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Al ser titular de los productos financieros, el hijo asumiría la tributación derivada de los movimientos de inversiónGTRES

Los riesgos de abrir una cuenta corriente a tus hijos, según un asesor: «La mejor opción es invertir a tu nombre»

Su planteamiento refleja una tendencia creciente en materia de educación financiera y planificación familiar

Cuando muchas familias se plantean cómo asegurar el futuro económico de sus hijos, suelen optar por abrir una cuenta corriente a su nombre e ingresar una cantidad mensual. Sin embargo, el asesor financiero Sergi Torrens advierte de que esta práctica puede generar varios problemas relevantes a medio y largo plazo.

El primero tiene que ver con la pérdida de poder adquisitivo. Tal y como explica, «si estás hablando de plazos de 15-20 años, pues poner dinero en una cuenta lo que hace es perder valor con el tiempo porque la inflación a 15-20 años es mucha». La acumulación inflacionaria acaba erosionando el ahorro si no se invierte, de modo que «hay que invertir ese dinero» para evitar que se deprecie.

El segundo inconveniente aparece cuando el menor alcanza la mayoría de edad. Abrir la cuenta a su nombre implica que, a los 18 años, puede disponer libremente de todo el dinero acumulado, sin que los padres tengan margen para limitar su uso. «Quiere decir que a los 18 años tendrá acceso a todo el dinero y no podremos restringirlo», subraya Torrens, una situación que puede no ajustarse a los objetivos familiares.

El tercer elemento que destaca es la carga fiscal que recaería sobre el propio joven: «Cuando él cumpla 18 o esta persona cumpla 18, vas a tener que hacer frente a los impuestos que puedan derivar de las acciones, bonos, lo que sea o fondos que haya comprado». Al ser titular de los productos financieros, el hijo asumiría la tributación derivada de los movimientos de inversión.

Recomendaciones

Frente a estos problemas, Torrens propone un enfoque distinto. «La mejor aproximación para estos casos es abrir una cuenta a tu propio nombre, poner el dinero e invertir automáticamente todos los meses», señala.

De este modo, los padres mantienen el control sobre los fondos, protegen su valor mediante la inversión y pueden decidir con flexibilidad cuándo y cómo entregarlos al hijo cuando sea adulto.

«Cuando el niño o niña necesite dinero de mayor, lo sacas de la cuenta y se la vas», resume. Su planteamiento refleja una tendencia creciente en materia de educación financiera y planificación familiar, que busca equilibrar la rentabilidad del ahorro con la autonomía y responsabilidad en su gestión.

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