
Justo Gallego Martínez (1925 - 2021)
En las afueras de Madrid
El hombre que construyó una catedral él solo «por amor al Señor»
En Mejorada del Campo un hombre edificó durante seis décadas —sin ayuda alguna y con material reciclado— un monumental templo católico
Hace tiempo que Mejorada dejó de ser un pequeño pueblo de agricultores para convertirse en una de las muchas ciudades dormitorio que rodean Madrid. Centros comerciales, polígonos industriales, bloques de pisos, sucursales bancarias y paradas de autobús; el manto de la modernidad ha cubierto la práctica totalidad de este municipio de 22.000 habitantes.
La práctica totalidad, pero no todo el pueblo; porque en pleno centro de Mejorada hay 8.000 metros cuadrados que transportan al visitante a otro tiempo y lugar. 8.000 metros cuadrados es la superficie del templo que Justo Gallego Martínez, don Justo, comenzó a construir en el año 1961.
Seis décadas que han pasaron en balde. La cúpula de 22 metros de diámetro y 36 de altura, las tres naves de 20 metros de anchura y 50 de longitud, las torres de cinco metros de diámetro que rodean el edificio, o la inmensa cripta subterránea, que abarca todo el subsuelo del edificio; éste el testimonio –mudo, pero elocuente– de que don Justo no perdía el tiempo.

La Catedral de Justo en Mejorada del Campo, Madrid
Ni un minuto que perder
Los torreones están a medio levantar, y la cúpula aún no ha sido cubierta de teja; sus hierros circulares atravesados por el viento recuerdan a las costillas boca arriba de una ballena. Los expertos en arquitectura e ingeniería se quedan asombrados; los problemas de estructura han sido resueltos de un modo tan heterodoxo como sólido. Y dentro del templo, aquí y allá, en cuidado desorden, todavía se acumulan sacos de cemento, botes de pintura y mesas hechas de cuatro tablones; siempre para continuar cortando, soldando y fundiendo.
Una belleza, la del templo, que, paradójicamente, por su inacabada imperfección, se hace más presente; quizá porque así, con todo a medio hacer, se da pie a que la imaginación vuele para ayudar a finalizar su tarea. El Padre Ángel, de Mensajeros de la Paz, y el único ayudante de Justo, Ángel López, serán los encargados de concluir el proyecto en un plazo aproximado de dos años. La Comunidad de Madrid, mientras tanto, ya tramita el expediente para que el edificio sea declarado Bien de Interés Cultural.
Otra paradoja: el salto de la parte al todo, de la materia a la idea, se produce gracias a la pobreza de materiales empleados. Los ladrillos provienen de una fábrica cercana que previamente, por defectuosos, han sido desechados; y en las columnas se perciben las huellas de los bidones de gasolina empleados como molde. Lo mismo sucede con los espigados pilares, fundidos nada menos que con botes de Cola Cao.

La Catedral de Justo por dentro
Bastaría que la mirada quedase presa en lo anecdótico para atribuirle a la catedral un carácter kitsch del que carece por completo. La impresión es que, por el contrario, su arquitecto ha conseguido lo más difícil; materializar el espíritu, o espiritualizar la materia. Así lo prueba el reconocimiento a la catedral, que no conoce fronteras; los principales museos del mundo, incluido el MOMA de Nueva York, han dedicado muestras y retrospectivas a su trabajo.
Don Justo explicaba que su motivación era religiosa y, para más señas, católica; la catedral está dedicada a la Virgen del Pilar. El baptisterio, el altar mayor, la cripta, el coro presidido por un templete a Jesús nazareno... El lenguaje arquitectónico del templo engarza con el románico de la Iglesia y, al mismo tiempo, resulta plenamente moderno.
Presencias reales
En el Ayuntamiento de Mejorada, gobernado por el PSOE, tampoco había una mala palabra contra él. La relación con su alcalde, Jorge Capa, era buena y hasta de vez en cuando le facilitaban algo de material para que continuara su labor. Hace seis meses el municipio le concedió el título de Hijo Predilecto.

Plano de la catedral de Justo
Contaba don Justo que más de un viajero se le acercó para asegurarle que había perdido la fe, pero «viendo este templo, sólo puedo pensar que algo así no puede hacerse sin la mano de Dios». Ante estos comentarios, unas veces sonreía y otra callaba, pero nunca se explaya en exceso; el tiempo apremiaba. Aun así, era inevitable ceder a la tentación para interrumpirle de nuevo y preguntarle: «Pero oiga, ¿cómo diantres ha levantado todo esto usted solo?». «Mi madre me educó muy bien y yo trabajo con ansias por amor al Señor». Nada que objetar. Tampoco convenía incordiar más. Quedaba, y queda, mucho trabajo por hacer.
Con sus propias palabras*
(*) Texto que cuelga en la entrada principal de la catedral de Mejorada del Campo.

El pintor Carlos Romano trabajando en la Catedral de Justo