Revolución en la carrera de Magisterio: los decanos propondrán una segunda selectividad para ser profesor

Una prueba específica para acceder a la carrera de Magisterio y una revolución en su puesta en práctica. Estas son las principales conclusiones que se pueden extraer del borrador del Libro Blanco de la Educación Primaria, al que ha tenido acceso El Debate y que adelantó El Mundo.

Tal como detalla el extenso documento –aún en fase de borrador–, elaborado por la Conferencia de Decanos de Educación (CoDE) –asociación privada y sin ánimo de lucro formada por decanos y directores de facultades universitarias de educación–, el acceso al Grado en Educación Primaria podría sufrir un cambio sin precedentes en nuestro país. Uno de los puntos más controvertidos de este libro hace referencia a la idea de establecer una prueba obligatoria de acceso adicional para quienes quieran estudiar la carrera conocida anteriormente como Magisterio, lo que supondría una especie de segunda selectividad.

«La mayoría de las universidades no establece un requisito previo de acceso para el Grado en Educación Primaria, existiendo algunos casos puntuales en los que se ha implementado en los últimos años una prueba de acceso que valora la competencia lingüística, la competencia lógico-matemática y/o el razonamiento crítico, además de poder evaluar otros elementos no cognitivos», señala el documento elaborado por los decanos.

El objetivo de esta segunda prueba es bastante simple. Los decanos quieren mejorar la calidad de la formación –y por consiguiente la calidad educativa del futuro– desde las primeras etapas. Tal como detalla el documento, a día de hoy no existe ningún tipo de requisito para acceder al grado, más allá de superar la EBAU. Toda aquella persona interesada en ingresar a la carrera deberá únicamente superar la nota de corte estipulada.

Ante este escenario, donde las barreras de acceso son relativamente bajas, el Libro Blanco defiende la implementación de una prueba estatal común en la que cuál se combinen evaluaciones académicas –como por ejemplo la comprensión lectora– con distintas pruebas de aptitud personal –entre las cuáles podrían incorporarse entrevistas o test psicológicos–, de cara a medir sus habilidades sociales.

Los aspectos detallados en este Libro Blanco no son del todo novedosos en nuestro país. El documento hace mención a las llamadas Pruebas de Aptitud Personal (PAP) de Cataluña, las cuáles son requisito indispensable para acceder a la carrera de Magisterio en la comunidad. Básicamente, el borrador recalca la necesidad de ampliar este tipo de pruebas a todo el país, siguiendo así modelos educativos como el de Finlandia, nación que se ha caracterizado por ser una de las más prestigiosas en ámbitos como el Derecho o la Educación gracias a un proceso selectivo mucho más duro –en comparación con el que existe en España–.

Otro de los grandes aspectos señalados en el borrador es el nuevo modelo 4+1 del Grado –con cuatro años de carrera y uno de máster–. En este caso, el Libro Blanco propone que el Grado de Educación Infantil y de Primaria se refuerce con más prácticas, competencias profesionales y conexión con la realidad escolar, con la posibilidad de cursar un quinto año de especialización habilitante.

«Este modelo permitiría que todos los graduados y graduadas pudieran acceder a la docencia generalista, mientras que quienes optaran por la especialización contarían con una doble habilitación: general y específica», detalla el documento.

¿Cómo será su puesta en práctica?

Como toda medida, no está exenta de polémica. Aunque es cierto que inicialmente busca elevar el nivel y el reconocimiento de la carrera docente, también abre un debate sobre la equidad y el acceso.

¿Será esta nueva prueba un filtro de calidad? En el caso de que pueda aplicarse esta segunda prueba a un ámbito nacional, podrían generarse desigualdades territoriales dependiendo de la comunidad autónoma. Asimismo, otro de los factores a tener en cuenta son aquellas competencias no académicas, como la empatía o el compromiso social, las cuáles podrían marcar una diferencia a pesar de no ser cualidades principales que deberían presentar los estudiantes.

En líneas generales, el debate sobre quién debe acceder a la formación docente y cómo garantizar su calidad sigue abierto. Por lo tanto, la propuesta del Libro Blanco abre la puerta a una reforma estructural del modelo, pero también plantea interrogantes sobre igualdad de oportunidades, transparencia y cohesión del sistema universitario.