Profesora dando clase
Así será el examen para entrar en Magisterio: test, minientrevistas y «juicio situacional»
El alumnado que accede a estudios para la profesión docente de Educación Primaria debería tener una serie de cualidades básicas
Si algo tenemos en común con la mayor parte de países europeos es que no existen exámenes para los 396 estudios de educación, sino que se rigen a las notas obtenidas en el examen de selectividad. Sin embargo, esto podría cambiar. Según el borrador del Libro Blanco de la Educación Primaria, al que ha tenido acceso El Debate, los estudiantes que quieran acceder a la carrera de Magisterio ya no solo deberán sacar una nota alta en la Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), sino que tendrán que superar unos test específicos.
Tal como detalla el documento elaborado por la Conferencia de Decanos de Educación (CoDE) –asociación privada y sin ánimo de lucro formada por decanos y directores de facultades universitarias de educación–, el acceso a la formación docente es «una preocupación» que presenta una complejidad razonable y no está exenta de cuestiones axiológicas.
Por ello, según revelan en el texto, el alumnado que accede a estudios para la profesión docente de Educación Primaria debería tener una serie de cualidades básicas. Entre ellas destacan la empatía, capacidad de trabajar en equipo, habilidades comunicativas, capacidad de pensamiento crítico, facilidad para establecer relaciones interpersonales y con clara predisposición hacia la enseñanza y la comprensión del mundo, entre otras.
Asimismo, desde la CoDE destacan que es necesario contar con «un sistema de admisión» que garantice que el alumnado que inicia sus estudios para ser docente cuente con el conjunto de conocimientos y competencias necesarias. Para ello, podría ser necesario «fijar ciertos requisitos de acceso».
Siguiendo el modelo de Oliver et al. (2021), el enfoque propuesto se apoya en cuatro valores fundamentales: ajuste, idoneidad, atribucional y predictivo. Su finalidad es diseñar pruebas más justas y efectivas que reflejen las verdaderas exigencias de cada profesión. Con esto, excluirán a candidatos por «no ser los mejores, no ser idóneos, sus conocimientos no son suficientes o sus fortalezas y debilidades no les convencen».
El modelo de selección, planteado en experiencias previas desarrolladas en Cataluña y en las Islas Baleares, adapta al contexto local las prácticas de países con sistemas consolidados, «como Finlandia y el Reino Unido», y combina distintas herramientas para evaluar «tanto las competencias académicas como las habilidades personales y motivacionales de los aspirantes», reza el texto.
La propuesta incluye la evaluación académica mediante pruebas de comprensión lectora y razonamiento lógico-matemático, la valoración de atributos no académicos a través de herramientas como las Mini Entrevistas Múltiples (MMIs) y los Test de Juicio Situacional (SJTs), reconocidas internacionalmente por su capacidad predictiva y su equidad, y la consideración de factores de antecedentes y motivacionales, evaluados mediante cartas de presentación, vídeos personales o el análisis de experiencias previas.
Esto concluyen, además de favorecer la identificación de perfiles más comprometidos y adecuados para la profesión, podría actuar como «mecanismo regulador del acceso, mejorar la equidad y el prestigio social de la carrera docente, y contribuir al ajuste entre oferta y demanda de plazas en los programas formativos».