
Bieito Rubido, José Manuel Otero Novas, Soledad Becerril y Fernando Suárez en el curso de verano sobre la transición española
Soledad Becerril: «La Ley de Memoria no menciona la monarquía parlamentaria, el edificio clave de nuestro sistema democrático»
Bieito Rubido, José Manuel Otero Novas, Soledad Becerril y Fernando Suárez inauguran el curso de verano 'La transición española como referente: legado y perspectivas'
El Instituto de Estudios de la Democracia, el Centro de Patrimonio Histórico de la universidad San Pablo CEU y la Fundación San Pablo Andalucía inauguraron este jueves el curso de verano 'La transición española como referente: legado y perspectivas'. El acto de apertura de las ponencias, que se celebrarán en dos jornadas, se celebró en el Hospital de la Misericordia, en pleno centro histórico de Marbella.
Durante los dos días que dura el curso de verano se analizará lo que fue la transición española y comprobar la vigencia de sus valores en la actualidad. Y también se presentará el libro El grupo Tácito: precursores y protagonistas.
El curso reúne de una parte a protagonistas de la transición como el expresidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodriguez Ibarra, o los exministros José Manuel Otero Novas, Marcelino Oreja, Soledad Becerril y Fernando Suarez. Asimismo, en el curso participan como ponentes analistas e historiadores como Bieito Rubido, director de El Debate, Juan María Laboa o el rector de la Universidad CEU Fernando III de Sevilla, Jose Alberto Parejo.
En la primera sesión celebrada este jueves, el director de El Debate, Bieito Rubido, ha ejercido de moderador en la mesa compuesta por Otero Novas, Fernando Suárez y Soledad Becerril. Rubido ha destacado la importancia de estos encuentros en los que se divulga el modelo de transición española, explicada por sus protagonistas, y ha sugerido que se hagan este tipo de eventos por toda España. Ante los impresionantes curriculums de los miembros de la mesa, el periodista gallego ha destacado cómo en la transición el mérito era un valor fundamental para llegar a la alta política, doliéndose de los que concurren en la actualidad en este sentido.Por su parte, Jose Manuel Otero Novas, ministro de la Presidencia con Suárez, ha destacado que la obsesión en aquella época entre la clase política es que jamás se pudiera repetir la Guerra Civil: «Yo que he sido claramente antifranquista, bueno, moderado. Dentro de la ACDP organizábamos reuniones y congresos a favor de una mayor libertad política. La Transición, tras la muerte de Franco, fueron en realidad dos: la primera la de Fraga y la segunda la de Adolfo Suárez. Con la muerte de Franco comienzan estas dos etapas de la Transición. Con la votación de la Ley de Reforma Política, que yo voté con gran emoción, con la misma situación tras la muerte de Franco, podríamos haber tenido muchos resultados posibles, incluida una guerra civil».
La clave, según Otero Novas, no fue el olvido de lo que pasó en la guerra y el franquismo, sino la negativa a utilizar políticamente estos sucesos. Destacó la importancia de la reconciliación entre los españoles y como esta se empezó a quebrar con Rodriguez Zapatero. Según Otero, la ley de memoria democrática pretende exaltar las virtudes de un bando y que pueda ser peligroso decir las cosas positivas del otro bando: «El partido comunista no creía en la democracia. El partido comunista en su asamblea del 31/12/1975 en Roma no admitía que los socialistas fueran demócratas y no querían una democracia», ha explicado Otero Navas.
Soledad Becerril, exministra de Cultura, destacó la conciliación como eje vertebrador de la transición y lo peligroso que sería romperla. Sobre la bautizada como Ley de Memoria Democrática, Becerril ha señalado algunos de los peligros que encierra: «El momento actual es de gran preocupación, y sobre todo la Ley que se acabará aprobando de Memoria Democrática, que sería necesaria conocer en todos su contenido, saber que se quiere aprobar. Se llama de memoria democrática, pero es sobre la guerra civil y la dictadura, no tiene sentido, no es sobre la democracia». Y ha continuado: «Hay dos temas que me llaman la atención, no se habla ni una palabra del terrorismo, ni de las víctimas, sean de ETA o del yihadismo, se llama democrática y no se habla de la monarquía parlamentaria, que es el edificio clave de nuestro sistema democrático».
Becerril, también ha señalado algunos de los problemas actuales, como la fragmentación política: «El problema actual no es la ley electoral, es el problema de los partidos políticos que no consiguen tener mayorías y da lugar a la situación que vivimos hoy, pero no es un problema de la ley, sino de los partidos que no saben ganar y les obliga a pactar».
Fernando Suárez, ministro de Trabajo y defensor de la Ley de la Reforma Política ante las cortes franquistas, destacó el acto de generosidad que supuso la aprobación mayoritaria de la reforma por los procuradores: «La elevación económica, políticas y social fue enorme. Por ejemplo, cambio el acceso a la universidad y una amplísima clase media pudo ir. José Calvo Sotelo nunca tomo un café con Largo Caballero y, sin embargo, en la universidad en Madrid tomaban cafés todos con todos e igual en la universidad de Sevilla, algo impensable en los años 30».
Suárez también ha puesto en relieve la necesidad de conocer nuestra propia historia para evitar cometer los mismos errores: «Los actuales políticos no conocen la historia de España. Juan Simeón Vidarte, secretaria general del PSOE cuando comienza la guerra civil, que estuvo 40 años en el exilio, publicó Todos fuimos culpables y comenta que la guerra civil era inevitable en sus 900 páginas. Escribió: 'fracasó nuestro sistema democrático'».