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29 de abril de 2024

La rectora de la Universidad de Harvard, Claudine Gay

La rectora de la Universidad de Harvard, Claudine GayEFE

El antisemitismo y las sospechas de plagio se llevan por delante a Claudine Gay, rectora de Harvard

Su mandato como la primera rectora negra de esta institución ha sido el más breve en la historia de Harvard

Claudine Gay, hasta la fecha rectora de la prestigiosa institución universitaria de Harvard, se ha visto obligada a dejar el cargo que ostentaba tras seis meses y dos días al frente.
Gay se ha visto envuelta en una polémica con crecientes acusaciones de plagio en su trabajo académico, pero lo que sin duda levantó más ampollas fueron sus ambiguas declaraciones en relación a Israel cuando intervino en una audiencia en el Congreso para hablar sobre el antisemitismo en las universidades norteamericanas.
Su mandato, por tanto, como la primera dirigente negra de la universidad, ha sido el más breve de la historia de Harvard. «Tras consultas con los miembros de la Corporación ha quedado claro que lo más conveniente para los intereses de Harvard es que yo dimita, de modo que nuestra comunidad pueda gestionar estos momentos de desafío extraordinario centrándose en la institución, y no en un individuo en particular», ha indicado la rectora en un correo electrónico a los estudiantes y cuerpo académico.

Ambiguedad para condenar a Hamás

Gay intervino el pasado 5 de diciembre en una comparecencia en el Congreso tras la cual fue acusada de ambigüedad en relación al antisemitismo que se ha levantado en los campus norteamericanos a raíz de los atentados de Hamás en Israel y la posterior respuesta del país judío. «Dimitir no ha sido una decisión que haya tomado a la ligera. Mi profundo sentimiento de conexión con Harvard y su gente ha hecho especialmente doloroso el ser testigo de las tensiones y divisiones que han dominado nuestra comunidad en los últimos meses, y debilitado los lazos de confianza y reciprocidad que deberían ser fuentes de fortaleza y apoyo en momentos de crisis», añadía.
En ese episodio en el Congreso, la congresista republicana Elise Stefanik, antigua alumna de Harvard, exigió tanto a Gay como a las rectoras del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y de la Universidad de Pensilvania que dieran mayor información sobre si castigarían de algún modo a aquellos estudiantes que en sus campus llamaban al genocidio contra los judíos.
El hecho de irse por las ramas, evitando una condena tajante, y aludiendo a la posibilidad de que una hipotética reacción contra este movimiento dependería del contexto, les valió una oleada de críticas, empezando por la Casa Blanca. «Es increíble que haya que decirlo: los llamamientos al genocidio son monstruosos y contrarios a todo lo que representamos como país», sostenía su portavoz adjunto, Andrew Bates.
Pero lo peor para Gay, cuyo nombramiento medio año antes había sido saludado como un hito contra el racismo –es hija de inmigrantes haitianos–, estaba por llegar.
La Comisión de Educación de la Cámara de Representantes, bajo control del Partido Republicano, anunció una investigación sobre la situación del antisemitismo en Harvard. Paralelamente, surgieron pesquisas para averiguar si existió un supuesto plagio en cuatro de sus obras académicas, incluida su tesis doctoral.
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