Fundado en 1910

27 de abril de 2024

Pedro Sánchez durante su viaje a Nueva York

Pedro Sánchez, durante su viaje a Nueva YorkEFE

La crónica política

Sánchez convierte a los presidentes regionales del PSOE en rehenes de su estrategia fiscal

Todas las comunidades gobernadas por el PSOE se han visto obligadas a mantener prietas las filas de Ferraz y abjurar de la supresión o rebaja del impuesto de Patrimonio y de la deflactación del IRPF

El que fuera responsable de la Oficina Económica de José Luis Rodríguez Zapatero y después ministro de Industria con éste, Miguel Sebastián, confesó hace unos días en un artículo el pecado original de los socialistas con el impuesto de Patrimonio.
Zapatero suprimió este gravamen al llegar a La Moncloa en 2008 (mediante una exención del 100 %), pero en septiembre de 2011 lo recuperó, supuestamente de forma transitoria. Ése era el plan.
En su artículo en Invertia, Sebastián reconocía que reponerlo fue un «error» que obedeció, simplemente, a cálculos electorales. «Los responsables de la campaña del PSOE en las elecciones de ese año pensaban que su reimplantación tendría apoyo popular y sería una baza electoral», narraba el ex ministro con toda naturalidad.
A aquellas elecciones, perdidas de antemano, se presentaba Alfredo Pérez Rubalcaba. El candidato socialista basó su campaña en la recuperación de ese impuesto y en la creación de uno a la banca. Su leitmotiv fue: «Tienen que colaborar con los que más han sufrido en la crisis. Esa es la política redistributiva en la que estamos pensando». Un mensaje idéntico al que Pedro Sánchez y los socialistas llevan semanas lanzando frente a la crisis energética y al azote de la inflación.
Pedro Sánchez y el fallecido Alfredo Pérez Rubalcaba

Pedro Sánchez y el fallecido Alfredo Pérez RubalcabaEuropa Press

Aquello no salvó a Rubalcaba de sufrir una derrota apabullante ante Mariano Rajoy. El futuro de Sánchez ante Alberto Núñez Feijóo, de momento, está por escribir. Pero la hemeroteca demuestra dos cosas: que todo está inventado -aunque los gurús y spin doctors crean que son muy originales- y que el PSOE siempre utiliza los impuestos con fines electorales. Especialmente, cuando le vienen mal dadas. «Que paguen los ricos» proclamó entonces el malogrado Rubalcaba y, 11 años después, proclama Sánchez.

Los barones del PSOE, prisioneros

Existe, no obstante, una gran diferencia. En septiembre de 2011 ya se habían celebrado las elecciones municipales y autonómicas y el PP había arrasado al PSOE hasta en Castilla-La Mancha y Extremadura, dos feudos que hasta entonces parecían inexpugnables. Sin embargo, en este caso están por celebrar en mayo de 2023, y todos los presidentes regionales del PSOE aspiran a repetir. Pero la estrategia de Sánchez en defensa del impuesto de Patrimonio y en contra de la deflactación del IRPF está haciendo un roto importante a los barones socialistas.
Estos se sienten cautivos de los intereses electorales del presidente del Gobierno, a pesar de que las elecciones generales se celebrarán medio año después que las municipales y autonómicas y por tanto tienen más y mayores urgencias que Sánchez. Durante este semana, una tras otra, todas las comunidades gobernadas por el PSOE se han visto obligadas a mantener prietas las filas de Ferraz y abjurar de la supresión o rebaja del impuesto de Patrimonio y de la deflactación del tramo autonómico del IRPF. No puede haber fugas, puesto que el hecho de que solo una comunidad del PSOE cayera en la tentación de emular a las comunidades del PP hundiría la línea de flotación de Sánchez. Y no lo permitirá.
Pero la pregunta a la que se están enfrentando los socialistas es endemoniada: por qué la Comunidad de Madrid, Andalucía, Murcia y Galicia pueden permitírselo y Asturias, Baleares o Extremadura no. Y la respuesta que dan es de argumentario, no les queda otra: «Eliminar el impuesto de Patrimonio, que en Asturias afecta a 3.500 personas, supondría perjudicar al resto de la población, a cientos de miles de asturianos. Yo creo que compensa más que los ricos paguen más impuestos y a cambio tengamos estas políticas sociales», se ha pasado la semana repitiendo el presidente del Principado, Adrián Barbón. Eso para el impuesto de Patrimonio, porque de la rebaja del tramo autonómico del IRPF no hablan.
El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, tras la firma del decreto ley de bajada de impuestos

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, tras la firma del decreto ley de bajada de impuestosEFE

A los socialistas les pilló desprevenidos el anuncio que hizo el lunes el presidente andaluz. Tanto en La Moncloa como en Ferraz. Venían de encauzar, la semana antes, el impuesto a las energéticas y a la banca en el Congreso y de lograr el titular que habían buscado: que el PP votara en contra para acusar a los de Alberto Núñez Feijóo de favorecer a los ricos. «¿Están realmente ustedes pensando en los españoles cuando votan que no a las medidas que benefician a la clase media y trabajadora de este país?», le preguntó Sánchez a Cuca Gamarra.
Pero después se cruzó en «el relato» el presidente andaluz y cambió la perspectiva: el PSOE crea nuevos impuestos sin garantías de que no acabarán repercutiendo en el ciudadano de a pie; el PP elimina o rebaja los existentes. Aun así, los socialistas trataron de mantener su rumbo argumental; a pesar del inoportuno arranque de sinceridad de José Luis Escrivá, que el martes se mostró partidario de una recentralización de impuestos para atar en corto a las comunidades del PP.
Pero acabaron perdiendo el rumbo cuando el lendakari, Íñigo Urkullu, anunció otra deflactación de IRPF, decidida por un gobierno que vicepreside la socialista Idoia Mendia. No había «relato» que aguantara tal deserción en las filas propias, por mucho que el País Vasco no esté en el régimen común.
Así que, a la altura del jueves, Sánchez decidió dar otro giro y sacar de la chistera un impuesto a las grandes fortunas contra el que los socialistas habían votado en el Congreso en junio. Tan improvisado que a María Jesús Montero le pasó lo que le pasó un rato después de anunciarlo.
La ministra de Hacienda se vio de pronto rodeada por un enjambre de periodistas ávidos de información en una escalera. Y ahí, sin cámaras, Montero empezó a balbucear las respuestas que no tenía sobre la letra pequeña de un impuesto claramente por desarrollar. La titular de Hacienda acertó a decir que «hay fórmulas» para hacerlo -solo faltaba- y acabó recriminando a la prensa tanta prisa por saberlo todo.
Comentarios
tracking