El expresidente del PNV, Andoni Ortuzar, durante el Alderdi Eguna.
La presidencia del PNV, un trampolín hacia la empresa privada
Andoni Ortuzar ficha por Telefónica, previo paso por PwC, siguiendo el ejemplo de Imaz y Urkullu
Hace casi veinte años, cuando Josu Jon Imaz fichó como presidente de Petronor, el histórico dirigente del PNV Xavier Arzalluz lo acusó de ser «un mal ejemplo para la juventud de Euskadi». Sin embargo, el tiempo ha demostrado que la presidencia del Euzkadi Buru Batzar se ha convertido en un trampolín hacia el sector privado. El último en dar el salto ha sido Andoni Ortuzar, que se incorpora a Telefónica apenas ocho meses después de su renuncia como líder del partido.
El diagnóstico de Arzalluz sobre Imaz fue despiadado. Vinculó su fichaje por la filial de Repsol a «favores» a Iberdrola y subrayó su escasa experiencia empresarial. «La pregunta es quién ha pagado todos estos gastos, cuántos premios está recibiendo; no es un caso aislado el de Petronor: los premios que le están dando en Madrid, en Barcelona, el Ondas… esto es que realmente ha cautivado a España», afirmó. Pero en aquellas declaraciones había más resentimiento que lucidez. Arzalluz aún no había digerido la derrota de su delfín, Joseba Egibar, frente a Imaz, y el salto del guipuzcoano a la petrolera le brindó la ocasión de recuperar su papel de brújula moral del nacionalismo vasco. Lo cierto es que Imaz ha consolidado desde entonces una carrera sólida en Repsol, donde es consejero delegado desde 2014.
A Imaz le sucedió Íñigo Urkullu, que presidió el partido hasta 2012, cuando tuvo que dejar el cargo tras ser investido lehendakari. Permaneció al frente del Gobierno vasco hasta junio de 2024, cuando el PNV optó por un relevo generacional. Su salida fue discreta, quizá porque ya preparaba su incorporación a la fundación eAtlantic, un lobby que aspira a articular una macrorregión atlántica y que reúne en su patronato a los presidentes de BBVA, Iberdrola, Kutxabank y Petronor, además de otras figuras del empresariado vasco.
La fundación se presentó el pasado mayo con la ambición de «tejer alianzas y diseñar propuestas compartidas al servicio de la prosperidad de la fachada atlántica». Ha fijado un objetivo de ingresos de 1,1 millones para este año y de 600.000 euros para 2026. Cuenta con cuatro empleados –entre ellos, el propio Urkullu– para los que destina 400.000 euros anuales. Desde su creación, el exlehendakari ha desplegado una intensa agenda de reuniones con administraciones autonómicas, diplomáticos, asociaciones y entidades de toda índole.
El relevo de Urkullu al frente del PNV fue Andoni Ortuzar, que ahora se incorporará al consejo de administración de Telefónica Audiovisual Digital, heredera de Movistar Plus, con la misión de reforzar la gobernanza de la plataforma. Su llegada a Telefónica es polémica por varios motivos. En primer lugar, la compañía negocia un ERE para más de 5.000 empleados –aunque fuentes del sector apuntan que podría reducirse a unos 4.000–, mientras su presidente, Marc Murtra, continúa reforzando la cúpula con perfiles próximos al PSOE, como el reciente fichaje de Macarena Álvarez, ex jefa de gabinete de la ministra Elma Saiz y antigua colaboradora de Francisco Salazar.
Favores a PwC
El otro motivo afecta directamente al expresidente del PNV y evidencia el cabildeo de los partidos y la empresa privada. Tras dejar la presidencia del Euzkadi Buru Batzar –la ejecutiva de los nacionalistas vascos– en febrero, se incorporó en septiembre como «asesor externo» de PwC, con un sueldo en torno a 120.000 euros anuales. Durante su mandato, el PNV apoyó una enmienda transaccional del PDeCat a la Ley de Auditoría de Cuentas que amplió de cuatro a 14 años la prórroga con la que una empresa del Ibex puede mantener a la misma auditora tras agotar el límite de diez años. La modificación –también respaldada por PSOE y Podemos– permitió a PwC renovar sus contratos con Banco Santander y con Telefónica, con la que acaba de extender su acuerdo hasta 2029 por 20 millones de euros.
Dos décadas después de las advertencias de Arzalluz, las trayectorias de Imaz, Urkullu y Ortuzar demuestran que la presidencia del PNV se ha convertido en una plataforma eficaz para dar el salto al mundo empresarial. Esta práctica alimenta todavía más las dudas sobre la relación entre la actividad legislativa de los partidos y la continuidad de sus dirigentes en sectores donde las decisiones políticas tienen un peso clave. Para muchos políticos, no obstante, es un ejemplo a seguir.