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Curiosa sentencia

Defender tu negocio (e integridad) dando botellazos en la cabeza es legítima defensa

El dueño del bar se negó a seguir vendiendo alcohol a varios clientes y los echó fuera: la reacción de ellos fue golpearle. Él se defendió con un botellín

Valencia, un pueblo cualquiera de interior. Mes de junio. El calor se ha apoderado de cada esquina. Dos adultos, con camisetas de manga corta, están apoyados en la barra mientras que el dueño trabaja. Le pregunta uno: «¿Por qué no?». El dueño trabaja colocando tazas y no responde. Se entiende que se está negando a servirle ninguna consumición más. El segundo, con voz pastosa, pregunta: «¿Qué pasa? Solo queremos un cubata y ya está». El propietario sigue sin contestar, todo se puede ver y escuchar en el video que encabeza la información.
Ante la ausencia de respuesta, uno de los clientes, el de la esquina de la barra, coge un vaso de cristal y lo tira contra el suelo, porque sí, porque se le antoja. Se oye cómo se rompe. El dueño se lo reprocha. «Te estoy hablando» le dice el de la barra, justificando así haber roto el vaso. Lo repite tres veces cada vez más alto. El amigo interviene y parece que le calma. En ese momento, entra por la puerta una mujer, que parece que pone orden. Es la pareja del que ha tirado el vaso: «Vámonos, venga».
Se lo lleva de la mano mientras el segundo hombre se disculpa: «Perdona». El dueño ni responde, coge la escoba y se pone a barrer. Ni un minuto después, el cliente regresa al bar y parece que amenaza al dueño. Lo sujetan el otro cliente y su mujer. Le agarran y lo sacan del bar. Hay intercambio de gritos. Pero la mujer se enciende y comienza a lanzar patadas al propietario. Y después le golpea con las manos. El dueño y la mujer se agarran el uno al otro y entonces llega a la carrera la pareja. El propietario trata de escabullirse, pero el espacio es reducido. Agarra un botellín vació para defenderse. El principal agresor se come una tragaperras y se golpea la cabeza. Luego se levanta y arrinconan al dueño en una esquina donde le golpean y él se defiende dando botellazos en la cabeza.

«No me toques, que te mato»

Tras unos minutos logra escapar, sale a la calle y avisa a la policía. El cliente tiene alguna raja en la cara y sangre en la camiseta. Parece que se van, pero ante la ausencia del propietario, el más beligerante se mete detrás de la barra del bar. No se sabe qué quiere hacer dentro porque su mujer lo saca de la mano. Pero el hombre regresa y se vuelve a colar detrás de la barra. Allí dentro le pillan dos agentes que llegan en ese momento. Según los agentes, la pareja con abundantes manchas de sangre en manos ropa y rostro, trata de seguir agrediendo al dueño del bar y no para de amenazarle. «Tranquilícese y apártese de la puerta», le ordenan los dos policías a la mujer. «No me toques, que te mato», contesta ella. «Y al chino de mierda lo voy a matar, no va a quedar así». La mujer, ni corta ni perezosa, empezó a agredir a los agentes con «puñetazos y patadas», según el atestado policial. Una de ellas en el rostro de un agente. La pareja de la agresora, al ver la situación se lanza contra el agente que está repeliendo la agresión a la voz de «A mi mujer no la toca ni Dios».
Al lugar debieron acudir varias patrullas más porque sólo con dos agentes, la situación era incontrolable. Para el fiscal del caso no eran todos culpables: a la mujer le pidió un año de prisión por agredir al dueño del bar y a su marido simplemente unas multas. Lo chocante tras ver el video, es que el garante de la legalidad, el fiscal, pidió dos años de cárcel para el dueño del bar que no había comenzado la pelea, simplemente por defenderse de una agresión en su propio local. Su culpa: usar un botellín. La justicia, sin embargo, puso cordura en la situación. Absolvió al dueño del bar por legítima defensa y condenó a los otros dos.

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