si se detectan indicios de fraude, Hacienda puede abrir un expediente sancionador con consecuencias económicas considerables.

En este contexto, Emilio Baena, antiguo funcionario del organismo y actualmente asesor fiscal, ha compartido recientemente una advertencia en su perfil de LinkedIn sobre los factores que pueden llevar a la Agencia Tributaria a iniciar una inspección.

El experto explica que «durante años Hacienda funcionaba con revisiones manuales y expedientes en papel», pero que el sistema ha evolucionado de forma sustancial. En la actualidad, el uso de tecnologías avanzadas, como el análisis masivo de datos y la inteligencia artificial, permite al fisco procesar y cruzar millones de registros diariamente.

«Un 'perfil de riesgo'»

Baena advierte que el sistema asigna a cada contribuyente —particular o empresa— un nivel de riesgo que se actualiza de manera continua. Según sus propias palabras, «cada contribuyente, persona o empresa, tiene un 'perfil de riesgo', una puntuación dinámica que se actualiza en tiempo real según unos parámetros». Esta calificación, en constante revisión, sirve para detectar posibles anomalías y activar controles automáticos.

Entre los comportamientos que más sospechas generan se encuentran los gastos que no guardan coherencia con los ingresos declarados, los movimientos bancarios entre cuentas que carecen de justificación clara, las transacciones internacionales, el uso de monedas virtuales, la tenencia de grandes cantidades de dinero en efectivo o la emisión de facturas con patrones atípicos.

También pueden levantar sospechas la aparición del contribuyente en bases de datos vinculadas a sociedades en el extranjero o las diferencias entre lo declarado y lo reportado por bancos y plataformas digitales.

Un escenario de control automatizado

En este escenario de control automatizado, Baena señala que «ya no hace falta que un inspector te revise», dado que los sistemas informáticos permiten detectar irregularidades sin intervención humana directa. Por ello, recomienda enfáticamente la planificación fiscal, una práctica legal orientada a optimizar la carga tributaria.

Eso sí, subraya que esta planificación no debe confundirse con mecanismos de evasión: «Planificar no significa evadir». Y remata con una frase que resume su postura: «No basta con ser legal, también hay que parecerlo».

La advertencia de este experto cobra especial relevancia en un contexto de creciente sofisticación tecnológica en la gestión tributaria. Para los contribuyentes, la transparencia y la coherencia en los datos presentados ya no son una opción, sino una necesidad frente a un sistema que cruza información en tiempo real y que ha reducido al mínimo los márgenes para el error o el descuido.