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29 de marzo de 2024

Imagen de archivo de alumnas en un colegio de Valencia

Imagen de archivo de alumnas en un colegio de ValenciaEP

Educación

Suprimir la cultura del esfuerzo, la puntilla para la igualdad de oportunidades

Las medidas del Gobierno van en contra de las recomendaciones de los expertos para una educación de calidad e igualitaria

Hace apenas un año, Pablo Iglesias aseguraba en un mitin que los «enemigos de la democracia» no soportaban «que muchos cuyos padres no sabían leer puedan llegar a tener más títulos universitarios y una vida mejor que ellos; ganándoselo a pulso, con esfuerzo». Hoy, ese mensaje ha cambiado radicalmente. La nueva ley educativa ya está en marcha y la meritocracia ha muerto, enterrada bajo una orden ministerial que permite la promoción y titulación con suspensos.
Lilith Verstrynge, secretaria de Organización de Podemos, aseguró el pasado fin de semana durante un mitin en Valencia que «el ascensor social no funciona». «Este mito de la meritocracia convierte los problemas colectivos en culpas individuales: si te va mal es porque no te esfuerzas, pero no cuentan que lo que importa no es el esfuerzo sino tu código postal, tu entorno y tu capital cultural».

La educación ha influido en la reducción de las desigualdades en nuestra sociedad

Según la secretaria de Organización de Podemos, «quien nace pobre suele morir pobre y da igual el esfuerzo que haga o el compromiso que tenga». Sin embargo, casi todos los expertos coinciden en que la educación ha influido en la reducción de las desigualdades en nuestra sociedad. Aunque todavía queda mucho camino por recorrer.
Un estudio de la OCDE ponía en relieve que cuanto mayor es la inversión educativa, mayor es la movilidad social. Precisamente, esta organización destacaba la influencia del fracaso escolar en sectores más desfavorecidos y la dificultad de estos jóvenes de abandonar esta «rueda de la pobreza» sin formación y aptitudes para enfrentarse al mercado laboral.
España, en estos dos aspectos, está a la cola de los países de nuestro entorno con una inversión educativa de 13.800 dólares por estudiante, 3.265 menos que la media de la OCDE. Respecto al abandono escolar temprano, y pese a registrar en 2021 la cifra más baja en su historia, nuestro país mantiene una tasa del 13,3 %, solo superados por Rumanía.
Europa lleva años tirando a España de las orejas por estas cifras y ha impuesto varios objetivos de cara a los próximos años. Uno de ellos es la reducción de la tasa de abandono escolar por debajo del 9 % antes 2030. Este porcentaje se refiere a los jóvenes de entre 18 y 24 años que no habían completado el segundo ciclo de Secundaria y que no seguían ningún tipo de formación.

Aprobar, cada vez más fácil

De ahí que el Gobierno haya decidido relajar al máximo las opciones de superación de curso permitiendo la promoción e incluso la obtención del título sin límite de suspensos siempre y cuando el equipo docente decida que el estudiante ha obtenido las competencias establecidas por la LOMLOE.
«La escuela exigente es el mejor método de igualización social y cuando deja de serlo, los que más sufren son los estudiantes que vienen de un ambiente familiar menos severo», comenta Jordi Cabanes, director del colegio Abat Oliba Spínola.
Jorge Sainz, catedrático de Economía Aplicada de la URJC, se manifiesta en términos similares: «El mundo está en contra de los deberes. Pero si mi hijo tiene deberes sobre el museo del Prado, yo le llevaré, mientras que otros padres no. Es una ruptura brutal del sistema de equidad», añade.
«Se habla de Educación, pero la gente no sabe por qué ni cómo: forma capital humano. Los estudiantes antes competían con alumnos de otras universidades del país y ahora lo hacen contra alumnos de todo el mundo. Los países que más están creciendo son aquellos con mayor calidad de la Educación y no se trata de dar más clases si luego pasas de curso sin aprobar», explica.

«Motor» para seguir trabajando

María, alumna de un doble grado sanitario, estudia con una beca a la excelencia en una prestigiosa universidad madrileña. Para obtenerla, tuvo que justificar una nota media de 9 en los últimos cuatro años de su educación preuniversitaria además de otras actividades como voluntariado, nivel de idiomas o deportes. Además, tiene que mantener una nota de 8 para conservar la beca. Por eso, no comparte este afán por reducir el nivel. «No voy a negar que existe un componente económico, pero las oportunidades son mayores para el que se esfuerza».

Dedicar un esfuerzo toda la vida y ver que otros llegan al mismo lugar con menos trabajo provoca decepciónMaría, alumna de doble grado sanitario

«Dedicar un esfuerzo toda la vida y ver que otros llegan al mismo lugar con menos trabajo provoca decepción. Pero el título no es lo único, luego la gente se da cuenta de quién vale y quién no», comenta.
Para Keyla, la situación es similar. Con una nota de 10 en Bachillerato, accedió con beca para cursar Derecho y no lo ha tenido fácil para compaginar sus estudios con el deporte, al que se dedica profesionalmente. «Es enriquecedor que se nos valore por nuestros logros y esfuerzos. El reconocimiento es el motor de las personas para seguir trabajando duro. Hay que empujar para ser mejores», resalta.

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